Que el coronavirus iba a marcar un antes y un después en nuestras vidas es algo que todos, en mayor o menos medida, entendimos desde los estadios más tempranos de la pandemia. Sin embargo, en este país no siempre nos mostramos predispuestos a asumir ciertas cuestiones, por muy evidentes que sean... Por 'suerte', la realidad tiene una aliada para estos casos: la televisión (o el cine; las pantallas en general, se entiende). Si aparece en la mal llamada 'caja tonta' (porque ni siempre es tonta ni tiene ya mucho parecido con caja alguna...), ojo, que lo mismo la cosa va en serio. Mientras que los espectadores, al otro lado del vínculo mediático, también tenemos armas con las que minimizar el impacto; armas como el humor. Y es ahí donde reside la importancia de ¡Ni te me acerques! (2020)¡Ni te me acerques!, autoproclamado como el primer filme sobre el confinamiento. Eso sí, sin dramatismos; y con el virus, como lo que es o debe ser: el telón de fondo de nuestro día a día, pero solo eso. Porque los protagonistas seguimos siendo nosotros, el «factor humano». La película, dirigida por Norberto Ramos del Val y protagonizada por Eduardo Ferrés y Rosalía Mira, vio la luz el pasado mes de noviembre, pero ahora surfea una segunda ola (de visualizaciones) con su llegada a la plataforma española de streaming Filmin. Así, para conocer un poco mejor las motivaciones de la película, charlamos con uno de sus guionistas, Manu Riquelme (Murcia, 1983), que además de su desempeño en el mundo del audiovisual (también ha trabajado para programas como El intermedio, Wifileaks y Todo es mentira), es dibujante y autor de tres libros: Dos punto cero a la izquierda, Adopta un monstruo.com y Videoclub 84.

¿Cómo surge este proyecto? ¿De quién es la idea de hacer una comedia sobre el confinamiento?

Todo empezó por culpa de Iván Reguera, que le propuso a Norberto [Ramos del Val] hacer una versión cañí de El resplandor con el confinamiento como telón de fondo. Más adelante, cuando escribieron el tratamiento, 'Norber' me llamó a mí porque querían darle un enfoque algo más juvenil y millennial, y a partir de ahí nos pusimos a pulir la historia. Al final nos salió un batiburrillo de géneros que va desde el costumbrismo hasta la comedia romántica, pasando por el fantástico.

Dicen que es la primera película sobre el confinamiento, ¿por qué cree que nadie más se ha animado a hacer algo así hasta ahora? ¿Puede haber alguno que piense que no ha pasado el suficiente tiempo como para bromear de estas cosas?

Es la primera, pero no será la última. Judd Apatow ya está rodando la suya para Netflix y nos consta que por aquí también se están haciendo cosillas... A mí, personalmente, me aburre un poco tanto el sambenito de los límites del humor como el discurso de: «Ya no se puede reír uno de nada». En este caso, cuando la gente vea nuestra película, entenderá que la pandemia no era más que un pretexto para hablar sobre otros temas.

¿Cómo se lidia con la frontera de la frivolización? No es el caso, pero supongo que es fácil superarla y que de los primeros borradores del guion se cayeron muchas cosas porque quizá cruzaban el límite.

Teníamos un tono muy definido desde el principio, así que procuramos pasar de puntillas por el tema del virus intentando no herir sensibilidades. De hecho, creo que la palabra 'coronavirus' solo se dice una vez... Otro de nuestros objetivos fue no pecar de oportunistas y, en ese sentido, la propia película se ríe de sí misma en algún momento. Pensamos que, entre tanto drama social, también hay espacio para la comedia y la esperanza.

¿Y a nivel político? Porque, al menos en este país, la pandemia y las diferentes medidas de prevención sanitarias se han tomado como un suceso partidista. ¿Cómo se mantiene al margen de eso (o no) este filme?

Nos interesaba más el factor humano que el partidismo o la demagogia. Bajo mi punto de vista, ¡Ni te me acerques! tiene más de retrato generacional que de parodia porque nos parecía muy facilón limitarnos a hacer chistes de Fernando Simón o de Ayuso. Con todo, la película no está exenta de crítica y hay temas como el negacionismo o la madrileñofobia que están ahí.

Efectivamente, ¡Ni te acerques! tiene un rollo El resplandor

Sí. La base de la premisa es la misma que en El resplandor: un aspirante a escritor que se queda aislado en un hotel perdido de la mano de Dios. También está dividida en episodios, ya que de esta manera podíamos jugar a establecer una especie de paralelismo con el confinamiento. Stephen King funciona como un running gag.

Cuando se trabaja desde el 'costumbrismo' español, como es el caso, ¿es más fácil hacer reír que dar miedo, a diferencia de lo que ocurría con el filme de Kubrick?

Yo creo que el miedo es una sensación que puede englobarse como algo universal, pero la risa es más subjetiva. Aquí hemos apostado por un sentido del humor abiertamente cañí para reflejar la idiosincrasia española, que casi siempre va de la mano del esperpento y la picaresca. ¡Ni te me acerques! es un catálogo de personajes más tóxicos que el propio virus.

La identificación es el punto fuerte de esta comedia. ¿Tan asimilados tenemos ciertos tics como para que se hayan convertido en poco menos de un año en algo 'personal', característico?

El otro día vi en Twitter un vídeo de una niña que confundía distintos objetos del mobiliario urbano con dispensadores de gel hidroalcohólico. Me pareció fascinante. Está claro que habrá un antes y un después a nivel psicológico y sociológico tras la pandemia.

A nivel audiovisual, ¿es este el proyecto más 'gordo' en el que se ha visto involucrado? Sé que ha rodado varios cortos e incluso participado en una serie de mucho calado como Águila Roja

Para mí escribir un largo era una asignatura pendiente. Ya me había lanzado a escribir alguno antes por mi propia cuenta y riesgo, aun a sabiendas de que casi siempre es muy difícil verlo rodado. Ahora tengo entre manos otro proyecto más ambicioso que en principio va por buen camino, aunque en el audiovisual nunca se sabe...

No obstante, como guionista ya está acostumbrado a entrar en nuestras casas con El intermedio y, más recientemente, El intermedioTodo es mentira

Pues, si te soy sincero, no llegué a tratar en persona con ninguno de los dos. Escribir en televisión no deja de ser un trabajo de oficina y la mayor parte del tiempo te dejan currar a tu bola. Tengo muy buenos recuerdos, por ejemplo, de mi paso por La Script, en Movistar, y de Wifileaks, con Ángel Martín y Patricia Conde.

Además, ha trabajado en varios cómics y publicado tres novelas en las que deja claro su gusto por el género fantástico. ¿Le motiva más la ficción que la actualidad?

Sí, yo diría que me encuentro más cómodo en el ámbito de la ficción. Siempre me han interesado mucho los cómics, la literatura y en especial el género fantástico, que ha sido lo que más he mamado durante gran parte de mi vida. De todos modos, me gusta reflejar la actualidad en casi todo lo que escribo. Ahora más que nunca, aun a riesgo de marcarme un ranciofact, la realidad supera a la ficción.

¿Tiene algún sueño/objetivo a nivel audiovisual como pudiera ser llevar usted mismo alguno de sus libros a la gran pantalla?

Mucha gente me ha dicho que mis libros son bastante cinematográficos. Me haría ilusión adaptar alguno, aunque supongo que mi sueño, como el de otros tantos guionistas, es tener el control creativo total. Veo cosas como 30 monedas y flipo con todo lo que ha conseguido Álex de la Iglesia, porque hace unos años era impensable rodar una serie fantástica en nuestro país. El remake de Cheers con Resines no cuenta...

Por cierto, creo que tiene una cuarta novela en el horno... ¿Nos puede avanzar algo o todavía es pronto?

Me queda mucho camino por delante, pero te puedo adelantar que será una novela juvenil, una comedia negra y un sentido homenaje a otro de mis géneros predilectos: el slasher; es decir, asesinos enmascarados matando adolescentes. La salud mental tendrá mucho peso en la trama.