El noveno aniversario de la Fundación Pedro Cano continúa manaña (18.00 horas) con la inauguración en el museo blanqueño de Universos y miradas. Retrospectiva (2000-2019), una colección de cuarenta obras seleccionadas entre la producción del artista murciano Antonio Tapia. Paisajes foto realistas, marcas y fisuras -presentes en series como Heridas del tiempo-, retratos de personas destacadas en el ámbito de la cultura o que han significado un antes y un después en la vida del artista, problemas de la sociedad contemporánea interconectada o el espacio de lo onírico están presentes en esta muestra.

La pintura de Antonio Tapia (Murcia, 1965) es una narración continuada de la vida del ser humano que incluye una acción de introspección del propio artista. Esta actitud ocurre de manera natural, como una sucesión de secuencias enlazadas con su pensamiento. Es un narrador omnisciente que expresa cómo se siente el personaje ante el entorno (es decir, la interacción del hombre con la realidad), describiendo el mundo mediante metáforas visuales que hablan de esperanzas y de ilusiones, sin olvidar los miedos, emociones o aquellos aspectos que proponen reflexión en la sociedad actual.

Un artista autodidacta que se enfrentó a la pintura “por propio convencimiento: es algo que llevas dentro y un día te rompe”, explica. Su retórica es “nostálgica”, como la define el crítico de arte y museólogo Juan García Sandoval, que clasifica al autor como uno de los mejores representantes de la nueva figuración contemporánea de la Región de Murcia.

Entendemos la obra de Antonio Tapia dentro del realismo mágico porque la historia que nos cuenta difiere de la realidad que vemos. Es una ilusión que juega con el subconsciente; piezas trasladadas a contextos no convencionales, desclasificando los códigos y símbolos asociados a ellas porque su objetivo es poner en movimiento nuestro cerebro, invitándolo a generar su propia historia. Es, igualmente, una interpelación hacia el espectador para que decida el significado de lo que observa. Su búsqueda es -en palabras del crítico de arte Pedro Soler- “revitalizar de algún modo lo que tiene delante”. Porque el artista imagina el mundo que anhela.

A partir de una sutil observación, conocemos cómo su pintura ha evolucionado paralela a una serie de acontecimientos que han moldeado el carácter de los cuadros y la forma en la que estos emocionan. Desde un hiperrealismo inicial -que marca el comienzo de su andadura artística en 1999-, hasta “composiciones que invitan al observador a crear mil y una narrativas” -afirma García Sandoval-: “Tapia utiliza la pintura como vehículo de desinhibición, creando con esta herramienta un lenguaje propio, nexos y conexiones que nos permiten adentrarnos en su microcosmos”.

Al preguntarle sobre las sensaciones que esta exposición le sugieren, Tapia afirma contundente: “Supone un antes y un después. Hasta aquí la pintura era el casi el único camino que utilizaba para contar mis sensaciones, pero a partir de Emociones cautivas, la partida de mi madre me enseñó que para poder contar todo lo que siento necesito usar otros medios como la escultura, el videoarte o la instalación, pues la emoción no es una melodía única, sino un acorde de varias. La creación es un acto integral".

La muestra se puede visitar hasta el 8 de diciembre.