Este 23 de abril, La Rambla de Barcelona y otras calles emblemáticas catalanas no olerán a rosas, pero, a pesar de la pandemia, floristas y entidades se han conjurado para mantener la tradición de Sant Jordi aunque sea bajo mínimos y de forma simbólica, con envíos a domicilio y flores virtuales.

"Que el coronavirus . Esta es, en palabras de su presidente, Joan Guillén, la máxima del Gremio de Floristas de Cataluña, que ha impulsado la iniciativa "#rosadesantjordiacasa" para reunir a todas las floristerías que ofrecen rosas a domicilio.

Además de seguir la tradición desde los hogares, el sector está trabajando en iniciativas conjuntas, con el apoyo de mecenas, para visibilizar la festividad el mismo día 23 de abril: "aparecerán cosas emotivas", ha avanzado Guillén.

Una de estas acciones será el reparto de rosas para todos los profesionales del Hospital de Bellvitge, una acción conjunta de Mercabarna-flor con el Gremio de Floristas y la Cámara de Comercio de Barcelona, que pretende llegar a todo el personal de los principales hospitales de la capital catalana.

"La flor es una materialización palpable del amor", ha señalado Guillén, que ha indicado que el confinamiento y la pandemia no han hecho perder "las ganas" de las floristerías y de la ciudadanía de celebrar Sant Jordi.

Sin embargo, a pesar de la voluntad de resistir y no darse por vencido, los cálculos del sector cifran en unas 400.000 las rosas que se pueden llegar a distribuir este año, mientras que en un año habitual oscilan, según el Gremio, entre los 6 y 7 millones.

"No será rentable, ya lo sabemos, pero no es el objetivo de la campaña", señaló Guillén en la presentación de esta iniciativa que, de momento, ha reunido a 175 establecimientos de Cataluña.

Dado el poco volumen disponible, el presidente del Gremio ha alentado a quien quiera tener una rosa a ponerse en contacto con las floristerías "lo antes posibles" porque la capacidad de venta "será muy limitada".

Las rosas de este Sant Jordi procederán, según el portavoz del Mercado de la Flor y la Planta Ornamental de Cataluña, Ignasi Ruiz, de los cultivos locales de la comarca barcelonesa del Maresme, donde hay unas 200.000, y el resto vendrán de Colombia, tradicional país exportador, y en menor proporción de los Países Bajos.

Como portavoz del Mercado y mayorista, Ruiz no tiene tan clara la viabilidad de organizar los pedidos a domicilio por las dificultades -"es más cara la logística que la flor", ha apuntado- y ha señalado que la nueva fecha elegida para celebrar la fiesta de la flor y el libro, el 23 de julio, servirá de ayuda para "salvar el desastre de abril".

En el caso de los productores, Rosa Bertran, la propietaria de Bertran Mas, la principal cultivadora de rosas de Cataluña, ha admitido que no se puede quejar porque calcula que logrará vender toda su producción, unas 50.000 rosas, pero ha subrayado las dificultades que ha tenido.

"Nos hemos tenido que espabilar, reinventarnos", ha explicado Bertran, pues los dos mercados mayoristas donde vende están cerrados y se ha visto obligada a organizar la logística para repartir las rosas entre sus clientes, garantizando siempre las medidas de protección, lo que ha supuesto unos costes añadidos.

"Mucha gente dice que las rosas no se comen, pero yo sí como gracias a ellas", ha subrayado Bertran, que ha agradecido a los clientes que han valorado y comprado su producto de proximidad.

Más allá de los profesionales del sector de la flor, Sant Jordi es una fiesta transversal en la que también participan entidades y la sociedad civil, que aprovechan la 'diada' para recaudar fondos y que este año tampoco podrán poner sus paradas en la calle y perderán una de sus fuentes de ingresos anuales.

Ante esta situación, entidades como la Obra Social del Hospital Sant Joan de Déu, con su campaña '#RosesPelsVulnerables' o la fundación Ampans, que trabaja con personas con discapacidad intelectual, han impulsado la venta de rosas virtuales por internet para mantener, también, el espíritu solidario de Sant Jordi.