Imagino que muchos habrán conocido a Peter Jackson codeándose con grandes estrellas y dirigiendo superproducciones como El Señor de los Anillos ( The Lord of the Rings, 2001, 2002, 2003) o King Kong (2005) pero este cineasta neozelandés tiene un pasado, como mínimo, truculento. Y cuando digo 'truculento' no se hacen una idea de hasta qué punto estoy siendo sincero. Quizá hasta me quede corto. La primera película de Jackson se titulaba Mal gusto ( Bad Taste, 1987) e iba de unos extraterrestres que viajaban a la Tierra para cazar seres humanos para utilizarlos como carne de hamburguesas interestelares. Decir que Mal gusto es una película cutre es ofender al cine cutre, y aún así fue un singular éxito dentro de su limitada exhibición. A partir de ahí, Jackson se movió como pez en el agua dentro del cine gore, absurdo y abiertamente desconcertante, con títulos como El delirante mundo de los Feebles ( Meet The Feebles, 1989) -una especie de versión obscena y sangrienta de los teleñecos- y Briandead. Tu madre se ha comido a mi perro ( Braindead, 1992).

Fue a partir de aquí cuando las cosas cambiaron para Jackson. El inesperado éxito de su sanguinolenta cinta de zombis caníbales lo lanzó al estrellato, y fue entonces cuando demostró que, además de delirante, podía ser serio con películas como Criaturas celestiales ( Heavenly Creatures, 1994), que para muchos sige siendo su mejor largometraje. Más tarde, Hollywood le ofreció hacer el gamberro en una producción de gran presupuesto y la salió Atrápame esos fantasmas ( The Frighteners, 1996), que es muy ivertida, aunque no sirva para mucho más.

Pero cuando las cosas se pusieron verdaderamente serias fue cuando Peter Jackson se puso al frente una superproducción como El señor de los anillos. Rodada prácticamente al unísono a lo largo de más de un año y pico, el filme resultó ser una inesperada prueba de músculo creativo pero, al mismo tiempo, de control. Jackson fue capaz de hacerse responsable de un presupuesto de casi trescientos millones de dólares y de conseguir a cambio una recaudación de cerca de tres mil millones y un total de cieciocho Oscar, incluyendo el de Mejor Película para El retorno del Rey ( The Lord of The Rings: The Return of the King, 2003).

Desde entonces, Peter Jackson se ha movido por Hollywood como pez en el agua, como si no se hubiera zambullido entre vísceras en sus orígenes. Sobre todo porque en el fondo, pese a haber rodado superproducciones como King Kong, o The Lovely Bones (2009), Peter Jackson sigue siendo un cineasta de cine gore de bajo presupuesto. Sus películas aprovechan hasta el último dolar, siguen destilando un inconfudible aroma a cine de serie B y él continúa siendo, sin ninguna duda, el mejor cienasta del exceso. Da igual que hablemos de Braindead o de El señor de los anillos, porque en el fondo, ambas son igual de excesivas.