A nadie se le escapa que en esto de la música hay fórmulas que funcionan. Recetas que se repiten hasta la saciedad y que, sin embargo, en muchas ocasiones, gozan del beneplácito del público; ya saben, para gustos, los colores. Pero artistas -con todas las letras- que se niegan a convertir sus discos en una sucesión de fórmulas matemáticas; o, mejor aún, que ni siquiera se han planteado nunca seguir ese camino (amplio, despejado, soleado y, no por ello, exento de baches). Hay músicos que prefieren abrir su propia senda, o sendas -en plural-, gente a la que la repetición le aburre y la que eso de las 'zonas de confort' les producen urticaria. «Nos gusta jugar y sentir que no pisamos tierra firme, saber dónde empiezas pero no dónde vas a acabar», explica Álex Juárez, que añade: «Ahí es donde es posible que surja una chispa». Y todo parece indicar que, efectivamente, lo han conseguido.

Él y su hermano, Víctor Hernández, líder de Rey Lobo, proyecto con el que en 2017 ganó el CreaMurcia 'Canción de Autor'. Juntos son, ahora, Maestro Espada, un dúo a punto de despegar que hace una semana se presentaba al amparo del programa 'Reactivos Culturales' y que busca acercar la tradición folclórica murciana a estilos como la música electrónica y el folk anglosajón. Panderetas, guitarro y laúd conviven en esta fusión imposible con sintetizadores y samples, dando forma a una propuesta musical que promete ser, cuanto menos, rompedora. Ellos, en cambio, se lo toman con la misma naturalidad con la que escuchaban las cintas de cuadrillas que sonaban en casa de sus padres.

Son músicos inquietos, de eso no cabe duda (y si no, basta con revisar sus todavía cortas pero intensas carreras musicales). ¿Son ustedes más de explorar que de explotar vías abiertas? ¿Lo hacen de una manera consciente o simplemente se dejan llevar?

Álex Juárez: Seguimos intuiciones y nos dejamos llevar, pero después trabajamos bastante la canción, que para nosotros es lo más importante.

Acostumbran a innovar, a nadar lejos del mainstream, pero en esta ocasión casi diría que han llevado esa filosofía al extremo. Háblenme de Maestro Espada, cuéntenme en qué consiste este nuevo proyecto.

A. J.: Yo creo que no es radical, sino bastante natural; al final no es más que explorar la música de la huerta porque es donde crecimos. Nos interesa tirar del hilo y ser permeables a la influencia que eso puede tener en nuestras composiciones, ver a dónde nos lleva. No se trata de hacer un disco de palos de folclore cantando letras tradicionales y cambiando instrumentos antiguos por modernos. Eso ya está hecho. Es más bien jugar y sentir que no pisamos tierra firme, saber dónde empiezas pero no dónde vas a acabar. Ahí es donde es posible que surja una chispa.

Aún así, no nos engañemos: no es muy habitual que la gente joven se interese por el folclore tradicional; al menos, por el más costumbrista, como es el caso. ¿Qué ha pasado para que ustedes pongan el foco ahí (sin perder de vista su esencia, mucho más cercana a los tiempos actuales)?

A. J.: Vivir fuera y tener algo de la mirada del visitante cuando nos juntamos en la huerta por Navidad. Había huellas que nos guiaban ahí. Nuestro abuelo tocaba el laúd, y teníamos el instrumento por casa, y todo esto empezó a ser una inspiración más. Y es que cuando lo miras con detalle y aíslas los elementos, hay cosas fascinantes. Como hacerse un instrumento con una caña de río. Eso sí que es 'do it yourself' y no el hardcore de Washington... También se trata de eso, de subvertir un poco la influencia anglosajona en nuestra música. Probar a partir de otros sitios cuando nos ponemos a tocar. Buscar otras fuentes.

En este sentido, dicen que no se han acercado al folclore murciano como algo «tradicional», como algo «heredado», sino como una corriente más (casi descontextualizando, entiendo). Desarróllenme esta idea. ¿Existía una voluntad firme de hacerlo así o ha salido natural?

Víctor Hernández: Es que para nosotros ha sido, en cierto modo, todo un descubrimiento, ya que venimos de una escuela más anglosajona. La métrica de las letras es muy diferente, también los acordes y los ritmos. De repente te das cuenta de que esas canciones han sobrevivido tanto tiempo por algo. Simplemente no les habíamos prestado la suficiente atención.

A. J.: No somos expertos en folclore murciano, todo lo contrario. Por eso no es una herencia, es un descubrimiento. La diferencia está ahí, en que lo escuchamos como un disco que acaba de salir. Vemos con la misma fascinación una grabación antigua de la cuadrilla de Fuente Álamo que el nuevo disco de Smerz, un duo femenino de electrónica noruega. En Maestro Espada esas dos influencias tienen exactamente el mismo peso.

Creo que han tenido la oportunidad de trabajar o al menos conocer a cuadrillas, artesanos... En la música hay mucho conservadurismo a veces, ¿qué tal ha sido la acogida de Maestro Espada entre quienes mantienen vivo ese folclore murciano tradicional?

A. J.: Pues de momento no hemos publicado nada, pero en nuestros viajes hemos tratado con luthiers, artesanos y cuadrilleros de todas las edades, y su generosidad y ganas de compartir son verdaderamente alucinantes. Solo hemos sentido energía positiva, cero conservadurismo. Lo cual tampoco tendría mucho sentido porque la tradición es mestiza, y su origen difícil de trazar. No tiene un ADN fijo y se escurre por las fronteras. Siempre hay influencias del pueblo de al lado, cuando no de la otra punta del mundo.

Se lo preguntaba porque su encuentro con esta música no ha sido diferente a la de cualquier otro murciano: sonaba en casa de sus padres, ¿no?

V. H.: Sí. Estaba presente en nuestras vidas pero como algo ajeno a nuestras conversaciones sobre música. No fue hasta más tarde que empezamos a interesarnos de verdad por todo lo que rodea al folclore murciano.

Me da la sensación de que la curiosidad musical innata de ambos, esa voluntad de probar cosas nuevas de la que hablaba antes, ha sido clave. En concreto, es curioso cómo hablan de instrumentos tradicionales, como pudiera ser el guitarro, y de cómo ustedes lo tocarían, de cómo sonaría en manos de millennials. ¿Cómo ha sido la adaptación de todos esos sonidos a un ambiente más electrónico?

V. H.: La verdad es que lo enfocamos siempre como algo muy emocionante. Los ritmos del folclore son diferentes a los que solemos hacer en nuestras canciones, y al cambiar las panderetas tradicionales por una base electrónica se vuelve algo muy interesante. También el laúd o el guitarro son instrumentos a los que no estamos acostumbrados, y nada más cogerlos salen cosas nuevas.

A. J.: Hay cosas que nos salen muy naturales, como aportar más dinámica, transitar de partes muy sutiles a otras más violentas..., o añadir contenido grave.

Presentaron este proyecto hace una semana dentro del programa 'Reactivos culturales', pero imagino que llevan mucho tiempo trabajando en ello, trasteando, ¿no?

V. H.: Llevábamos un tiempo queriendo hacer un proyecto juntos. Nos mandábamos ideas y teníamos alguna canción, pero nunca lo materializábamos. Lo de 'Reactivos' fue una manera de ponernos fechas y sacarlo hacia adelante.

A. J.: Llevamos tiempo dando vueltas a ideas y trabajando las letras. Los últimos meses de 2020 los pasamos en el estudio terminando y grabando canciones.

Según tengo entendido, la idea es sacar un EP con un par de temas.

V. H.: Tenemos algunas canciones grabadas, pero nos gustaría terminarlas con otro productor. De momento pensamos que el directo es nuestro fuerte y por eso hemos grabado unos vídeos en directo en el Centro Párraga con Javier Lara que saldrán muy pronto.

¿Maestro Espada es un experimento y como tal va a perdurar o tenéis intención de seguir trabajando esta línea?

V. H.: Nuestra idea es seguir hasta donde nos lleve. Lo guay es que, como es algo diferente a nuestros proyectos personales, hay margen para experimentar y también nos metemos menos presión.

A. J.: Estamos preparando un set de directo que nos emociona. Esperamos que se pueda tocar pronto.

Antes de terminar, no me puedo resistir a preguntar por el nombre: ¿de dónde viene lo de Maestro Espada?

V. H.: Queríamos algo que sonase a antiguo y que a la vez simbolizase algo nuestro. El maestro Espada fue la persona que montó la primera banda de música en el pueblo de nuestros abuelos, Librilla. Y curiosamente, es el nombre de la calle donde ellos vivían.