Carlos del Amor (Murcia, 1974) es esa voz disonante que en ocasiones nos atrapa durante los minutos culturales del Telediario de Televisión Española. Son apenas unos segundos en los que la actualidad se convierte en poesía sin recurrir necesariamente al verso; pequeñas piezas locutadas desde el lirismo pero alejadas de la pretenciosidad, muy pegadas a la calle, al espectador medio. Y eso no es nada fácil. En un tiempo en el que la información carece de nombre -salvo honrosas excepciones-, hace años que el murciano se ha hecho un hueco en nuestros hogares a base de personalidad y belleza; cualidades de las que hace 'alarde' también en Informe Semanal, con reportajes algo más reposados (si es que es posible en la era de la inmediatez, el zapping y las plataformas de streaming). Pero es que Del Amor no es partidario de engullir, sino más bien de paladear, de degustar, y eso requiere tiempo; igual que escribir un libro como Emocionarte. La doble vida de los cuadros (2020), a la venta desde hace apenas unos días tras hacerse por unanimidad con el Premio Espasa. En él, el apasionado periodista se detiene ante más de una treintena de cuadros que abarcan desde 1573, con Las estaciones, del manierista Giuseppe Arcimboldo, hasta 1994, año en el que el hiperrealista norteamericano Charles Bell pintó Triple swirl fate to black. De ambas -así como de El beso de Munch, La casa junto a la vía del tren de Hooper, Los amantes de Magritte, la Muchacha de Figueres de Dalí...-, el murciano escribe dos textos: uno, el primero, casi fantástico, casi (y solo casi) ficcional, pero muy emocional; el autor bucea en su cabeza y tira de imaginación y background para construir un relato en ocasiones onírico sobre la escena plasmada sobre aquel lienzo. El segundo, por su parte, de carácter mucho más divulgativo (aunque siempre desde el punto de vista de quien escribe), navega por las circunstancias, «digamos 'reales'» del cuadro y de su autor, por aquellos mares que escapan a la mirada superficial de la obra. ¿El resultado? Una suerte de ensayo con carácter novelístico que supone «una invitación al arte» para quienes se acerquen a estas páginas.

Ya hablamos muy brevemente cuando le concedieron el Espasa y, para entonces, tan solo contábamos con unas breves pinceladas de Emocionarte . Pero ahora que ya lo tenemos aquí, lo primero que llama la atención es, por supuesto, el listado de obras. Imagino que le ha debido resultar difícil hacer la selección de 'solo' 35 obras, ¿no? ¿Cómo lo ha hecho? ¿Ha seguido algún criterio específico?

Bueno, tampoco mucho... Al final, el criterio era simplemente elegir cuadros o historias que yo conociese, que supiese que eran buenas historias o que tuvieran detrás algo bonito, rocambolesco o de película. Diría que esos han sido los principales requisitos que le he 'exigido' a las obras de Emocionarte. Ha sido cuestión de ir 'tirando' de mi cabeza y sacando de ella cosas que he leído o que me han ido contando de ciertas pinturas.

Alguno se habrá dejado fuera que le haya dado particular rabia apartar, ¿no?¿O está plenamente satisfecho con el listado definitivo?

Estoy contento con cómo ha quedado. Lo que pasa es que ahora, cada vez que voy a una exposición o que visito un museo, digo: «Éste tendría que haber entrado. O éste otro, o...» [Ríe]. Pero bueno, en algún momento tenía que parar y ponerme a otra cosa; no podía hacer como Antonio López, que parece que no termina nunca un cuadro porque se pasa la vida perfeccionándolos.

Me va a perdonar, porque acaba de salir el libro y lo que toca es disfrutar de estos 35 cuadros, pero ¿este pequeño proyecto da para nuevas entregas, o es una invitación para que el espectador sea el que, motu propio , siga indagando en las vidas de esas pinturas que no han tenido cabida en Emocionarte ?

Eso es, sí. Creo que sobre todo es una invitación a eso, a que la gente husmee, a que cuando esté delante un cuadro se deje llevar, aprenda cosas del autor, del momento en que se pintó... Emocionarte es, en definitiva, una invitación al arte, a disfrutar de la pintura y de todo lo que rodea a un cuadro.

Ha prestado particular atención a la pintura española y a la femenina. ¿Es algo que le ha salido natural o ha querido hacer un pequeño ejercicio de reivindicación tanto por una parte como por la otra?

Bueno, efectivamente es en parte un ejercicio de reivindicación, pero también es una consecuencia natural de nuestro tiempo. En los últimos años se está peleando por sacar de las tinieblas a determinadas autoras que fueron maltratas en vida por la misoginia de la época; creadoras de gran talento que no podían ir a un taller a seguir perfeccionando su pintura por el simple hecho de ser mujer, que firmaban con el nombre de su marido para poder mostrar su arte. Por suerte, poco a poco creo que las estamos recuperando y ya es más habitual encontrarnos con exposiciones dedicadas a mujeres así.

Cada texto, cada cuadro, está dividido en dos partes: una más... diría que puramente emocional, y otra más enfocada a contar la historia del cuadro, o de su autor, aunque siempre también con su toque personal. ¿Por qué ha decidido hacerlo así? ¿Te pedía tu lado más periodista incluir ese segundo texto, quizá menos poético pero más divulgativo?

Sí. La historia es que me apetecía contar la visión que yo tengo del cuadro cuando me pongo delante. Me gusta imaginar qué pudo pasar en ese momento que retrata el autor (siempre tirando de background). Y luego dar un giro para hacer algo más divulgativo, más cercano, y ofrecer al lector datos concretos que nos ayuden a contextualizar la obra y a comprenderla mejor. Juego con esa dualidad, con esa ficción basada en hecho reales (porque ya digo que, al final, esas historias no se construyen desde la nada, sino que en mi cabeza hay historias que me han contado, que he leído o escuchado...), mezclada con su historia digamos 'real' para trazar un libro que cabalga entre la novela y el ensayo.

Esa es La doble vida de los cuadros , ¿no? La real y la que está condicionado por la mirada del espectador.

Sí, el título lo deja claro: la real y la imaginada, aunque ya te digo que ésta parte está casi siempre ambientada en hechos reales. Es un dualidad que en realidad me gustaría que no fuera tal; me gustaría que ambas partes se 'mezclaran'. Porque, aunque en el libro aparecen claramente diferenciadas -cambiando incluso la tipografía de una parte a la otra-, muchas veces la realidad supera a la ficción, y eso me interesaba mucho.

¿Cómo ha sido escribir este libro? Porque me da la sensación de que no ha sido cosa de tener la idea y ponerse a ello, sino que son muchos años de mirar e imaginar historias que, consciente o inconscientemente, ha ido almacenando en su cabeza.

Sí. Podríamos decir que el libro ha estado en mi cabeza desde... siempre. De visitar la exposición de Hopper, el realismo con Antonio López, de ver una y otra vez los cuadros de Velázquez, de perderme con Genovés... Todo eso estaba ya, pero todavía no había salido [Ríe]. Y una vez que se ocurre la idea y sale de tu cabeza, solo es cuestión de darle.

Perdone, pero le tengo que preguntar, dada su trayectoria: ¿Cómo ves el panorama cultural español? Me refiero a, bueno, todo lo que ha conllevado el estado de alarma, la cuarentena y las actuales restricciones sanitarias. ¿Es optimista a corto o medio plazo?

Ahora mismo se puede ser optimista en muy pocos sectores..., y el nuestro es uno de los que más ha sufrido las consecuencias de la pandemia. Piensa que la cultura vive del contacto con el público, y de eso, del contacto, es de lo que precisamente estamos privados. Se tendrá que poner en marcha un mecanismo de ayudas para un sector fundamental en nuestra sociedad y que nos ha dado tanto. Pocas cosas como la cultura hacen 'Marca España'.

¿Hay algo que eche particularmente de menos en lo que a cultura refiere? Quiero decir: entiendo que lo primero que haríamos la mayoría si nos dicen: «Ha desaparecido el covid-19» es ir a ver a familiares, amigos y repartir los abrazos que tenemos pendientes (como en el cuadro de Genovés...), pero hecho todo esto, en el campo de la cultura, ¿hay algo que añore especialmente?

Pues, aparte de lo personal, sí, me apetece mucho ir a un concierto, y saltar y celebrar... Es algo que tengo muchas ganas de poder volver a hacer. O ir a una sala de cine llena, o al menos en la que todos los presentes puedan dejarse llevar por la historia que nos están contando en pantalla, y no por la que traemos desde fuera. Nos toca esperar, pero ese día llegará.