Gauthier había encaminado sus pasos al teatro, primero estudiando en una escuela de teatro en París y uniéndose después a varias compañías en Grenoble. Pero ella, que había estudiado Literatura, cambió el rumbo de su quehacer cultural y escribió su primera novela y acertó. Vestida de corto ganó en 2019 el Premio Goncourt de Primera Novela y le descubrió sus condiciones (razonables condiciones) para tener un lugar propio en la narrativa francesa.

Vestida de corto no es una historia novedosa, cuenta la iniciación sexual de dos adolescentes, el descubrimiento de la sensualidad y el placer de dos chicos en un pequeño pueblo de la Francia interior. Pero, como dice Bernard Pivot, Vestida de corto «es valiosa por cómo está escrita». Con un lenguaje cálido, arropado en frases cortas que acentúan su sentido, Gauthier nos va introduciendo de manera imperceptible, con la suavidad de la brisa del verano, en ese ambiente limitado y sofocante de un pequeño pueblo francés en pleno verano y, en paralelo en las sensaciones, los deseos, los nuevos sueños que impulsan a los dos adolescentes; al nacimiento de esa atracción que descubrirá y juntará sus cuerpos.

Félix, con 14 años llega a un pueblo del interior de Francia para trabajar ese verano como aprendiz de un peón caminero. Se aloja en casa del peón, que vive con su hija, Gilberte, Gil.

Ella era alta, de cabello claro y despeinado. Tenía los ojos azules, las piernas finas, siempre vestida de corto, con su minifalda. Trabajaba en el súper y atendía todas las tareas de la casa.

Él quería salir de la infancia. La devoraba con los ojos, la seguía con la mirada, contemplaba fascinado sus movimientos, pero lo único que podía hacer era mirarla y respirar su olor, imaginarla, y seguir su estela.

Pero para era ella sólo es 'el chico'. Una especie de hermano pequeño del que debía hacerse cargo.

Ella salía de noche, se entregaba a otros hombres, jóvenes y no tan jóvenes, de paso. Ella era como un imán. Felix intuía esa vida oculta, pero no quería descubrirla.

Ella siempre regresaba de sus aventuras amorosas. El no quería dormirse hasta reconocer los pasos de ella en la escalera. Luego siempre esperaba que algo se moviera al otro lado del pasillo, en la habitación de ella, una señal, algo que lo animara. Pero nada.

Pero un día, los dos en la piscina, ella descubrió que el cuerpo de Félix, curtido por el trabajo duro y al aire libre, ya no era el de un niño. Algo cobraba vida, ella vio el cuerpo de Félix como si comenzara a existir. El chico se estaba convirtiendo en un hombre. Gil descubrió algo que le dejaba sin voz, que subvertía la situación. Esa sensación no la había sentido nunca. El chico ya no era el chico. Y entonces sí, disfrutó de una «noche mágica de entre todas ellas. Una noche sin nombre». El verano puso su vida patas arriba.

Al poco, un día ella no regresó y el verano acabó.

Gauthier inicia su andadura narrativa con una historia llena de lúcidas expectativas y esperanzas que deberá confirmar en próximas novelas. 'Vestida de corto' nos dice que nos encontramos con una autora de largo recorrido si confirma las buenas sensaciones que deja su primer trabajo.