Jay-Jay Johanson, el crooner que vino del frío, sorprendió desde la gélida Suecia a mediados de los noventa con su ambigua y delicada voz y su particular sensibilidad a la hora de escribir letras, factores que lo convirtieron en sucesor de los mejores baladistas de la música pop. Esta suerte de Sinatra posmoderno retomaba las lecciones magistrales de Portishead y Massive Attack a cuenta propia, inyectando generosas dosis de lirismo y romanticismo a los ambientes de bandas sonoras que tanto le gustan. De aquello han pasado más de veinte años, pero parece que no se haya movido demasiado del punto de partida. Quizá suena menos deprimente y oscuro, pero no por ello más feliz... La suya es una especie de tristeza venenosa, aunque ya no sientes tantas ganas de suicidarte, y eso es porque la habitual tristeza del sueco se mezcla con ocasionales dosis de vibraciones positivas.

La melancólica voz de Johanson fue uno de los pilares del trip-hop de los años noventa, con discos tan emblemáticos como Tattoo (1998), Poison (2000) o Whiskey (1996), primeros trabajos en los que combinaba la elegancia melódica de intérpretes clásicos, la sutileza y fragilidad del theremin, los violines y los arreglos orquestales, con los sonidos alambicados de la electrónica más reposada. Y aunque aquella escena musical, que incluía a bandas tan rutilantes como las citadas Portishead y Massive Attack, se desinfló conforme la electrónica siguió veredas más contundentes desde el punto de vista sonoro, Johanson ha sabido trazar en estas dos décadas una carrera en la que ha experimentado con la música de baile o el rock en media docena de trabajos posteriores. Sin ir más lejos, en 2019 publicó su décimocuarto álbum, Kings Cross, con el que siguió sumando exquisitas canciones melancólicas y elegantes de fórmula infalible, y este año, que se cumplen veinte del mencionado Poison -que contó con las aportaciones de Robin Guthrie (Cocteau Twins)-, el tercer y más exitoso disco de su carrera, lo celebra con una gira especial que lo trae de nuevo a tierras murcianas.

¿Cómo te habías planteado esta gira por el veinte aniversario de Poison ?

Es triste que se cancelara... Habíamos planeado muchas cosas para este año (reediciones, libros, camisetas, etc.), pero el coronaviurs frustró todo eso.

¿Qué hizo especial a un disco como Poison ? ¿Cómo recuerdas las sesiones de grabación del disco? ¿Tenías a algún artista o sonido en mente a la hora de crear el álbum?

¡Madre mía, eso da para hablar mucho! Ni siquiera sé por dónde empezar... Me quedaré con que fue precioso tener a Robin Guthrie de Cocteau Twins en el estudio grabando Far away y Escape con nosotros.

¿Han cambiado mucho tus motivaciones desde que publicaste Poison hasta ahora?

No creo que mis motivaciones hayan cambiado, la verdad, pero yo sí. Y, por supuesto, el sector musical es completamente diferente ahora.

¿Cuál dirías que es la fórmula 'Jay-Jay'?

No lo sé. Creo que es mejor que le preguntes a la gente que escucha mi música.

¿Cómo has vivido/estás viviendo la pandemia? ¿Cómo crees que ha afectado o va a afectar a la industria musical? Bandas, sellos, músicos, tours ... ¿Cómo ves la idea de dar conciertos ahora mismo? ¿Has encontrado dificultades a la hora de montar esta gira?

Bueno, hemos cancelado todo el año; estos son más o menos los primeros shows que estamos dando... Pero sí, tenía planeado girar este año, y hacer un álbum el año que viene. En lugar de eso, ahora he podido escribir, componer y producir nuevas canciones.

Durante todo este tiempo, tus canciones se han nutrido de la electrónica, el jazz, el pop, el folk, la bossa nova? ¿Cómo llegaste a la conclusión de que todos esos estilos podían funcionar en un mismo espacio? ¿Cómo ocurrió tu flechazo con el jazz?

Gracias a Chet Baker, y sobre todo después de verlo en directo en 1984.

También te gusta trabajar de vez en cuando en bandas sonoras. ¿Cómo es el proceso? ¿En qué se diferencia de la grabación de un disco? ¿Qué banda sonora te hubiera gustado componer?

Hasta ahora he compuesto dos bandas sonoras, y la forma de hacerlas fue completamente distinta. La primera la hice después de que la película estuviera acabada y montada, y en la segunda ya estaba trabajando antes de que empezara el rodaje. Me encantan, por supuesto, las películas antiguas de Hitchcock, y adoro que algunas no tengan música, como Los pájaros y La ventana indiscreta. Me habría encantado componer la banda sonora para alguna de ellas.

¿Puede la tristeza ser bella? ¿Te sientes optimista?

Me veo a mí mismo como alguien afortunado; quiero decir, tener el oficio que yo tengo es genial, especialmente después de tantos años, y sí, creo que la tristeza puede ser muy bella.

¿Qué me dices de tu candidatura a Eurovisión? ¿Lo intentarás otra vez o fue una mala experiencia?

Me pidieron los organizadores que participara. Si no, nunca habría pensado en ello; no es algo que yo siga, pero fue divertido, eso sí.

¿Qué opinas de la expansión musical que estamos viviendo hoy en día: el reguetón, el trap...?

No lo sé... Me interesan mucho los nuevos artistas y todo lo que hay en las listas, y creo que algunas cosas nuevas de hip-hop están muy bien.

En el EP Smoke creaste una versión de un tema que ya es atemporal: Love will tear us apart . ¿Por qué en 2019? ¿Existe una razón especial para elegir este momento de su carrera?

Realmente no. Solo estaba sentado al piano probando distintos acordes y me pareció que esta estructura era muy adecuada para el tema de Joy Division.

¿Te sientes identificado de alguna manera con los crooners de los años cincuenta?

Chet Baker siempre ha sido un héroe. Él y Portishead son mis dos mayores influencias, creo.

¿En estos momentos, te sientes más cerca de Portishead o de Joe Jackson?

Tengo todos los discos de Portishead, y fueron una influencia absolutamente grande para mí, (sobre todo antes de hacer Whiskey), pero no tengo ningún disco de Joe Jackson, y creo que no conozco nada de su obra. Espera, voy a youtube y lo miro... Ya he vuelto. Sí, ya he visto quién es; recuerdo esa canción... Stepping out. Está guay, pero realmente no es lo mío.