Reborn tiene un punto de partida particularmente inquietante. Un bebé nace muerto y es robado por un trabajador de la funeraria para ser posteriormente resucitado mediante poderes telequinéticos. ¡Y ésta es solo la primera frase de la sinopsis!

La película, que puede recordar remotamente a Carrie (Brian de Palma, 1976), provocó cierto revuelo en su día entre los fans del terror. Se trataba de una cinta de sin demasiados complejos que entraba en el género sin ningún prejuicio y que no se avegonzaba de su apariencia de serie B.

La cuestión es que el bebé robado se convierte en una adolescente y, cuando cumple los 16, decide ir en busca de su madre. Y ya se sabe lo que implica la adolescencia sobre todo si uno tiene afinidad con lo sobrenatural...

Reborn no se anda con rodeos y va directa al grano. Es una de esas películas de terror puro y duro que cada vez se ven menos por televisón porque entre dramas y personajes bien perfilados a veces se olvida uno de lo que estábamos hablando.

El filme está dirigido por Julian Richards, uno de esos realizadores que comenzaron haciendo cortos en casa y que, de un día para otro, estaba ganando premios en diversos certámenes. Despúes a Richards no le ha ido del todo bien, y no porque no haya hecho películas interesantes, sino porque no han tenido, quizá, el éxito que se merecían.

Con un sentido de la atmosfera muy cuidado y con una concatenación de muertes sucesivas muy bien conseguidas, la película de Richards no nació para encumbrar el género, sino para provocar el disfrute de los aficonados al mismo.

Y como es de esto último de lo que se trata, Reborn es una apuesta extrema por lo que es, aunque no deje de ser una cinta del género tan al uso que hoy resulte extraño contemplarla. Cine de terror en estado puro.