La artista Rocío Kunst (Murcia, 1990) «explora los límites del cuerpo en su relación con el espacio que lo rodea», una escenografía que actúa como metáfora del yo, de una introspección personal. En su trabajo se puede observa su habilidad para trabajar el claroscuro «en escenas domésticas, pero también sobre terreno arbolado», un proyecto que respeta una coherencia conceptual, partiendo de la fotografía y extendiéndose hacia la instalación o la escultura. Así lo explica la crítica de arte y comisaria Marisol Salanova en el texto elaborado con motivo de la exposición About my branches (‘Acerca de mis ramas’), que se exhibe desde esta semana en el espacio para el arte ES/UM del Campus de la Merced, donde Kunst «toma elementos de la naturaleza» para crear obras «expresivas, lúgubres pero reveladoras», con las que pretende mostrar «lo íntimo del desnudo en fundición con la naturaleza» y también la «porosidad de la piel, mediante la deconstrucción de la imagen femenina».

Para Rocío Kunst, la primera serie de esta propuesta, titulada Matriz, es un retorno «al origen común a todo ser humano, que es el vientre materno. La primera mirada desde la que se conforma nuestro sentido del yo. Reivindicar una habitación propia de cortezas y ramas es crear un refugio donde poder desarrollarme como sujeto libre con identidad propia», sostiene. En ella, el desnudo, protagonista, se muestra «desafiante» y es, al tiempo, un ritual, un acto simbólico. Un diálogo entre el cuerpo y el alma, desde los poros de la piel del propio cuerpo «orgánico y abyecto, aunque cierre con una imagen purificadora», según Salanova.

Es aquí donde se encuentran varios de los temas que protagonizan la obra de Rocío Kunst, próxima al procesamiento del dolor de protagonistas femeninas. Un sentir comprometido en la «lucha contra el ideal del amor romántico que genera desigualdades, así como la aceptación de mecanismos de control y violencia hacia las mujeres en su entorno familiar o de pareja. El cuerpo como templo, a la vez que campo de batalla, refugiado en su naturaleza, solapándose con madera, tierra, hojas, ramas, salvia purificadora y vigorizante», concluye Marisol Salanova, una intención artística enfocada en el cambio de «dinámicas tóxicas».

En la edición del proyecto ha participado el fotógrafo David Salcedo, con un montaje dirigido por Paco Caballero. La escultura que completa la muestra ha contado con la colaboración del escultor Cristóbal Hernández Barbero. Conversamos con la artista sobre su narrativa visual.

¿Qué cuentan las imágenes? ¿Cómo ha reflejado el alma de sus personajes?

About my branches es un proyecto realizado durante 2019 y 2020 con una primera serie, Matriz, que es la que está actualmente expuesta en el espacio ES/UM de la Merced. Parafraseando a la escritora argentina Mariana González Toledo, que ha escrito sobre mi trabajo en varias ocasiones, Matriz habla de volver al origen, de introducirse en las entrañas de la madre y sentir nuestro cuerpo rozando las paredes de la tierra antes de salir al mundo. Para saber quiénes somos tenemos que volver al inicio y perdernos en la oscuridad, construyéndonos en silencio y ocupando los espacios donde antes había herida. Y, una vez nos encontramos, salimos decididas al mundo como mujeres completas con identidad propia. El principio. El origen. El comienzo. Mi habitación propia de cortezas y ramas.

Como afirmaba Simone Well, «tener raíces es quizás la necesidad más importante y menos reconocida del alma humana». Asentándose sobre raíces fuertes, el cuerpo femenino se legitima como cuerpo creador y autor del paisaje. El cuerpo femenino como ‘matriz’, como árbol, como paisaje. «Las raíces no están en el paisaje, ni en un país, ni en un pueblo, están dentro de ti», que decía Isabel Allende.

Ha modificado los escenarios interiores de propuestas como Inside the house, outside home por imágenes que se insertan en la naturaleza. ¿Existe un nexo entre sus proyectos fotográficos?

En aquel proyecto mostraba la casa como un espacio y una condición mental. En su primera serie, titulada La imagen ausente, hablaba de cómo, aunque algunos recuerdos se tornen imágenes subexpuestas, son precisamente estas imágenes las que permanecen en la memoria con una claridad mayor; en la memoria del cuerpo que nunca olvida. He tenido que aceptar que hay un punto ciego al que quizá nunca tenga acceso, pero también sé que es entre las sombras donde se pueden apreciar los pequeños destellos de luz, de esperanza. Para mí, el arte es una herramienta que me permite crear un espacio de reflexión. Por medio de la imagen intento comprender mejor el mundo que me rodea y, en primera instancia, a mí misma.

Dentro y fuera de ‘La Matriz’

No obstante, pese al cambio de escenarios, se mantiene como núcleo central de la obra el binomio dentro/fuera. Tanto en About me (2018) como en Inside the house, outside home (2019) y About my branches (2020), encontramos puntos de unión: el reflejo, la mirada, la (de) construcción o el desarraigo. Dentro de la casa, fuera del hogar. Dentro de la matriz y fuera. La búsqueda constante de pertenencia.

En About me presentaba su parte más personal, un ‘autorretrato múltiple’ con fotografías realizadas como pinturas, como lo definió Carlos Salas. ¿Puede hablarme de esta composición?

Se trata de un proyecto de autorretrato que consta de doce fotografías en las prima el aspecto psicológico. Recuerdo que, cuando era pequeña, un día me miré en el espejo y no sabía qué pensar de la imagen que me devolvía. Así que me volví hacia mi madre y le pregunté: «Mamá, ¿soy guapa?». Yo no era capaz de verme. De un tiempo a esta parte, pasé por momentos en los que sentí que la imagen podía ayudar a ubicarme, a estar presente, a materializarme a través de esta; era como una especie de diario donde vas sumando días y corroboras que aún estás ahí.

About me nace de la mirada del otro, pero culmina en la construcción de una mirada propia. Poner determinadas emociones en imagen me ayudó a encontrarme de algún modo. Fue una especie de performance donde plasmé emociones a las que aún no era capaz de poner palabras. En definitiva, buscaba algo tan sencillo y, a la vez tan complejo, como conocerme. Por lo tanto, es la aparición de una mirada interior a través de la representación del propio cuerpo, en las que se muestra aquello que permanece oculto: la soledad, el dolor, la incertidumbre, la sexualidad, la búsqueda, la pérdida... Así, el cuerpo se convierte en un gráfico donde leer las señales del pasado.

Hay una doble negación, la de mostrar su rostro y la de ocultar un completo desnudo. Es una simulación, pero ¿qué pretende provocar en quien observa?

About me es un proceso de reconocerme a mí misma, de ahí la fusión modelo-artista. A partir de la deconstrucción del cuerpo se busca una reconstrucción propia. Mirarse y verse parece una obviedad, pero no lo es. El rostro propio se construye a través de la mirada del otro. No mirar al espectador es una resistencia para poder construir una mirada acerca de mí, de mi cuerpo, de mi identidad. En palabras de Virginia Woolf, «los ojos de los demás, nuestras prisiones; sus pensamientos, nuestras jaulas». Dando la espalda al espectador intento evitar eso. Es aquí donde se produce una mirada fragmentada de mi propio cuerpo porque visualizarme por partes hasta desaparecer evitaba el miedo a romperme.

El hecho de utilizar la figura humana suscita emociones más complejas en el espectador. Se produce un vínculo con esa figura, ya que nosotros somos esa figura que no conseguimos visualizar por completo. Esa información que se le niega al que observa lo invita a convertirse en un espectador activo que, mediante el pensamiento, pueda conseguir cambiar esa figura.

¿Su personalidad se refleja en sus obras?

Sí, siempre hay algo de verdad. Es muy nostálgica.

¿Qué importancia otorga a la luz y al color?

La fotografía es dibujar con luz. Tanto la luz como el color son fundamentales a la hora de conseguir transmitir determinadas ideas y/o estados por medio de la fotografía. Uso el blanco y negro cuando el color distrae; la ausencia de color ayuda a centrar la atención en lo esencial de la imagen.

¿Cómo mira el mundo a través de la imagen? ¿Qué le preocupa?

Mi fotografía es principalmente introspectiva. Se caracteriza por ese análisis a los propios pensamientos o sentimientos, mostrando así la parte más vulnerable del ser humano y esa necesidad de pertenencia. Son imágenes silenciosas, con una mirada nostálgica hacia el pasado, pero con una fuerte crítica a ese sentido de reconstrucción.

Licenciada en Bellas Artes, ¿tuvo claro desde el principio que quería dedicarse a la fotografía?

Para nada. Tuve dudas de estudiar Bellas Artes hasta el último momento. Me decidí por mi amor al dibujo y la pintura. No obstante, tuve mi primera cámara con nueve años y desde entonces he sentido nostalgia por el presente y obsesión de capturar el momento. Pero hasta que cursé el último año de carrera no vi la fotografía como un medio artístico con el que expresarme.

Su obra está influenciada por determinadas artistas con las que comparte cierta sensibilidad, ¿cómo definiría su estética?

Sencilla, con una gran profundidad de significados. Enigmáticas. Revelan un interés por la memoria, el recuerdo, la ausencia.

El feminismo ha influido en su trabajo. De lo contrario, «ni yo ni mi obra seríamos así», ha dicho. ¿De qué manera está presente?

Me ha hecho cuestionarme todo y a todos y, en primer lugar, a mí misma. El feminismo es un diálogo constante en eterna (de)construcción y evolución. Una esperanza de un futuro mejor. El arte feminista crea otro tiempo, el tiempo de las mujeres, un tiempo marcado por un cuerpo cíclico y cambiante. Un cuerpo que cuestiona la linealidad del tiempo, la organización social y los ritmos de trabajo capitalista.

¿Cuál es su necesidad vital?

Seguir creciendo como persona y como artista.