El Museo Ramón Gaya cumple durante este mes de octubre treinta años colmando de arte la Plaza de Santa Catalina de Murcia. Tres décadas en las que, por sus paredes, han pasado toda clase de artistas, pero, en la inmensa mayoría de los casos, con un lazo o vínculo particular con el maestro creador cuyo nombre bautizó en 1990 este emblemático espacio. Por eso, cuando su trigésimo aniversario asomaba en el horizonte, solo hubo un autor o, más bien, una obra posible con la que celebrar su historia.

De este modo, y desde ayer, cerca de una veintena de cuadros del Gaya conmemoran la citada efeméride; una cuidada selección que ha corrido a cargo del escultor y pintor murciano Rafael Fuster, quien ha dividido la vida del recordado artista en cuatro etapas: 'Juventud' (1910-1939); 'Exilio en México' (1939-1956); 'Regreso a Europa', a la 'Patria de la Pintura' (1956-1978), y 'Madurez, reconquista de la inocencia' (1978-2005), que refleja la consagración del pintor. Según Fuster, esta división ofrece una visión cronológica de los periodos que él considera «cruciales» en la trayectoria de Ramón Gaya, lo que permite ver la evolución de «toda una vida consagrada a la pintura».

Y aunque hay obra conocida y frecuentemente reseñada, el visitante también podrá contemplar alguna pieza desconocida del murciano. Porque Obra escogida -que es como se ha titulado a la muestra- se ha convertido también en una 'excusa' para mostrar al visitante obras inéditas de Gaya; es decir, piezas que no se habían expuesto hasta el momento. Es el caso de La jaula, una obra de su etapa en México y que, según su comisario, «marcará su vida»; Cuenca, la rama del geranio, de la etapa europea del murcinao, y En la mecedora -retrato de Isabel Verdejo, viuda del artista-, Tomates y Vaso con geranios.

Con esta muestra, que podrá verse hasta el próximo mes de marzo de 2021, su comisario ha querido mostrar a un pintor «único y con una de las personalidades más arrolladoras del siglo XX». Para ello, la exposición se abre con el primer óleo pintado por Ramón Gaya y se cierra con el último cuadro que firmó: Vaso con geranios (2004), concretamente el 13 de abril, meses antes de morir. El pintor, muy mayor, casi sin fuerzas, cumpliría entonces con aquello que él mismo había repetido una y otra vez: «Los escritores deben morir escribiendo y los pintores, pintando». Se trata, por tanto, de una obra cuyo punto de partida ya es tremendamente emotivo.

Además, el Museo Ramón Gaya no ha querido escatimar en gastos de cara a la inauguración de esta muestra, con lo que ha llevado a cabo una serie de mejoras formales de la sala de exposiciones temporales, además de habilitar la sala de audiovisual como lugar expositivo, donde se podrá ver el final de esta antología de Ramón Gaya.