Obligados súbitamente a cerrar sus puertas por el coronavirus, los museos se enfrentan ahora al reto de encontrar «respuestas innovativas ante situaciones inéditas» y tendrán que «salir a buscar al público» cuando reabran después de la pandemia, según José Lebrero, director artístico del Museo Picasso de Málaga.

«De un día para otro se han tenido que cerrar todos los museos y centros culturales y mandar a trabajar desde casa a equipos que en su gran mayoría no estaban preparados ni tecnológica ni metodológicamente para ello», afirma.

Ello ha obligado a «reinventar el modo de sacar digitalmente adelante un tipo de infraestructura cultural, que en su médula promueve la experiencia física y el contacto directo con la obra de arte para evitar el colapso».

En este sentido, Lebrero apunta que los museos están ahora «aprendiendo modos de hacer y de pensar» su tarea, que les podrán «ayudar y mucho» en el «incierto futuro» que les espera.

A su juicio, esta experiencia de tener que cerrar «a cal y canto» invita además «a un trabajo de introspección» sobre si lo que hacen y ofrecen los museos «es un bien de primera necesidad o solo un producto más para el ocio y el turismo propios de sociedades opulentas».

«A largo plazo, habrá que afrontar con ingenio y con ideas nuevas las graves consecuencias económicas y laborales que esta situación va a generar», augura el director del Museo Picasso.

Recuerda que los museos han podido «resistir la crisis económica de 2008», aunque «una gran parte del ecosistema museístico español quedó seriamente tocado».

Así, se pregunta «cómo se resentirán de esta pandemia cientos de instituciones medianas y pequeñas, más allá de los pocos grandes museos públicos del país, que son robustos por sus presupuestos y sus colecciones», y en el caso del museo que dirige, Lebrero cree que «la fortuna de tutelar la obra de Picasso» les «ayudará y mucho».

Sin embargo, advierte de que «para no caer en el pozo de la mediocridad», los museos tendrán que «demostrar capacidad para integrar en su identidad la tan ahora omnipresente transformación digital».

Deberán además «asumir la reconversión parcial de un museo que hace muy poco reflexionaba sobre la sostenibilidad del éxito a un lugar que dé cabida a lo que en la cultura anglosajona se conoce como 'museo blando'» o, si quieren progresar, tendrán que integrarse «sin recelos a la revolución lenta que relativiza el culto a la juventud y defiende el envejecimiento».