Río Viré (Rubén Villahermosa) es uno de los recién llegados a la gran cantera de cantautores murcianos. El prometedor proyecto del joven cartagenero daba sus primeros pasos con la edición de su primer disco, Buenas noches, Luna, que generó una corriente de simpatía por su sensibilidad e inteligencia. Cuando todo parecía ir viento en popa, desapareció para viajar por el mundo, y hace un año regresó con Esto no es un disco, cargado de «canciones llenas de poesía y melodías que te traspasan para siempre», inspiradas por su experiencia: recuerdos, historias, pensamientos, mujeres, lugares...

Hace un par de años, Rubén se fue a Inglaterra a trabajar en un fish and chips después de una crisis emocional y musical. Pensó en abandonar este oficio. Luego trabajó de albañil en Portugal, y entre ladrillo y cemento encontró hueco para construir nuevas canciones. De vuelta, con Miguel Alcázar como productor, comenzó a grabar el nuevo álbum, que salió hace un año. El proceso, intenso, lleno de emociones y ritmos, dio como resultado Esto no es un disco, que llevó a Río Viré a presentarlo en grandes auditorios y a tocar en la calle, allá donde quieran escuchar sus nuevas y viejas canciones, que enamoran al más duro de los corazones.

En 2017 desapareces y pasas varias temporadas en Inglaterra y Portugal, trabajando en la hostelería y la albañilería. ¿Qué nos puedes contar de esa peripecia? ¿Necesitabas soltar amarras y salir?

Creo que un descanso a todo el mundo le viene bien. Esta profesión es tremendamente confusa, y puede llegar a desorientarte. Por eso mis mayores aprendizajes siempre han venido de ese tipo de experiencias, las que yo considero 'de mundo real'. Disfruto mucho de la sensación de trabajar para otra gente, intentar ser el mejor y pasármelo bien en otras profesiones, me encanta aprender y busco la inspiración donde sea. Es lo bonito del arte, que se puede encontrar en un muro de ladrillo o en una freidora.

¿Nunca dejaste de escribir canciones?

Desde que compuse la primera canción, allá por 2015, no he dejado nunca de hacer canciones; algunas son mejores y otras peores, obviamente, pero para mí es fundamental no dejar de trabajar. Si he decidido optar por esta profesión, tengo que trabajar una jornada normal e intentar componer todos los días algo, ya sea escribiendo alguna estrofa o probando sonidos en el ordenador.

¿Cómo ha sido la gestación de Esto no es un disco

Justo este mes se va a cumplir un año desde que lo presentamos, y cerca de un año y medio de su grabación. Fue un proceso precioso, la típica experiencia que nunca voy a olvidar. Todo comenzó cuando trabajaba en un fish and chips de Inglaterra, donde, con el 'nucleo duro' de esta nueva etapa -Miguel Alcazar, que fue quien lo coprodujo y grabó; Juanito, trompeta, y Alejandro Solano, batería-, empezamos a dibujar el disco, enviando audios, ideas... Con el dinero que gané compré material para grabar junto a ellos las demos y poder ir al estudio con los deberes hechos. Fue todo autogestionado, muy personal, y creo que eso lo hace inigualable. A estas tres personas se le sumarían Bryan Vega (guitarras y bajo), David Muñoz (contrabajo), Alvaro Pintado (Saxo), Baltasar Sanchez (bajo) y Ainhoa (coros).

¿Y si 'no es un disco', esto qué demonios es? ¿En qué pensabas cuando decidiste titularlo así?

Para mí es mucho más que un disco. Intentamos transmitir al público la sensibilidad del proceso vital que esconde este CD. Más que un disco, fue la propia decisión de grabarlo, de invertir todo lo que tenía, de las horas de ensayos, las preproducciones, la selección de los temas, los arreglos, la gente que lo grabó... Eso lo convierte en mucho más que un disco. Así que no quería ponerle de nombre el título de algunas de las canciones; fue la decisión más importante que he tomado, y por eso lo bauticé así. Obviamente es un homenaje a Magritte y a un amigo que se tatuó la frase: 'Esto no es un tatuaje'. Con esa idea y el concepto de que hubiera otro homenaje a la hostelería, que a fin de cuentas fue la que pagó el disco, nos vimos con el producto terminado y listo para salir.

En los últimos años, parece que has alternado periodos de fertilidad creativa con secuencias más contenidas. ¿De qué tipo de estado mental y creativo sale Esto no es un disco

Yo me encuentro siempre gestando cosas, ideas de shows, canciones, estrategias... Todo es un caos, pero así es más o menos como vivo; la cabeza no para ni aunque quieras, así que esa 'ansiedad creativa y vital' es el origen de todo lo que creo. Pero, en este caso, el 'estado' era intentar hacer las cosas bien, dar los pasos correctos, ser más frío que pasional, y, sobre todo, tener mucha fe en lo que se hacía.

¿Qué es lo que la gente no sabe?

Las cosas que gente como tú da la oportunidad de poder expresar en entrevistas personales. Las redes sociales y yo no nos llevamos bien, pero he intentado estar activo -eso genera una imagen...-, y mucha gente me ha hecho comentarios tipo: «¡Vaya! No paras, ¿eh?», pero lo que ellos no saben es que yo siempre quiero hacer más cosas, que soy una persona inestable, que esta profesión me hace sufrir mucho, y que las horas y el dinero que se invierte se hacen a sabiendas de que puedes acabar dedicándote a otra cosa porque no has visto nada de vuelta. Para dedicarte al arte has de tener pasión, llevarlo en las venas. Yo muchas veces quisiera dedicarme a otra cosa, pero no puedo, no es una opción. Esa lucha y ese sentimiento tan intenso es lo que muchas personas no saben: no nos limitamos a subir a un escenario y cantar.

¿Cómo ha sido la respuesta de la gente a Esto no es un disco

Pues, la verdad, hemos tenido que pedir discos tres veces porque se han vendido muy bien. A la gente parece que le gusta: se identifican con las canciones, las disfrutan y las cantan. Para eso se hacen discos, para hacer partícipe al oyente. Siempre he pensado que mi hábitat natural es el escenario: es donde me libero y donde genero esa especie de disociación de identidad entre Rubén y Río. Estoy muy cómodo cantando e intentando transmitir; conseguimos crear una burbuja en la que público y músicos hablamos el mismo lenguaje.

En tu perfil de Facebook citas a Yann Tiersen o Benjamin Clementine. ¿Qué música conforma la banda sonora de tu vida? ¿Quiénes son realmente de los tuyos? ¿Y a nivel regional?

Ese perfil necesita una actualización... Pues la verdad es que no suelo escuchar muchos artistas específicos, tiro mucho del 'Descubrimiento semanal' de Spotify y encuentro mucha gente interesante. Más que el artista en sí, me fijo en sus letras, en los ritmos, en los arreglos... Soy un oyente muy analítico, prácticamente insoportable. Siempre diré que mi referente es Jorge Drexler, que poca gente puede escribir como él y sobre tantas cosas y con tanta belleza. A nivel vital y también musical, el hawaiiano Mike Love: tuve la oportunidad de verlo en Londres y me cambió la vida. Hago una mención especial también a Vicente García, que, sin conocerle y posiblemente sin llegar a conocerle nunca, me da la impresión de que es un currante nato de la música, y eso para mí es fundamental. Admiro a esa gente, porque recoge los frutos de su pasión y esfuerzo. A nivel regional hay un nivel brutal, pero para mí el grupo que va a marcar un antes y un después en esta Región será Karmacadabra (ojito al disco que han grabado...), y las letras de Carlos Zambrana. También a una artista que hace mucho que no veo pero por la que siento mucho cariño: Eliana Poveda.

¿Con qué te defiendes mejor, con el piano o la guitarra?

Con el piano aprendí a tocar la guitarra (viendo las manos de un amigo), con eso creo que lo digo todo... Pero empecé a componer más a guitarra, porque es mucho más portable que un piano.

¿En qué momento musical te encuentras ahora mismo?

Muy confuso. A raíz de trabajar de nuevo este verano me pude hacer con un portátil nuevo y con un teclado midi. Estoy descubriendo los ritmos que hace la gente hoy en día y los que son consumidos, y me está atrapando. Siempre procuro guardar un rato para sentarme al piano y hacer cosas más orgánicas, pero la cantidad de posibilidades que ofrece la tecnología es abismal. Con una buena gestión de toda esa información se pueden hacer cosas increíbles. Lo bueno es que me gusta toda la música, intento hacer un día un tango, otro una balada, después algo más electrónico... Da igual lo que haga, pero que siempre estaré trabajando en algo.

Ahora parece que te ha dado por salir a tocar de nuevo (hace unos días con Gatibu). No es algo sencillo esto de la música.

Sin nadie que gestione lo de las fechas, nos están saliendo muchas cosas, sobre todo en Murcia capital. Estamos intentando dejar semillas, para dentro de un tiempo poder decir: «Queremos volver a tocar allí». Ahora es el momento en el que todo está más maduro; tengo muchas más tablas en un escenario y toca patearse España para seguir convenciendo a gente.

¿Qué es lo más difícil de todo?

Yo gestiono muy mal la impotencia, el no saber si la cosa no se llega a desarrollar del todo porque esté haciendo algo mal o simplemente sea una cuestión de paciencia y de seguir dando pasitos. Muchas veces, cuando escucho los audios que grabamos de los conciertos enteros, pienso: «Joder, si esto lo escuchara alguien, seguro que le interesaría 'comprarlo'», pero parece que nunca llega esa persona..., o si realmente existe esa persona. O si nos cambiaría el rumbo para bien, o si sin esa persona y con más esfuerzo se puede lograr de igual manera. Es todo muy confuso, y la impotencia me genera ansiedad, y esa ansiedad me hace muy difícil encontrar el equilibrio con los demás elementos de mi vida. Todo forma parte de un todo.

Parece que vivimos un auge de los cantautores de buen rollo. ¿Tú cómo lo ves?

Pues a mí me cansan, sinceramente. No alguien específicamente; me cansa la sensación de no ver nada sincero. No me creo prácticamente a nadie, y todo me parece muy edulcorado. Prefiero un Glen Hansard -seguro que alguien lo llamaría cansautor...- reventándote con sus historias que alguien cantando siempre sobre lo bonito que es todo. Ni blanco ni negro.

¿Crees que el significado de 'cantautor' ha cambiado para bien en los últimos años?

Si como cantautores de hace unos años entendemos a Silvio Rodríguez, Aute, Krahe, Milanés, Jara y toda esa gente, pues creo que para bien no ha evolucionado el término con lo que se escucha ahora....

Pasan incluso cosas impensables, como un cantautor colaborando con una trapera como Lokaflores. ¿Qué buscas?

Bueno, en esa colaboración yo conté con África -no con Lokaflores-, que es una cantante que te puede cantar una copla y matarte, o un bolero y erizarte entero. Pero no descarto colaborar con nadie; busco que me quede contento con el producto final, que sea sincero, que tenga pasión y sea rico musicalmente.

¿Cómo lo pasa la gente cuando Rio Viré pisa el escenario?

Muchas veces se esperan a alguien que vaya a cantar reggae, pero últimamente hemos estado trabajando sonidos que conectan más directamente con el público, que lo haga bailar aunque sea un poco. Intentamos que la gente se meta en nuestro universo y experimenten un viaje con nosotros por muchas partes de las emociones. La banda y yo nos llevamos increíblemente bien, hay muchísima química. Creo que la gente se queda un poco embobada mirando lo bien que nos lo pasamos, y cuando se lo transmitimos se dejan llevar. Ese es nuestro objetivo.

De cara al futuro, ¿qué nuevos proyectos musicales le esperan a Rio Viré?¿Tienes muchas canciones en el horno?

Pues no suelo pensar mucho en que cosas voy a hacer, porque cuando luego no se hacen me llevo decepciones. Soy más impulsivo (quizá demasiado: pienso algo y, si pasa el filtro del día siguiente, lo intento hacer. Pero los siguientes pasos que tengo en la cabeza son intentar montar una gira por España, dos canciones sueltas con dos colaboraciones potentes y, con suerte, la grabación de un EP que tengo muchísimas ganas de hacer y que ya estoy dibujando. Y sí, la base de datos da para hacer más de un disco, pero prefiero seguir haciendo canciones y, el día que pueda grabar otro CD, tener que elegir entre 200, que sacarme de la chistera algo mediocre.

¿Te vas a presentar con The Papis Band?

Obviamente. Ellos son mi soporte, lo que hace que Río Viré pueda llegar lejos. Ya sea en formato reducido, semibanda o banda completa, siempre procuro que vengan conmigo, porque, además de ser amigos, son los mejores músicos para mí.