Juan Manuel Chumilla-Carbajosa también alucinó con La metamorfosis. «Nada nuevo bajo el sol», dirá alguno; pocos son los que escapan al embrujo del Kafka más... kafkiano (si se permite la redundancia). La cuestión es que el cineasta cartagenero no leyó el más celebrado texto del bohemio alemán durante su juventud, sino ya con su faceta como realizador bien marcada. «Hay ciertas lecturas que a uno le marcan, sobre todo cuando las lee durante su adolescencia.

Pero, curiosamente, a mí lo que me marcó de Kafka fue El proceso (1963), una película de Orson Welles inspirada en una novela suya. Así que, cuando años después leí La metamorfosis, me llamaron la atencion dos cosas: en primer lugar, ese aura abstracto que sobrevuelta el relato -Kafka ni siquiera da una explicación de por qué Gregorio Samsa se convierte en un ´insecto monstruoso´-, y, sobre todo, que nadie en la historia del cine se hubiera atrevido a llevar esta historia a la gran pantalla», recuerda. De-formación profesional, dicen.

¿Era su oportunidad? ¿Prepara su particular versión del relato? Sí y no; es complejo. Por supuesto, Chumilla-Carbajosa se refiere a que nunca nadie ha emprendido un proyecto ambicioso con ese texto de Kafka como base. «Si te pones a buscar, hay películas, pero son obras menores. Nadie ha hecho La metamorfosis como, por ejemplo, Welles hizo El proceso. Pero, llegados a este punto, recuerdo una frase de Hitchcock: 'Las grandes películas nacen de la mala literatura'. Porque, cuando tu coges una obra grande, universal, como pudiera ser el Quijote, e intentas llevarla al cine sin más, tienes todas las de perder. Eso es porque las novelas funcionan por abstracción, y el lector es quien se encarga de dibujar en su cabeza a los personajes y escenarios. Sin embargo, si yo elijo a un actor para un papel, ya no hay más tu tía», señala el cartagenero, que, en homenaje al «tristemente fallecido» Sean Connery, recupera un debate clásico: «En el nombre de la rosa (1986), por ejemplo. Cuando salió la pelí tenía amigos que decían que era muy mala; pero los que la vieron antes de leerse el libro eran más partidarios de pensar que lo que era un coñazo era la novela», rememora entre risas.

La cuestión aquí es pensar en cómo lo hizo Welles (primera norma no escrita de cualquier curso de cine): «Él no intentó ilustrar El proceso, sino conectar con la esencia de Kafka. Esa es la idea: interiorizar el texto y llevarlo a tu terreno, hacer tu propia metamorfosis», explica. Y aquí, Chumilla-Carbajosa apuesta por otro referente absoluto del séptimo arte: Federico Fellini. «Hay una película muy intersante del '86, Historias extraordinarias, en la que tres directores distintos adaptan relatos de Edgar Allan Poe.

Los dos primeros, Louis Malle y Roger Vadim, se ciñen al texto original, pero Fellini coge una anécdota de No os apostéis la cabeza con el diablo y hace con ella una película muy personal y contemporánea sobre un actor inglés que llega a Roma. Pues bien, de las tres, la que mejor refeja es espíritu de Poe es esta última, siendo también la que más se aleja de la obra original en términos de trama», señala. Pues bien, imbuido por la filosofía de Welles y Fellini, Chumilla-Carbajosa se encuentra trabajando actualmente en su particular 'metamorfosis'. Pero, ¿cómo? ¿Una adaptación cinematográfica, una obra de teatro, un libro...? Más bien, las tres cosas; y también pintura, música...

O esa es la intención, porque La palmera herida -título con el que ha bautizado este proyecto- se encuentra todavía en una fase de desarrollo temprana. «Ahora mismo tenemos varios frentes abiertos. La idea es hacer un libro, una exposición e incluso algo de audiovisual, pero lo que tenemos más avanzado es la dramaturgia. Estamos reescribiendo La metamorfosis y, a la vez, trabajando con las otras partes involucradas», adelanta Chumilla-Carbajosa. El cineasta cartagenero habla, por ejemplo, del compositor murciano Salvador Martínez -que se encargará de todo lo relativo a la banda sonora-, y también del actor alcantarillero Enrique Martínez, que será el protagonista absoluto de la pieza.

«Estoy intentando construir la obra con la presencia escénica de un único personaje, porque, curiosamente, y casi sin pretenderlo, La metamorfosis no deja de ser una metáfora sobre la clausura, un texto que invita en cierto modo a la reflexión sobre el encierro obligado», señala el cartagenero en consonancia con las actuales restricciones sanitarias. En concreto, Martínez (Gregorio; o, mejor dicho, Goyo) despertará, como Samsa, transformado en ese «insecto monstruoso» del que hablaba Kafka, aunque, esta vez, el responsable del texto será más concreto acerca de la especie en cuestión.

Y es que Chumilla-Carbajosa convertirá a su protagonista en un rhynchophorus ferrugineus, más conocido como 'picudo rojo', un escarabajo que desde hace años ataca a las palmeras de la huerta murciana. De ahí, claro, el nombre del proyecto, que, como es habitual en el veterano cineasta, no es ajeno a la tierra en que ha iniciado su gestación gracias, por cierto, al programa 'Reactivos culturales'.

En cualquier caso, todavía queda mucho para disfrutar de La palmera herida; aunque, eso sí, quienes quieran conocer este «proyecto multidisciplinar», tienen una cita esta tarde en el Romea (19.00 horas, previa recogida de invitación en la taquilla del teatro), donde su principal responsable y el dramaturgo murciano César Oliva ofrecerán una charla-coloquio en la que desvelarán algunas de las claves de este trabajo. «Hablar del proceso creativo y poder compartirlo con la gente es otra forma de hacer arte», asegura Chumilla-Carbajosa.