Este sábado es 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, una fecha que marca en prácticamente todos los municipios de la Región la agenda política, deportiva y cultural. Y, desde hace algunos meses, hay un espectáculo circulando por estas tierras que se adapta a las mil maravillas a esta coyuntura. Se trata de Quereres y dejenes, una ponencia-concierto que ofrece a quienes la presencian una reflexión sobre la manera en que la tradición musical ha generado, mantenenido y modificado -según el interés general- la imagen de las mujeres; sobre todo a partir de la visión de los eruditos del siglo XIX. Bajo el subtítulo 'Una aproximación al estudio de la identidad de género en el cancionero popular murciano', el próximo jueves llega a Auditorio Casa de Cultura de Calasparra con Juan José Robles a la guitarra, la historiadora Clara Alarcón como sustento teórico y Carmen María Martínez como vocalista. Hablamos con ésta última para conocer un poco mejor este proyecto y sus intenciones de futuro.

¿Qué se va a encontrar el público de Calasparra que atienda a la llamada de este Quereres y dejenes ? Según tengo entendido, es mucho más que un concierto al uso...

Nosotros solemos decir que no es ni una conferencia ni un concierto, porque es ambas cosas. Así que la gente que venga a vernos a Calasparra se encontrará con una propuesta un tanto particular, sí, en la que vamos a exponer, gracias a una cuidada contextualización histórica a cargo de la historiadora Clara Alarcón, la visión que tenían sobre la música popular algunos hombres del siglo XIX, sobre todo en lo que se refiere a cómo veían a las mujeres en aquella época.

¿Cómo surge este proyecto? ¿Cuándo unen fuerzas Clara, Juan José -que os acompaña a la guitarra- y usted?

Surgió hará un año como un proyecto en clave cultural. Nos llamarón del Ayuntamiento de Murcia, de cara a la programación que estaban preparando para los auditorios municipales; en concreto, de cara al ciclo EnClave Mujer. Me comentaron que querían diferentes voces y que querían que yo fuese la de la tradición. Y, bueno, yo tenía claro que quien me tenía que acompañar a la guitarra era Juanjo, y ya, hablando con Clara, cerramos el proyecto. Fue una cosa que nació para ese ciclo en concreto pero que, bueno, ya tiene varios meses, varias actuaciones a sus espaldas y varias fechas en agenda.

Si no me equivoco, para este trabajo, Clara ha estado analizando diferentes cancioneros, así como varios fondos.

Como investigadora e historiadora, la base documental de Quereres y dejenes la ha llevado Clara, obviamente. Y así, a partir de varios cancioneros -como el de Martínez Tornel, donde se recogían cuartetas y quintillas que luego se podían cantar a través de canciones populares-, se ha ido dando forma al espectáculo. En concreto, lo que ella pretendía era recoger los estereotipos de las mujeres de aquella época. Se trata, por supuesto, de una versión sesgada de aquellos hombres decimonónicos, que cogieron lo que a ellos les interesaba de las mujeres... Pero también había coplas que cantaban las mujeres y que daban caña a los hombres, ¿eh? Lo que ocurre es que en ese caso no fueron seleccionadas para estos cancioneros. Así que vamos de la buena madre a mala suegra, o a la mujer creída; en definitiva, las diferentes facetas de la mujer que se recogían en estos cancioneros. Clara va contextualizando con su voz, nos va narrando y poniendo ejemplos, y esos ejemplos musicales lo hacemos Juanjo y yo. Se va articulando todo a la vez; es una cosa muy dinámica.

¿Cómo ha sido coger todas esas canciones y llevárselas a su terreno para ponerlas en escena?

Algunas de las canciones que recogió Clara ya venían con partituras, así que Juanjo simplemente las adaptó a mi tonalidad para que yo les diera mi aire. Luego hay otras que hemos tenido que adaptar a la música populares para encajarlas según su discurso. Hemos ido buscando el palo de la música tradicional que veíamos que en cada momento venía bien.

Entonces, cada canción nos lleva a una reflexión sobre el rol de la mujer, ¿no?

Sí. Pero sobre los roles que ellas proyectaban y que, en muchos casos, se les imponían por época. Al final lo que destaca es el recuerdo que les trae... A veces te metes un poco más en la interpretación y dejas un poquito más de lado la letra, pero en este caso esa simbiosis de textos y música hace que le llegue el mensaje al público.

Un trabajo para llevar a los jóvenes.

Muchos profesores que acuden al espectáculo dicen que este trabajo hay que llevarlo a los centros educativos. Estamos viendo de qué manera podemos hacerlo llegar a la gente joven y que esté al alcance de mucha más gente, no solamente a través de un escenario. Es cierto que al final la gente joven no va a este tipo de espectáculos; deberíamos meterlo en las aulas...