José Fermín Serrano tiene un truco para identificar a los «verdaderos artistas»: «Es un proceso muy fácil -afirma-, tú vas por un museo o por una galería de arte y vas viendo cuadros. De pronto, hay uno que te pega un guantazo y te preguntas: ´pero vamos a ver, ¿qué es eso que acabo de ver?'. Pues bien, ese, el pintor que te provoca eso, es el verdadero artista». Eso, José Fermín lo sabe, pasa con Goya. Esa es una de las razones por las que el galerista de La Aurora se acaba de hacer con una quinta edición de La Tauromaquia, 40 grabados en los que el pintor aragonés plasmó su particular visión de los toros.

«Cuando hablamos de un genio de este calibre, es imposible que su impronta, su imaginario y su personalidad desbordante no se plasmen cada vez que se ponía a crear», explica Serrano, que inauguró ayer la muestra. «En estos grabados -continúa- encontramos una visión muy especial de la tauromaquia, no se parece apenas a la actual. Hay muchas cosas que incluso se inventa, te puedes encontrar al Cid Campeador o a Carlos V picando toros, que hasta donde yo sé no era algo que ninguno de los dos hiciera. Es muy interesante también cómo muestra a los moros toreando, que los cogían salvajes en la serranía de Ronda y los toreaban por la zona. Entonces, te encuentras un resumen tanto de su época como pequeños detalles que hablan mucho de Goya».

Hito internacional

Goya publicó los grabados en 1816. «Fue un hito internacional, hay que tener en cuenta que Goya fue un grandísimo grabador, como lo fueron también Rembrandt o Durero o como lo sería más tarde Picasso. En aquella época, el grabado era una cosa de reproducción, algo que él también hizo: reprodujo cuadros de Velázquez, pero en alguien como él, que era todo creación, la mera reproducción se quedaba corta. De hecho, te diría, si me apuras, que se tomaba más en serio el grabado que la pintura, porque es algo que técnicamente tiene mucha más complejidad», cuenta el galerista.

Las planchas originales fueron depositadas en la Calcografía Nacional, en Madrid, un organismo que se ha encargado desde entonces de promover varias ediciones de las piezas. La quinta, la que acaba de comprar Serrano, vio la luz en 1921 y se realizó para el Círculo de Bellas Artes de la capital.

«Para hacerse con una edición de este tipo se tienen que juntar bastantes variables. Yo llevo 42 años en este mundo y tienes que tener claro qué quieres, luego tienes que tener el dinero y tener contactos que te informen de que ha salido cierto lote y de que es algo que merece la pena, que no tiene deterioro...te lo tienen que ofrecer y tener tú las condiciones para comprarlo. En el caso de estos grabados -dice-, se dieron todos los factores necesarios».

Matices

Dice José Fermín que quien vaya a ver la exposición, que estará disponible «como mínimo» hasta Semana Santa, «tiene que saber que esto no es como ver una serie de cuadros». Requiere otro ritmo: «Igual te puedes tirar un cuarto de hora o media hora con un solo grabado. Además -sigue-, he comprado una lupa lumínica para que los asistentes puedan recrearse a gusto y disfrutar con la cantidad de detalles que se pueden encontrar en un grabado de esta calidad artística, que tienen más de 200 años y son trabajos muy de aguafuerte, de línea muy detallista».

Otra cosa que diferencia a los artistas del resto, según el galerista, es la imperturbabilidad de la obra al paso del tiempo: «Fíjate, dos siglos después todavía tiene sentido montar una exposición sobre Goya seguimos hablando de sus series de grabados. Nunca estará todo dicho sobre él, siempre quedarán recovecos y miradas desde las que acercarse a su trabajo».