Si en esta Región se pronuncian las palabras 'música tradicional' , 'baile', 'tradición' o 'folklore', el nombre de Tomás García (Murcia, 1980) sale a la luz en menos de lo que se desafina una bandurria. Gran investigador de la música de raíz murciana, Tomás se embarcó junto a su amigo Paco Frutos en un proyecto de recuperación de coplas de los tres últimos siglos. El viernes, el resultado volverá a ver la luz. Será en El Palmeral de Santiago y Zaraiche a las 21.30.

¿Es el folclore hoy una pieza de museo?

En la Región de Murcia ahora mismo vive un buen momento. Se han recuperado campanas de auroros en sitios como Fuente Librilla, Villanueva del Río Segura o Santomera, han aparecido nuevas cuadrillas, formadas por gente joven y mayor, el trovo popular se está extendiendo por Cartagena y Lorca y ha habido relevo generacional en la huerta de Murcia. Creo que ahora mismo no es una pieza de museo como sí pudo serlo en los 70 y 80, con el éxodo de los pueblos a la ciudad. Ahora la cosa podría estar mejor, pero funciona.

¿Cómo surge la colaboración con Paco Frutos?

Al final aquí nos conocemos todos. Paco Frutos pertenece históricamente a la cuadrilla de Patiño. Aunque no siempre ha estado tocando, de vez en cuando participa en los rituales. Yo lo conocí cuando empecé a ir a Patiño y luego hemos realizado proyectos conjuntos, como el de la cuadrilla murciana, con la que hemos editado tres discos. A raíz de esa relación hemos entablado muchísima amistad. Como los dos estudiamos Flamenco en el Conservatorio de Cartagena, decidimos llevar a cabo este proyecto, que hemos puesto en escena muy pocas veces. Él pone su voz para el flamenco y el folklore y yo pongo un poco la investigación de coplas y música con guitarra y laúd.

Paco suele decir que de las pocas cosas que jamás perderán su esencia es la música de raíz.

Claro. Aunque busquemos el flamenco u otra música, porque nos gusta mucha música diferente, siempre partimos y acabamos en lo nuestro, en lo de nuestra tierra. Una malagueña, una jota, una parranda, un aguilando en Navidad...es con lo que nos identificamos. Nuestros recuerdos de infancia y juventud siempre estarán con nosotros aunque viajemos a otras músicas.

¿El folclore evoluciona?

Por supuesto. Evoluciona sin que nos enteremos. Nuestros antepasados de Guadalupe o Patiño tocaban instrumentos diferentes a los que llevamos hoy. Las cuerdas de los instrumentos no tienen nada que ver unas con otras, antes se tocaba casi exclusivamente por el tiempo de Navidad y ahora se toca casi todo el año. No existían afinadores, muchas veces se tocaba desafinado. Hoy en día casi todas las cuadrillas vamos más o menos afinadas. La música también ha evolucionado. Vivimos en la globalización y acabamos cogiendo de un lado y de otro. En definitiva, lo que se queda en un lugar es lo que los músicos de ese lugar y esa época han plasmado. Existe una esencia, pero va evolucionando constantemente.

A veces cambia a peor.

Cuando un grupo de coros y danzas coge una copla de una tierra suele desvirtuarla y convertirla en otra cosa. Encorsetan los bailes y se los llevan al escenario. Y una música popular está viva cuando vas a la plaza de un pueblo y ves a la gente bailando y tocando durante un día entero. Eso es folclore vivo, natural en su contexto festivo. Estas compañías suelen proponer un formato demasiado ensayado que deja poco espacio a la espontaneidad. Les cambias las coplas y se equivocan. Uno va a un encuentro de cuadrillas y se echa una malagueña de 28 coplas y no hay nada ensayado y sale y te diviertes y disfrutas.

En el proyecto con Paco recuperan coplas de los tres últimos siglos.

Por un lado hay una parte literaria, basada en coplas populares del XVIII, XIX y XX editadas en Murcia. Por otro lado vamos a basarnos en estilos musicales que se han ejecutado en Murcia. Jota, malagueña, seguidilla en todas sus variantes, la décima espinela, algún tema de flamenco, alguna soleá, alguna alegría, y luego cantes mineros de la sierra del Levante, de La Unión, Mazarrón y Lorca.

¿Siguen vigentes?

Algunas de ellas sí. Hablan de amor y de desamor, por ejemplo. Hay muchas muy machistas, con cuyo contenido no estamos de acuerdo, pero las ponemos en nuestra voz para que la gente vea las burradas que se decían. Nuestros antepasados crearon coplas alusivas a momentos históricos: la riada de Santa Teresa, el hambre o los problemas que tenían los molineros. Ahora se han hecho coplas alusivas al coronavirus, por ejemplo, que serán interpretadas en el futuro cuando venga una catástrofe similar.

¿Se tiende a la homogeneización y a la caricatura amable de la música popular?

Sin duda. Muchas veces te tienes que ir a sitios más recónditos para encontrar la esencia. Ahora mismo, un paradigma de fiesta viva y alegre del folklore, con mucha gente joven, es el Encuentro de Cuadrillas en la plaza de la Iglesia de Fuente Librilla, por ejemplo. Otros más conocidos, como el de Barranda o Patiño son espectaculares, pero no hay una sensación tan pura.