Un grupo de desprejuiciados y alegres jóvenes se disponen a pasar unos días en una cabaña ubicada en medio de un remoto bosque. Pero pronto descubrirán que entre esas paredes les espera algo más que diversión. ¿Nada nuevo sobre el horizonte verdad? Grave error.

Drew Goddard, guionista y debutante aquí como director de la función, procede del mundo televisivo, habiendo intervenido en series como Buffy, cazavampiros (2002-2003); Angel (2003-2004); Alias (2005-2006); Perdidos (2005-2008), y Daredevil (2015-2018). Además, ha firmado los libretos de Monstruoso (Matt Reeves, 2008), Guerra Mundial Z (Marc Forster, 2013), Marte (Ridley Scott, 2015) y Malos tiempos en El Royale (2018), película esta última dirigida por él mismo con notable resultado, con una dirección de pulso a medio camino entre Quentin Tarantino y Guy Ritchie, por si alguien decide disfrutar con una propuesta que a pesar de esas comparaciones destila originalidad.

Pero volviendo a La cabaña en el bosque, lo que Goddard nos propone es algo insólito pero, al mismo tiempo, muy familiar. Que nos sintamos cómodos. Que creamos que sabemos por dónde van a ir los tiros para posteriormente dejarnos solos sobre el abismo de una forma radical. El objetivo es detonar el género de terror pero desde dentro, haciéndolo saltar por los aires y, por tanto, retando al público. ¿Será capaz el acomdodado espectador, acostumbrado a que se lo den todo masticado, de aceptar un vuelco que literalmente pone patas arriba el planteamiento inicial?

La trama de La cabaña en el bosque funciona a la perfección de forma quijotesca, como libro de caballerías, al tiempo que como desmitificación de los mismos. El caballero andante que ha malinterpretado la ficción llega aquí como un grupo de jóvenes (ya no adolescentes) que encaja a la perfección en el paradigma de «película de amigos pasando el finde en una cabaña en el bosque y en la que van cayendo como moscas». Lo interesante del filme de Goddard es que, al mismo tiempo, la película va desmontando minuciosamente todos y cada uno de los lugares comunes del género.

La vuelta de tuerca nos llega en un doble sentido. Por un lado lo hace en un momento en que los propios protagonistas se van dando cuenta de que no es normal lo que les está pasando y, en cierta medida, toman la iniciativa en la construcción de su propio relato (primer giro interesante de la película). Sobre todo cuando comprendamos por qué está siendo 'observados', un poco como ocurría en Malos tiempos en el Royale , donde la realidad siempre tiene un doble fondo.

De este modo Goddard nos permite, como si estuviésemos en El mago de Oz (Victor Fleming, 1939), asomarnos por detrás de las bambalinas del género para poder conocer una verdad incómoda que aglutinaría de manera, ya decimos, casi racional, no solo este subgénero de 'adolescentes en la cabaña aislada', sino prácticamente todas las variantes, clásicas y recientes, del género de terror.

Es por ello de justicia reivindicar La cabaña en el bosque como una declaración de amor al terror, en general, y a la posibilidad de que siempre se pueda sorprender al espectador (y a los personajes, ojo con esto) con una pequeña innovación que ofrezca nuevas respuesta a cánones que creíamos inamovibles. Además, en su reparto tenemos nombres de la primera fila de Hollywood como Chris Hemsworth (Thor), la siempre imponente Sigourney Weaver y el exquisito Richard Jenkins, que tiene por costumbre comerse la pantalla en toda película en la que aparece.

En cualquier caso, La cabaña en el bosque es una cinta particularmente recomendable, sobre todo para los amantes del terror. Pero porque parte de un modelo perfectamente reconocible al que le da la vuelta por mero y simple disfrute. Vayan a verla y hagánlo en el Sombra Festival porque, como poco, no les deafraudará. Y dense por avisados: empieza siendo más de lo mismo pero, cuando uno va a darse cuenta, se encontrará en una película completamente distinta. De momento, se queda en película de culto; en unos años, ya veremos.