Hace un par de años, dejó a todo el mundillo del noir boquiabierto. Lectores, crítico, editores... Nadie se esperaba un debut como Morir no es lo que más duele (2018), y menos de una autora que parecía haber aparecido de la nada. Por fortuna para ellos, los primeros en verla venir fueron los responsables de una firma de entidad como Espasa, que enseguida se apresuraron a firmar a la periodista oscense, convertida desde la primera lectura del manuscrito en la gran apuesta de la editorial dentro del género negro. Y si algo está claro a estas alturas es que, cuando lanzaron la moneda del azar, salió cara. Pues lejos de quedarse en una promesa, Inés Plana (Barbastro, 1959) lanzaba en septiembre del año pasado la segunda entrega de una trilogía que está encandilando a los fanáticos de la novela policíaca y de misterio: Antes mueren los que no aman (2019), de nuevo protagonizada por el teniente Tresser de la Guardia Civil y, de nuevo, recibida con entusiasmo por los expertos en la materia; en ellos, los miembros del jurado de Cartagena Negra, que la han seleccionado como una de las finalistas para el premio de novela de las jornadas.

La novela negra está de moda. ¿Qué cree que tiene el noir que engancha tanto a los lectores?

La fascinación por el mal es muy poderosa. Las normas de la civilización nos obligan a no salirnos del guión, a ser buenos, honestos y decentes, a hacer o intentar hacer siempre lo correcto. La contemplación de la maldad ejercida por otros nos obliga a reflejarnos en espejos en los que nunca nos habíamos mirado, a afrontar las múltiples contradicciones de la condición humana y a proyectar nuestros miedos, esos que también nos asaltan en las pesadillas. La realidad casi nunca es bonita y el género negro sitúa al lector ante los aspectos más sórdidos y las aristas más afiladas del mundo en que vivimos, porque otra de sus convenciones es, precisamente, la denuncia social.

¿Y usted, cómo llegó a este género? ¿Era aficionada antes que escritora de novela negra?

Siempre me ha gustado la novela negra y policíaca, aunque no exclusivamente, pues la comparto con la lectura de otros géneros, como la narrativa o la novela clásica de aventuras. Pero sí es verdad que todas las historias sobre las que he querido escribir o que me han atraído a lo largo de los años han tenido un fondo de intriga, de enigma policial y de crímenes a través de los cuales expreso mi percepción de la realidad desde sus ángulos más oscuros.

¿Un autor o libro que le haya marcado, que le hiciera seguir este camino literario?

Me impresionó mucho Cosecha roja (1929), de Dashiell Hammett. Lo leí hace muchos años y lo he revisitado alguna vez, porque me sigue fascinando ese lenguaje desnudo y sencillo que, sin embargo, narra la complejidad de una historia de violencia desatada que te deja sin aliento. Quizá a partir de la primera lectura de este clásico me empezó a atraer el mal para fabular con él.

En la actualidad, ¿qué está tramando? ¿Anda todavía centrada en la presentación y difusión de su último trabajo (ahora le preguntaré por él) o tiene algún proyecto en el horno?

En estos momentos estoy ya escribiendo mi tercera novela, también protagonizada por el teniente de la Guardia Civil Julián Tresser, que ahora ha ascendido a capitán, trabaja en la Unidad Central Operativa (UCO) e investiga el caso de una desaparición. Al mismo tiempo, continúo con la promoción de Antes mueren los que no aman, a la que muchas veces se une la de Morir no es lo que más duele, mi primera novela, puesto que ambas comparten a Tresser como protagonista.

Se lo preguntaba porque muchos escritores que se han tirado al teclado aprovechando estos meses de cuarentena. ¿Es su caso?

Me confino o me encierro cuando escribo, sobre todo cuando he terminado el borrador y comienzo a editarlo, pero me confino de modo voluntario y no siento el agobio del encierro. Sin embargo, el confinamiento obligado por el coronavirus ha sido muy duro, con tanta gente hospitalizada y tantas muertes, con tantos ancianos contagiados en las residencias y tantas familias que no han podido despedirse de sus seres queridos y que han esperado días para recibir las cenizas... Esta pandemia ha sido y es brutal. En mi caso, hubo días en los que me sentía incapaz de escribir. Estaba sobrepasada por el dolor y la incertidumbre. Puede que haya habido escritores que en estas circunstancias hayan controlado sus emociones y hayan podido fabular durante esos días tan difíciles de sobrellevar, pero no ha sido mi caso. Necesito ver y vivir la vida para escribir. Ahora mismo, sin embargo, ya he podido retomar la escritura, porque ya puedo salir a la calle, sentir el sol y el aire, sentir la vida a mi alrededor, aunque sea con mascarilla y aún continúe la incertidumbre sanitaria y económica que genera este virus al que no terminamos de doblegar.

Hablando del confinamiento y, por extensión, de la covid-19 (el gran villano de este año), ¿da este 2020 para una novela negra o más bien inspiraría un libro de terror?

Pienso que da para todo tipo de novelas. Se escribe con el subconsciente y todos lo tenemos más o menos tocado debido a esta experiencia insólita, dolorosa y traumática. A cada escritor le habrá provocado un sinfín de sensaciones que, posiblemente, generen historias que incidan en tramas diversas, como puede ser el género de terror, el detectivesco por el tema de los rastreadores, el narrativo que incida en la angustia existencial o quizá también la ciencia ficción, porque este virus y todo lo que ha provocado nos recuerda o nos sugiere mundos distópicos.

Ahora sí: háblenos, para quien no lo conozca, de Antes mueren los que no aman , finalista del premio de novela de las jornadas.

Pues lo cierto es que, tras varios meses de oscuridad durante la pandemia, la nominación de Antes mueren los que no aman como finalista del Premio de Novela Cartagena Negra me ha llegado como una vía de luz que me ha dado mucha energía y me ha hecho muchísima ilusión. Van a ser unas jornadas perfectas donde autores y lectores nos vamos a reencontrar presencialmente, con todo lo que de enriquecedor tiene, y en un escenario tan precioso como lo es la ciudad de Cartagena. Llegar aquí con mi novela, con el personaje del teniente Tresser a mi lado, es algo que me entusiasma.

En cuanto a la novela, en Antes mueren los que no aman, este teniente de la Policía Judicial de la Guardia Civil afronta una nueva investigación, la muerte de una funcionaria de la Seguridad Social que es empujada contra un cristal por una misteriosa mujer. Pero, a la vez, Tresser recibe la primera pista fiable sobre una niña prostituida que desapareció dos años atrás y cuya búsqueda desesperada someterá al teniente a duras pruebas y a dilemas de difícil solución.

Repite protagonista, confiesa también que lo hará en su tercera novela... ¿Es Tresser su proyecto de 'detective' de cabecera?

Tresser es algo así como mi talismán. Con él inicié el sueño de publicar mi primera novela, con él he evolucionado como escritora en la segunda -al tiempo que también él lo ha hecho como personaje- y con él espero seguir haciéndolo en mi tercera novela, que cerraría esta trilogía sobre la maldad que inicié con Morir no es lo que más duele.

Por último: ¿Le recomienda a nuestros lectores una novela con la que enamorarse del género?

Yo sugeriría cualquier novela de Henning Mankell, pero especialmente dos: El retorno del profesor de baile (2000) y Profundidades (2004). Mankell es un maestro del género negro y un maestro también en entremezclar la trama con la denuncia social y las contradicciones (y maldades) del ser humano.