En pleno Polígono Industrial Oeste, entre fábricas y almacenes, un cubo de cerca de setenta metros cuadrados -ubicado en una nave de casi cuatrocientos y colindante con la empresa Amando Fundición de Arte- guarda hoy una de las obras más especiales de la carrera de Lidó Rico: El soplador, todo un reto para el creador yeclano -tal vez uno de los más internacionales de la Región-, que tiene por norma utilizar su propio cuerpo como molde para sus esculturas. Y es que, en este caso, el artista quería dar forma a un «superhombre», a una especie de «dios» que multiplicara las dimensiones del hombre -y, por lo tanto, de su autor- y que, además, luciría en bronce, un material poco habitual para él. Por fortuna, precisamente en el mismo lugar en que hoy puede contemplarse esta complejísima pieza, Rico pudo realizar un «autorretrato magnificado» que es el centro de esta obra y que, como no podía ser de otra manera, sirvió la semana pasada para inaugurar este cubo, esta 'Zona 201'.

«La idea es ser un espacio alternativo, distinto; ni somos ni queremos ser una galería de arte, ni mucho menos hacerles competencia», explica Amando López Gullón, responsable de la citada función desde hace «veintipico años». Negocio bicentenario -en su fachada puede leerse el eslogan: 'Desde 1810'»-, en las últimas décadas ha potenciado su vertiente artística dada la relación de su gerente con un buen número de creadores de la Región. Maestro fundidor, a lo largo de su trayectoria ha trabajado con infinidad de autores, especialmente escultores, trasladando modelados de arcilla a metal, normalmente cobre, y convirtiendo su naturaleza en imperecedera. Así que, más allá de mobiliario urbano -señala, por ejemplo, el de la Avenida Alfonso X-, no era de extrañar que tarde o temprano el artesano aprovechara el talento que tiene en nómina. La cristalización de esta relación entre la fundición y el arte murciano ha dado forma a este proyecto, Zona 201, que, aunque en Alcantarilla tiene presencia desde apenas unos días, desde hace algún tiempo exporta talento por la vieja ruta de la seda hasta Shanghai.

«Hace cuatro años fui invitado a la feria mundial Ciftis (China Beijing International Fair for Trade in Services) para dar una conferencia sobre el nuevo arte urbano -recuerda López Gullón-, y, estando allí, con los contactos que tenía en el país, en el gobierno chino, y el apoyo de la ONU y el Info, empezamos esta aventura: ¿Por qué no traer bronces de artistas de la Región hasta Asia?». Así, el veterano fundidor, que tiene muy clara su misión -«estamos introduciendo nuestro arte en China»- se ha convertido en la llave con la que muchos creadores murcianos han conseguido acceder a uno de los mercados más potentes y efervescentes del planeta. Con dieciséis artistas en 'nómina' -además de Lidó Rico están adheridos a este proyecto otros nombres como los de Salvador Torres, Fernando Sáenz de Elorrieta, Sofía Tornero, Carlos Callizo, Manolo Peñalver, José Molera y Luis Gómez Mateos, entre otros-, no hay que rebuscar mucho en la hemeroteca para encontrar rastros de su presencia en el gigante asiático: actualmente exponen cincuenta piezas de autores murcianos en la Universidad Internacional de Pekín. «Y esta sala es un reflejo de ese proyecto de exportación», apunta López Gullón.

Confianza para el artista

La intención del artesano -según cuenta- es realizar tres exposiciones al año, pero siempre «con algo distinto, con un valor añadido». En el caso de El soplador -que aunque se exhibe acompañada por alguna otra pieza (de menor formato) del yeclano da nombre a la muestra-, la inauguración contó con una demostración «en vivo y en directo» del proceso creativo del artista en fundición a la cera perdida, «aunque como cada uno tiene su manera de trabajar, este tipo de acciones variará en función de la exposición», aclara el responsable de Zona 201. No obstante -aclara-, más allá del día inaugural, los interesados en cualquiera de sus exposiciones puede acudir a este espacio de ocho de la mañana a una y media de la tarde y de tres y media hasta las siete, de lunes a viernes. «Además -apunta López Gullón-, también se pueden concertar visitas con el artista. Lo bueno que ellos tendrán la llave de la sala para entrar y salir cuando quieran y con quien quieran, ya sea para enseñarle la obra a algún amigo o posible comprador. Con confianza. Si ellos crecen, nosotros crecemos», señala el respetado fundidor.