La crisis sanitaria generada por la pandemia de coronaviruha provocado que este año el Día del Libro y de la Rosa se celebre el 23 de julio, una circunstancia que no es nueva, porque desde la institución de esta jornada el 23 de abril, en 1926, ha cambiado de fecha los años 1933, 1937, 1938, 1943, 1950, 1962, 1973 y 1984.

Así lo ha explicado a Efe Carme Polo, directora de la candidatura para que Sant Jordi sea Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad y coautora junto con Ricard Lobo del libro, 'Sant Jordi, llibres i roses' (Viena Editors), en el que ha contado con la colaboración, entre otros, de Federico Mayor Zaragoza, Paul Preston, Javier Cercas, Joan Margarit, Perico Pastor o Ferran Adrià.

Polo, que lleva tiempo documentándose sobre esta efeméride, rememora que su inspirador fue el valenciano Vicente Clavel Andrés, un escritor una Fiesta Anual del Libro Español al gobierno de la dictadura de Miguel Primo de Rivera, quien la aceptó y se fijó para el 7 de octubre de 1926, coincidiendo con el "natalicio del inmortal Miguel de Cervantes", según quedó consignado.

La idea era "enaltecer y difundir el librocon descuentos del 10 por ciento, a la vez que se quería ofrecer "una protección oficial y económica para la creación y dotación de bibliotecas populares".

La escritora destaca que durante unos años se celebró en octubre, con especial seguimiento en Cataluña, pero en 1930 debido, principalmente, a que en ese mes había mucho trabajo porque se imprimían y vendían los libros escolares y la climatología tampoco acompañaba se decidió trasladar ese Día del Libro al 23 de abril, a iniciativa de la Cámara Oficial del Libro de Barcelona.

En esa fecha, además de Sant Jordi, se conmemora la muerte de William Shakespeare y la de Miguel de Cervantes, aunque el autor de El Quijote habría fallecido el día 22, pero recibió sepultura el 23 de abril.

Carme Polo reporta en su libro que la primera fiesta del Libro y la Rosa, "distribuyéndose sólo en Barcelona unos 4.000 carteles anunciándolo".

Dos años después, en 1933, los organizadores decidieron trasladarla de fecha porque el 23 de abril era domingo, día no hábil para los libreros, de manera que se celebró el 22 de abril.

En plena guerra civil, en 1937, se anuló la celebración y se convirtió en una Feria del Libro con duración de tres días, primero prevista entre el 13 y el 15 de mayo, pero, finalmente, trasladada a los días 3, 4 y 5 de junio por los denominados Hechos de Mayo.

En 1938 fueron el ayuntamiento de Barcelona y la Generalitat, siendo uno de los éxitos 'Aloma', de Mercè Rodoreda", comenta Polo.

Ya en 1943, el Instituto Nacional del Libro Español (INLE), creado en 1939, decidió organizar el Día del Libro el 1 de mayo, porque el 23 de abril coincidía con la Semana Santa, mientras que en 1950 cayó en domingo y se conmemoró el sábado 22.

Debido a la coincidencia en Semana Santa también se cambiaron de fecha las celebraciones de 1962 -al 12 de mayo-; de 1973, al 27 de abril; mientras que en 1984, que era Lunes de Pascua, el Día del Libro pasó al 27 de abril, onomástica de la virgen de Montserrat.

Carme Polo, que remarca el trabajo en su obra del fotógrafo Ricard Lobo, a la vez que agradece todas las colaboraciones que ha recibido de diferentes personalidades de la sociedad catalana, reivindica Sant Jordi como un "día de éxito en las calles y como una tradición muy del pueblo, especialmente en Cataluña, porque en el resto de España no tuvo tanto predicamento".

Con el tiempo, defiende que se ha convertido algo "único" en el mundo, y no duda en afirmar que Sant Jordi "es el summum de la circulación libre de ideas y de la proyección de éstas a las generaciones futuras".