El Auditorio Infanta doña Elena de Águilas recibe este viernes la adaptación teatral de la película italiana Perfectos desconocidos (2016), de Paolo Genovese. Álex de la Iglesia fue el encargado de traerla a las salas españolas un año después y, en 2018, el televisivo Daniel Guzmán se encargaba de llevar esta cinta sobre las tablas con la ayuda de David Serrano. Ahora, tras cosechar un importante éxito de crítica y público desde su estreno, el equipo de la obra, con la actriz Olivia Molina a la cabeza del cast -Inge Martín, Álex Barahona, Fernando Soto, Elena Ballesteros, Jaime Zataraín e Ismael Fristchi la acompañan sobre las tablas-, se ha vuelto a echar a la carrera para una gira en tiempos de covid-19 que regresa a la Región con aires renovados. Hablamos con la intérprete para conocer un poco mejor cómo está llevando esta ‘nueva normalidad’.

Tras este parón, ¿cómo ha sido la vuelta a los teatros con Perfectos desconocidos?

Ha sido muy emocionante. Volvimos en septiembre, en Valencia, en el Teatro Olympia, y la primera función fue sobrecogedora, porque no sabíamos si podíamos hacerlo. Pero estar de nuevo ahí, con todo lo que ha pasado, con una transformación tan grande en cuanto a la forma de trabajar, con nuevos protocolos..., lo vivimos con mucha gratitud, la verdad. Y el público siempre llena los teatros, aunque el aforo sea muy limitado, así que estamos tremendamente agradecidos de poder hacer nuestro trabajo.

Y volver con todas esas medidas, imagino que será extraño.

Al principio era raro y, a la vez, como de sentido común. Necesario para sentirte segura sobre el escenario, vaya. Además, se han respetado mucho los protocolos dentro del sector; de hecho, no ha habido ningún brote ni en conciertos ni en teatros. El gremio ha mostrado un gran respeto por la normativa sanitaria y seriedad. Todo esto ha repercutido en que haya ganas, más que nunca, de volver a los teatros, de compartir y seguir escuchando historias para contrarrestar el miedo que provoca esta situación.

En cualquier caso, la pandemia ha dejado en un lugar aún más vulnerable a la cultura...

Sí, ha sido un golpe muy fuerte para el sector, pero creo que hemos reaccionado con mucha fuerza y de una manera implacable para defender los intereses de las más de 700.000 familias que vivimos de esto. La cultura es segura y necesaria; lo hemos visto durante estos meses desde que comenzó la crisis sanitaria: todos nos hemos refugiado en ella. Esa ‘necesidad’ de acercarse a la cultura aumenta en momentos como estos. La cultura es un espejo para pensar, y tenemos que defenderlo como identidad de nuestro país y de cada uno.

A nivel personal, ¿cómo le afectó la crisis sanitaria?

Para mi fue un shock muy grande, y tuve etapas... Primero, me costó reaccionar; me costaba creer lo que estaba pasando, y eso derivó en sentimientos muy duales: a veces muy triste y pesimista, otras muy alegre y fuerte... Me asustó a nivel familiar como a tantas otras familias. Nosotros no podemos teletrabajar y no tener la certeza de cuándo íbamos a volver a hacerlo, y eso, efectivamente, nos hacía sentirnos vulnerables. Pero debo decir que también me ha hecho más consciente y agradecida de lo que tengo.

La obra Perfectos Desconocidos

Llevo dos años con esta función. Empezamos en Madrid, con varias giras, y yo me fui a rodar La valla, pero después volví a ella porque es una función que me ha dado muchísimas alegrías. El teatro siempre me ha apasionado y tener contacto con el escenario durante tanto tiempo es muy gustoso, y esta pieza en concreto me ha regalado momentos increíbles sobre las tablas con mis compañeros; momentos que han hecho que juntos podamos crear un equipo de trabajo muy sólido. Es una función que me ha dado muchas alegrías.

Durante la obra tienen una cena, una cena... real. Y eso conlleva ciertos riesgos...

Nos ha pasado de todo. Porque comemos, cortamos pan, recogemos cosas y, por supuesto, se nos han caído cosas. Yo me he tragado moscas que había en un vaso, ha habido cortes de cinco puntos, atragantamientos un montón, te muerdes la lengua... Comer en escena es una trampa mortal [Risas]. Pero bueno, la obra permite ciertos grados de improvisación, así que cuando vemos un apuro, podemos cubrirlo.

Por cierto, hablaba de La valla

Ha sido muy fuerte..., es que, aunque parezca increíble, la rodamos un año antes de la pandemia. Recuerdo que propusieron que los figurantes grabaran con mascarillas, pero nos pareció demasiado de ciencia-ficción. Pero, tras un año, estamos todos así, la realidad nos ha sobrepasado.

¿Cómo es trabajar con su madre, Ángela Molina, también en el cast de La valla

Es un regalo, es como estar en casa porque tenemos mucha confianza. Lo disfruto muchísimo porque tiene un lado precioso, que es poder conocernos fuera de los roles de madre e hija, y eso ha enriquecido mucho nuestra relación.