Además de mascarillas, comparecencias diarias de epidemiólogos, vecinos que se consideran Rangers de Texas y teorías conspiranoicas, el coronavirus ha generalizado la nostalgia de futuro. Sí: ese echar de menos lo que iba a pasar y ya no, esa paradoja que antes solo aquejaba a algunas almas taciturnas, ha irrumpido como el mismísimo gel hidroalcohólico. Miren al Grupo Puja!, si no: la compañía hispanoargentina de teatro aéreo asentada en Murcia tenía programada para este verano una gira mundial de diez actuaciones. «Primavera y verano es nuestra gran temporada. Además, nuestros principales escenarios son internacionales, y no está del todo claro cuándo van a abrirse las fronteras», explica su directora artística, Gema Segura.

Otro escollo que Puja! deberá sortear es el aforo: desde sus orígenes, hace más de 20 años, la compañía ha llevado a cabo espectáculos de gran formato. «Normalmente -continúa Gema- trabajamos en grandes plazas donde caben unas cien mil personas. Ahora se habla de aforos máximos de 800 personas, y eso para nosotros es insuficiente. Semejante reducción de aforo no es rentable para nadie. De ninguna manera».

La carpa salvadora

También en sus señas de identidad es donde el grupo ha encontrado la manera de sobreponerse. Desde hace 14 años, Puja! tiene su sede en el párking del Centro de Arte Contemporáneo La Conservera, en Ceutí. Allí instalaron una carpa de hierro de 20 metros de altura. «Allí entrenamos y enseñamos a los nuevos compañeros», dice Gema. La idea surgió en seguida. «Dándole vueltas a las condiciones de seguridad, vimos que la carpa podría ser nuestra manera de salir adelante, guardaríamos la distancia de seguridad».

La compañía readapta estos días sus espectáculos a un espacio que conocen de sobra. «Llenar el perímetro de la carpa de coches nos sugiere lo más aséptico posible, porque puedes ver el espectáculo en directo, pero dentro de tu vehículo». No es el único contexto que manejan. «Otra opción es llenar el centro de mesas y sillas separadas, para que se puedan juntar familias o amigos pero se respete la distancia entre mesas. Otra alternativa es una combinación de ambas», explica Gema.

Hace dos domingos, la compañía realizó un simulacro de este nuevo formato. No salió del todo bien. «La carpa tiene el tamaño que tiene, y si llenamos el perímetro de coches caben 18, y eso sigue sin ser rentable. Por cada persona que está en el aire hay tres técnicos debajo, en nuestro trabajo hay mucha más gente implicada de la que se ve en escena». Encarecer la entrada tampoco es, de momento, una opción.

Gema lo tiene claro: «Vamos a tirar por esa dirección. Además, vamos a abrir el espacio a cualquier compañía de circo o teatro escénico que quiera exhibir. Queremos crear un centro de referencia mundial sin mover la carpa de sitio». Aunque no quieren hablar de fechas, en el horizonte hay una muesca: «Nos gustaría para principios de agosto, que las fiestas de Ceutí coincidieran con nuestra primera oferta pública después del estado de alarma».

A falta de la firma del ayuntamiento del municipio, el objetivo se antoja factible. «Creemos que tenemos soluciones para cualquier situación», asevera Gema. Si la jugada les sale, Puja! ofrecerá espectáculos adaptados de las funciones que antes del coronavirus tenía en funcionamiento, especialmente de Quixote y Asteroide B-612 (El Principito). «Acomodar las obras a unas condiciones es mucho menos duro que crearlas desde cero, pero requiere muchos ensayos. Por suerte -concluye la directora escénica-, el lenguaje aéreo siempre ha estado en nosotros y conocemos el espacio. Sabemos qué permite y qué no».