A comienzos del año pasado, Emi Wilcox, artista multidisciplinar madrileño -aunque formado en Murcia-, se puso en contacto con su buen amigo Paco Portero para documentar su última ida de olla: Old habits die hard, o cómo mirar al pasado desde un presente brillante con destellos de futuro, un proyecto performático realizado en Fail Studio y en el que el polémico creador pretendía repasar, durante diez horas ininterrumpidas, algunos de sus trabajos más recientes. «Quería quitarse de encima y de golpe un puñado de obras que había estado haciendo en los últimos años -concreta el cineasta-. Así que allí que fui con mi cámara y me puse a grabar con la intención de hacer un vídeo resumen de cinco minutillos sobre aquello para colgar en Internet, pero cuando terminé me di cuenta de que tenía mucho material interesante», recuerda el realizador bullense. «Le propuse hacer un documental. Le dije: 'Tú me pasas todo lo que tengas grabado y yo, haciendo un par de entrevistas a amigos tuyos para que me hablen sobre ti y sobre el arte de acción, lo monto'. Y me dijo que sí, pero cuando me pasó los vídeos que tenía en el ordenador flipé... Ahí había once años de historia, de su historia. ¡Tardé casi un año en terminarlo!», añade Portero entre risas.

Pero el documental ya está listo (por fortuna para su salud mental); y sí, excede un poco de esos «cinco minutillos» que se habían planteado inicialmente. De hecho, con algo más de hora y cuarto de metraje y casi sin quererlo, el realizador bullense -reciente ganador del Premio Murcia Fantástica del Festival Sombra con el corto Crashpad- debuta con esta inesperada cinta en el largo. ¿El título? En honor a su génesis, Old habits die hard (o algo así como 'Los viejos hábitos son difíciles de matar'); ¿su puesta de largo? Este sábado en la Filmoteca Regional de Murcia, aunque debido a las limitaciones de aforo la lista de invitaciones está cerrada. «Es una putada, aunque la idea es volver a traerla cuando terminemos con los festivales. O intentar colarla en alguna plataforma», apunta Portero, quien asegura que la idea primigenia era lanzar la película en abierto desde el principio». Pero bueno, a estas alturas del relato parece claro que este proyecto es tan imprevisible como su protagonista.

Y es que Wilcox (Emilio Ayala, según su DNI) no es plato para «mentes y estómagos sensibles», como él mismo advertía en marzo de 2019 antes de tomar Fail Studio durante diez intensas horas. «A él le gusta mucho... 'la materia'; juega mucho con el alimento. Recuerdo en Old habits die hard que tenía una acción que consistía en él mismo comiéndose un cerebro de cerdo crudo, acompañándose simplemente de una copa de Don Simón, y muchos de los que se acercaron a ver aquello con las mismas se fueron -relata entre carcajadas-, ¡no querían seguir mirando!». De hecho, una intervención parecida fue la que cruzó los caminos de Portero y Wilcox hace ya varios años: «Me pidió que le grabáramos a cuatro cámaras una historia que tenía en el Párraga. Y cuando llego allí me encuentro a un tipo completamente desnudo y pintado de rojo comiéndose un pollo, un cerdo y una ternera. Al principio me dije: '¿Pero esto qué es?', aunque poco a poco empezó a gustarme», rememora el realizador, quien cuenta una anécdota de ese mismo día a raíz de aquello de los «estómagos sensibles»: «Después de comerse toda esa mierda cruda, recogimos todo, se dio una ducha y dijimos de irnos a cenar, y el cabrón vino y cenó».

Sin embargo, Portero aclara que esa especie de 'lema' que el artista ha utilizado en la promoción de alguna de sus obras va realmente por otro lado. «Está claro que él tiene un estómago de acero, pero quizá vaya más con que es un artista que constantemente confronta a la religión, que habitualmente se presenta desnudo..., y son cosas que, especialmente en los tiempos corren, pueden ofender o provocar a determinadas personas», explica. La cuestión es que es ahí donde reside buena parte de la filosofía de Wilcox como creador y, en general, del arte de acción como disciplina; y esa es otra de las cuestiones que trata el documental. «La película incluye fragmentos de su vida y de su obra, pero también pretende mostrar cómo enfoca él este tipo de arte tan menospreciado a veces. Para ello, le hicimos una entrevista en Londres, que es donde él reside, y hablamos un poco de Marina Abramovic, que es la 'madrina de la performance'. También incluimos fragmentos de conversaciones con otros artistas murcianos y amigos de Emi como Dómix Garrido, tal vez el autor más reconocido de la Región en esta disciplina; como los artistas plásticos Marín Guevara y Javier García Herrero, o Sandra Rayas, entre otras personalidades del mundillo», desvela el también camarógrafo bullense.

El resultado es una cinta que aprovecha la voluntad casi de retrospectiva que tuvo Old habits die hard, o cómo mirar al pasado desde un presente brillante con destellos de futuro para entremezclar grabaciones antiguas de Wilcox y declaraciones, organizando un relato que toma como base la espina dorsal de aquel caótico espectáculo. «El documental va realmente sobre esas diez horas en Fail Studio, pero como aquello estaba compuesto por performances que él ya había hecho en Berlín, Lisboa, Madrid, etc., hemos aprovechado para ir hilando con acciones anteriores que son similares para explicar el porqué de cada una de ellas», avanza el director, que terminó de montar durante la cuarentena; tiempo que también sirvió para componer la banda sonora del filme, creada por la artista multidisciplinar Sofía Bertomeu Hojberg: temas experimentales con toques de ambient, IDM o glitch -y alguna pincelada «más rockera» a cargo del propio Portero- que dan cuerpo a un apartado musical «bestial».

¿Y el protagonista? Encantado con el resultado; al igual que el director. «Realmente trabajar con Emilio es muy fácil porque él se pone a hacer la performance y yo simplemente me tengo que encargar de seguirle con la cámara; ya está. Y a la hora de editar tampoco hemos tenido ningún problema, porque Emi es un poco caótico sobre el escenario, pero en la vida real es una persona supersencilla y de lo más tranquila», asegura Pocero, que, de hecho, ya se encuentra trabajando en más clips con Wilcox. «Unos días antes de que nos confinaran estuvimos grabando una acción suya en el Párraga con motivo de una 'expo' de Marín Guevara, y este verano filmamos otra -esta ya dirigida por mí- en una playa en Campoamor. Ambas están ya colgadas en Internet y se pueden ver, igual que el tráiler del documental», recuerda. No está mal como 'aperitivo', aunque igual los símiles culinarios no son los más apropiados en este caso...