Amante de la novela fantástica y de la ciencia-ficción, Yana Zafiro ha logrado llamar la atención con su pop sintético bañado en 'urban', que pasa del bedroom-pop lo-fi a la electrónica sin apenas pestañear y con una seguridad sorprendente para una artista tan joven. Y es que hay algo más. Yana, entre infantil y perversa, con esa adorable arrogancia, es una especie de France Gall que no necesita a ningún canalla Gainsbourg. Pertenece a esas nuevas generaciones irónicas criadas a base de YouTube e Instagram. Otra vez los niños terribles de Jean Cocteau, qué le vamos a hacer..., cronistas involuntarios de nuestro tiempo, con una mirada casi warholiana.

Sensible, pero con una actitud muy punk, la ucraniana afincada en Beniel lo hace todo. Escribe, canta, produce, diseña... Algo Marilyn, algo Bardot, algo Blondie, algo bad girl, su desbordante creatividad, su ingenio postadolescente y su actitud han hecho de ella la nueva reina del pop, y lo corrobora la publicación de su primer largo, Lucero del alba (Mont Ventoux 2020), coproducido y mezclado por Celia Spellman (Las Martirio), en el que han colaborado María Talaverano AKA Valverdina (Cariño), Clara Sweething y Marieposa. Poblado de historias de vampiros (la saga Crepúsculo está muy presente) y de adolescentes lolitas más próximas a Irvine Welsh (y su Trainspotting) que a Nabokov, entre trastornos, pastillas, alcohol, bajo la apariencia de himnos escapistas, las canciones de Yana Zafiro son el reflejo de un momento crucial de la juventud que rompe dogmas o simplemente los sustituye por otros nuevos, que reivindica su espacio, la juerga y las ganas de vivir. Estas cosas son así. Sigan a esta rubia.

Estarás muy contenta. Ha salido tu disco por fin.

Sí, contentísima. Por el resultado, por todo.

'Lucero del alba' es también un apelativo cariñoso. ¿A qué debe tu álbum ese título?

Son varias cosas. Lo primero fue el término de 'lucero', que se refiere también religiosamente a Jesucristo y a la vez a Lucifer, como que tiene esas dos partes. Y aparte está mi obsesión por ver la estrella cada mañana, el lucero del alba, que es también Venus, que se ve justo antes de amanecer.

Ayúdanos a interpretar la portada. Está el Lucero del alba, tu perro (supongo que es tu perro)€

Es un perro, porque amo a los perros, aparte de amar al mío.

Sigue todavía dando batalla.

¡Sí! Madre mía..., ¡pero está muy mal! Han pasado ya dos años, y la misma conversación siempre en casa de: «El perro se está muriendo»... Ya es como aburrida, un tema aborrecido.

También hay un castillo que parece más de una bruja que de una princesa, y el cáliz de sangre.

Son los símbolos de las letras; representan lo que el álbum tiene dentro. Simbólicamente hay alguna canción que hace referencia a un castillo como el de Drácula, y luego está el Lucero del alba alado porque sube hacia los cielos, pero también puede ir a los infiernos. Por eso el disco tiene como dos partes: la primera en el cielo y la segunda en el infierno, juego con eso. Y hay otra canción que se llama Cáliz de sangre. Son como símbolos representando las canciones.

Muchos de estos símbolos llevan a pensar en esa saga de novelas de romanticismo sobrenatural de Stephenie Meyer, Crepúsculo. De hecho, publicaste antes de este álbum uno de los singles, titulado así. ¿Qué tienes tú que ver con toda esta historia?

Soy una amante de la novela fantástica y de la ciencia-ficción, por eso la mayoría de las canciones están impregnadas de esa fantasía. También sentirme de 'sangre fría', por así decirlo, me hace sentirme atraída por estas cosas. Me llama mucho el tema de los hombres muertos-vivos, de los vampiros..., todo ese mundo. Pero simplemente es eso, no tengo nada más que ver. Siento una conexión con esa fantasía, y sí, claro, con Crepúsculo.

Este no está resultando un buen año...

No. Está siendo un rollo.

Menos mal que tu disco ha salido. Eso aliviará algo las penas. Por cierto, ha habido un cierto retraso en los planes, supongo que por este año que llevamos tan horrible.

No exactamente. De hecho, he tenido siempre muchas dudas sobre cómo enfocar la música que hacía, y no encontraba el sonido exacto que me representase tal y como soy como artista. Ya sabes que primero empecé con unos productores, luego he estado con otros..., y al final me decidí a empezar a darle yo misma a la producción (con la ayuda de Celia Spellman, de Martirio). En plan: este es el momento de sacar algo que de verdad me represente no solo líricamente, sino musicalmente, en cuanto a sonido; que no solo sea poner la letra, componer los acordes a dejar toda la producción de una canción a otras personas. No me gustaba eso.

Qué bien me siento y Crepúsculo fueron hits instantáneos que precedieron Lucero del alba, y de alguna manera suponen una declaración de lo que ibas a hacer. ¿Era el planteamiento que ya venías anticipando con esos singles?

Se podría decir que sí. Con Qué bien me siento intenté buscar algo distinto, y con Crecúspulo..., es verdad que puede que líricamente se asemeje bastante a Lucero del Alba. De hecho, en principio, esas canciones iban a entrar en el disco, pero a nivel sonido no tienen nada que ver con las canciones nuevas, así que no tenía mucho sentido incluirlas.

Líricamente sí hay continuidad, porque, de hecho, si por ejemplo Qué bien me siento se basa en una relación tóxica, en Hola tío! denuncias el acoso.

Sí, claro, es exactamente eso. Qué bien me siento podría ser más personal, y Hola tío! es como más genérica, por así decirlo.

El disco se abre con Lolita, que, más que a la de Nabokov, sugiere a una lolita sacada de Trainspotting, o algo así, con ese estribillo que se repite de trastornos, pastillas, alcohol€ ¿La has compuesto como respuesta, como reacción a algo?

Sí, es un poco la ruptura con mi personaje anterior y el salto a este nuevo. Y hablo de personaje en cuanto a actitud, porque creo que mi actitud ha cambiado, y ahora me siento más poderosa.

¿Eso significa 'más segura'?

Sí, segura. En plan..., no sé, poderosa. Lolita es un poco eso. También es la muestra del día a día y de la molestia que puede causar a los asuntos diarios tomar pastillas.

¿Crees que estas letras sintonizan con un cierto sentimiento de una generación como la tuya, una generación joven, ahora que tú has cumplido 23?

Sí, es posible. No sabría decirte, porque, no sé, depende de la persona; no creo que tenga que ver con la generación en sí, porque luego, dependiendo de tus circunstancias y de tu forma de tomarte las cosas y de tu entorno, tienes una idea de la vida u otra. No creo que se pueda meter en el mismo saco a una generación entera.

En todo caso, sí parece que hay, y eso lo hemos hablado en alguna ocasión, una actitud muy punk en tu música, en el sentido de rebelarse contra algo. ¿Contra qué te rebelas?

Contra muchas cosas. Para empezar, por ejemplo, creo que es necesario hablar -aunque se hable ya demasiado, pero no se habla bien- del trato del hombre a la mujer, o incluso de la mujer a la mujer. Hablo de cómo a nosotras se nos ha... como 'separado'; a nosotras y a los trans también. Como que se nos pone aparte, al margen del resto. Y eso es una molestia, claro.

¿Te has sentido discriminada?

No es discriminación... Es simplemente esa sensación de no poder optar como persona a cosas que igual sí alcanzarías sin problemas si no te hubieran metido en ese saco, ¿sabes? «No, es que tú eres esto o lo otro». No es una cuestión tanto del sexo en sí como de que te encasillen, y eso no mola.

¿Qué asuntos te preocupan o interesan como artista en momentos como este?

Me preocupa el que abran los bares ahora mismo, sinceramente. Me preocupa mucho no dar conciertos también, que no se pueda hacer nada, que las agendas culturales hayan quedado completamente reducidas... Creo que esa es mi máxima preocupación en este momento, culturalmente y también desde el punto de vista del ocio.

¿Esto ha favorecido que te centres más en la composición? ¿Cómo han ido saliendo estas últimas canciones que forman parte de Lucero del Alba?

Es que la mayoría ya estaban compuestas hace un año...

¿Y dónde andas ahora mismo a nivel compositivo? ¿O has estado en stand-by esperando a que saliera el disco?

Sigo aprendiendo a producir. De hecho intento producir una canción sin tenerla compuesta, probando. Así surgió, por ejemplo, TLP, que no fue compuesta en función de una letra y unos acordes. Primero surgió la base, y luego ya le añadí el texto. Y estoy intentando hacer eso, pero también escribo, toco el teclado y la guitarra de vez en cuando..., pero tampoco tanto como antes. Ya digo, me estoy enfocando más en comprender mejor el mundo de la producción y hacerlo lo mejor posible desde ahí.

TLP son las siglas de Trastorno Límite de Personalidad. ¿Qué te lleva a crear una canción como esta? También hablas mucho en tus letras de drogas, de muerte, de relaciones tóxicas y enfermedades mentales.

Sí. Es un trastorno bastante común en mi entorno, la verdad, ya sea por amistades o incluso por mí misma. Hablarlo y decir: «Me está pasando esto» o «Estoy sintiendo esto» ayuda mucho a superar ciertas actitudes. TLP es una canción en la que describo el sentimiento que te puede generar este trastorno.

He visto en tus redes sociales que hablas de que tienes ganas de componer una melodía sexy. ¿No lo habías hecho ya?

No, no es tan fácil. Para nada.

¿En qué consiste desde tu punto de vista algo a lo que podríamos llamar una melodía sexy? ¿El vídeo de Lorazepam te lo parece?

No, me parece divertido. Es sexy porque sale Marie. Cualquier sitio donde salga Marie es sexy.

Además de María Talaverano (Cariño), pensaba que en el disco estaría también Marcelo Criminal, tal como vimos en el Ruidismo. Colaboró contigo en una canción que parece que finalmente no salió en el disco...

No [risas], es que hay una cosa con esa canción... Se ha perdido, no está. Su producción la estaba llevando Narciso, y se le rompió el disco duro, y ya está. ¡No hay canción!

¿Qué me estás contando? ¿No se puede recuperar volviéndola a grabar?

Claro, pero por ahora no existe.

¿Cuáles serían tus influencias musicales más directas a la hora de hacer canciones, y más concretamente este disco?

Pues me ha inspirado muchísimo el disco 7G, de A. G. Cook. Son como cincuenta canciones en las que pasa por todos los instrumentos, y creo que te enseña muchísimo en cuanto a comprensión musical. Por eso digo que ha sido como mi maestro en esto de la producción, porque me ha enseñado a comprender mejor los sonidos. Y luego, Laura Les, de los 100 Gecs, también me ha inspirado muchísimo, más productores como Alice Gas y Andrew Goes To Hell, por ejemplo. Tengo una larga lista.

Ya veo. ¿Tienes también un grupo ya preparado para salir de nuevo a escena?

En principio voy a salir yo sola.

¿Con máquinas, o con guitarra en plan cantautora?

Con máquina. Y aparte llevaré visuales. Las últimas veces han sido jugando a la Game Boy; voy a ver si alguna amiga podría subir a jugar a la Switch, o hacer visuales con el ordenador..., ese tipo de cosas.

¿Qué planes tienes para estas próximas semanas? Te habrás planteado, dentro de lo posible, alguna estrategia a seguir...

Pero no como algo híper pensado; de hecho, más como algo general que relacionado con el disco, rollo: «Ojalá sea cuanto antes posible». Y cuando se pueda, ya iremos viendo sitios donde tocar.

¿Qué tal con Mont Ventoux?

Bastante bien. Me han patrocinado el último vídeo que ha salido, el de Cáliz de sangre, y me van a publicar el disco: va a salir en vinilo y en cassette, o sea que genial.

¿Cómo dirías tú que es este disco, Lucero del alba, y por qué habría que hacerse con él?

No sé, porque es un poco boom en la cabeza. Es experimental, pero a la vez muy pop, por lo que tiene enganche. Además, creo que todas las canciones son divertidas, al menos en cuanto a sonido.