«Yo siempre pongo el mismo ejemplo -responde Juan José Robles cuando se le pregunta por el estado de la música folk en la Región-: el producto es interesante, y está en el supermercado, pero igual no está colocado en el sitio adecuado... Es verdad que a la gente que lo prueba le gusta, eso es una realidad, pero lo cierto es que somos poco visibles».

Lo dice toda una autoridad en la materia, un músico con más de treinta años de carrera y fundador de bandas como Mujeres con Raíz y, sobre todo, Malvariche. Sin embargo, el alhameño habla en esta ocasión como Juan José Robles; es decir, como evidente artífice de un proyecto en solitario que comenzó en 2016 con Tiempo de espera y que le ha servido para encontrar la senda perfecta: «La gente que sigue lo que hago me lo dice: como que he conseguido crear un sonido propio, con mis instrumentos y mi forma de componer, y la verdad es que creo que esta es la forma en la que tengo que hacer las cosas, mi línea de trabajo, en la que me encuentro a gusto; y ahí me he instalado y por ahí quiero seguir», apuntaba este martes el artista en una charla con LAOPINIÓN.

¿El motivo de la misma? Precisamente ese: el gran momento que atraviesa y que ha dado forma a In-quietud (2019), un álbum que vio la luz en marzo del año pasado y que, sin embargo, vive estos días un pico de popularidad.

Y es que el segundo trabajo de Robles (Alhama de Murcia, 1970) se ha colado durantes las últimas fechas en un par de tops de mucho prestigio: en primer lugar, hace un par de semanas la revista Diariofolk colocaba In-quietud como uno de los mejores veinticinco discos de 2019 -«La música de Robles es nueva, difícil de definir e imposible de etiquetar, pero conserva los rasgos del folclore que lo ha visto crecer», señalaba la citada web-, pero es que ahora World Music Central, que cada año elige un solo álbum por continente, ha destacado el segundo trabajo en solitario del murciano como el mejor disco publicado en Europa en los últimos doce meses, lo que es, sin duda, todo un reconocimiento que coloca a Robles -«Spanish stringed instrument master»- como un auténtico referente de la música folk en nuestro país.

«¿Yo? Encantado y abrumado», decía Robles ayer ante cómo se sentía por estos reconocimientos; «a la crítica, al menos, le está gustando mucho», puntualizaba. Y es que, aunque reconocía que «toda la prensa a nivel regional y especializada a nivel nacional e internacional se hizo eco en su día del lanzamiento», también admitía que el folk no tiene el calado de otros géneros entre el público, por lo que quizá algo esté fallando en la Región, donde hay bandas -como los propios Malvariche o Túa- como mucho peso dentro entre los artistas y aficionados a este estilo musical.

«Nosotros llegamos hasta donde podemos. Prácticamente todos los discos que se publican de folk son autoediciones; y, ojo, esto no es una queja, pero es un dato que está ahí. Pero, ahora, una vez que tenemos el producto -que, además, de alguna forma, representa a esta tierra, a esta Región; que tira de nuestras raíces-, igual no tiene la difusión que debería... Creo que hace falta más conciencia para que lo nuestro, lo local, se tenga en mayor consideración, no digo fuera, sino en nuestra propia casa», lamenta el artista.

Porque es que dentro del folk existe, tal vez más que en cualquier otro género, un cierto afán por la divulgación. Sin ir más lejos, In-quietud incluye entre sus cortes, además de composiciones propias, una malagueña de la zona de Aledo y hasta unos auroros. «Pero a veces hacemos estas cosas de forma inconsciente, ¿eh? -reconoce el alhameño-. Llevo ya bastante tiempo con esto de las músicas tradicionales y, cuando me pongo algo en casa -porque, además de músico, soy consumidor-, no lo hago ya con intención de investigar; lo que ocurre es que a veces se te enciende la bombilla, haces una canción y, casi sin darte cuenta, lo que estás haciendo es divulgar nuestras músicas. Y, de hecho, yo hago cosas propias, pero es verdad que temas como estos suelen llamar bastante la atención; lo cual es bueno, porque a estas alturas creo que ya está más que demostrado que nuestros sonidos pueden ir (y llegar) más allá de la Sierra de Cazorla», señalaba entre risas. Lo dice un hombre cuya música ha llegado a Portugal, Francia, Estados Unidos (donde tiene la sede la World Music Central) y hasta Finlandia, entre otros países.

Pero, sea como sea, y más allá de premios y reconocimientos como los que estos días le ha vuelto a poner de actualidad -«En estas músicas trabajamos a largo plazo; ahora estamos empezando a recoger los frutos de lo sembrado hace unos meses», dice-, Robles, que no se esperaba acabar en este tipo de listados cuando publicó In-quietud hace ya casi un año, insiste en la verdadera razón de ser de sus canciones: «Yo, cuando grabo, lo que espero no son premios, sino que las melodías lleguen y transmitan emociones».

Por eso, a 2020 le pide más conciertos -«Que hemos ido un poco flojos en 2019...»-: «Vamos a intentar llegar a los festivales a los que no pudimos llegar el año pasado -para cuando sacamos el disco los carteles ya estaban cerrados- y aprovechar esta coyuntura [estos reconocimientos] para ver si podemos cerrar alguna actuación más; porque eso es al final lo que queremos los músicos: tocar en directo». Eso sí, pese a las dificultades, el multiinstrumentista alhameño lo tiene claro: «No hay que llorar, hay que hacer camino. Y no hacernos escuchar en el quejío, sino en la música».