Anima Mundi es el título de la instalación que la artista portuguesa Dora Iva Rita (nacida en Angola en 1954) muestra estos días en la Bodega de la Fundación Casa Pintada-Museo Cristóbal Gabarrón de Mula. Se trata de un proyecto de arte textil en la bodega del centro formado por telas recicladas, pintadas y cosidas con un «lenguaje plástico autónomo» mediante el que la autora propone una interrelación con los componentes de la naturaleza, cuya inspiración retorna a la memoria de la tierra, al alma del mundo. A raíz de su visita a la Región, conversamos con ella sobre sus piezas, con las que ha establecido una conexión sutil entre varios conceptos: identidad, asociación cultural y sostenibilidad.

En primer lugar, es importante conocer cómo transforma ella el material textil en un medio de expresión de arte contemporáneo. «Es un proceso natural al que me fui aproximando al tener consciencia de mi manera de trabajar, de los materiales que prefería, del tipo de pensamiento creativo y los paradigmas estéticos en los que me fundamentaba, que eran cuestiones relacionadas con lo textil o muy tangentes», señala Rita, doctora en Bellas Artes por la Universidad de Lisboa . «El momento revelador -continúa la artisa lusa- fue cuando, en una casa abandonada y en completa ruina, en el litoral del Alentejo, encontré ovillos de paño blanco rasgado dentro de un arca. Los tomé para mi atelier y allí estuvieron algunos años más hasta que, en 2006, interiorizo que se trataba de material textil preparado para ser reutilizado y tejido en mantas de trapillos, que son muy comunes en esta zona. Con ellos realizo los trabajos iniciales», añade. La experiencia no pudo ser más positiva.

Los movimientos ecologistas de los años setenta estructurarán su adolescencia, por lo que rápidamente percibió el porqué de su cercanía al concepto de lo textil. «Me encantó el proceso de reconversión de las telas y su proximidad, apropiándome del concepto de sustentabilidad y de la capacidad narrativa de lo textil», recuerda la lusa, que asegura que nunca ha habido un momento histórico en el cual el concepto de lo textil esté tam presente en la mentalidad humana como en la actualidad: «En mi modo de vivir y de estar, en nuestras casas, ciudades, actividades, en nuestra forma de comunicar, en la manera de investigar, de repartir el conocimiento... Todo está en 'red', todo está conectado textilmente», asegura. En este punto reside precisamente la «esencia» de su pensamiento estético y conceptual.

Con esa 'red', Dora habla de códigos asociados a la comunicación, a la crisis de identidad y a la construcción de mundos posibles, pero ¿sobre qué temas centrales reflexiona en su obra? «Percibí y estudié el papel de la mujer a través del textil y su importancia en la economía familiar, en la reivindicación social y política para la dignificación del trabajo, en la narrativa que el trabajo textil permite desenvolver y en sus consecuencias en la transmisión de mitos antiquísimos y siempre fundadores. La estructura textil -concreta-, creada a través de cruzamientos de fibras, de nudos o de la unión, permite desenvolver espacios mentales que fomentan el repensar de la vida, desde las cosas más comunes a las ideas más abstractas; es una interiorización que explora mecanismos organizativos, lo que favorece rehacer rutas, reemplazos, conceptos, reestructurando mentalmente a quien ejecuta ese tipo de acción», sostiene la autora de Anima Mundi.

En este sentido, cada obra de Dora, sea de pequeño, medio o gran formato, está repleta de narrativas paralelas. «Deseo que mi producción apele a la capacidad comunicativa del sentir de los otros y a los anhelos fraternos como la libertad de pensamiento, la relación paritaria con todos los entes, la poética de las cosas simples... No llegará a ser una forma directa de crear nuevos mundos, pero podrá dar a las otras algunas cosas insospechadas que pueden fomentar un mundo más profundo, más consciente, más humano», constata.

En su producción, observamos diferentes técnicas: acuarela sobre papel y bambú o tiras pintadas con poemas, figuras dibujadas, tela de algodón, temple, tinta opaca y cascabeles, pero ella asegura que en su trabajo todo está «interconectado». «Las partes contienen el todo y se pueden agrupar de mil y una formas para volver a formarlo. El color, las formas, las texturas..., todos los elementos que componen una imagen; ninguno es irrelevante, sea cual sea su situación en la obra, cada uno tiene su significado que configurará la expresión final», establece.

Redes humanas, por ejemplo, está realizada en paños de algodón, témpera, cola y alambre de cobre. «Esta es la única que no fue hecha exclusivamente para la exposición Anima Mundi. Es parte de algo que sigo desarrollando... Habla de cómo nos organizamos para crear mundos, para comunicar, para crear y transmitir conocimientos, afectos... En estas piezas, las Redes, tienen un significado, y es la combinación de todos los elementos y opciones, lo que determina un significado más insondable», comenta.

Sobre cómo se ha planteado el espacio de la bodega para crear el mundo mágico que propone en Mula, responde: «Esta exposición ha sido compleja, pero también muy gratificante. Es un espacio especial, repleto de aquello de lo que hablo en mis obras: la humanidad reflejada en los objetos, en la construcción, en el espacio. La propia dimensión evoca lo ingenioso, el uso y la vida de gente que acrecentó muchas capas de historia. Nosotros, ahora, estamos muy cercanos a estas personas, a todo lo que en aquel espacio sucedió, a toda a su historia... Eso enriquece al espacio y le da una personalidad muy íntima y que tiene que ser respetada y homenajeada».

Para conseguirlo, confiesa Dora, «fue necesario reflexionar, leer, estudiar sobre la bodega, sobre la Casa Pintada, sobre el Museo Cristóbal Gabarrón y sobre Mula. Luego entré en el espacio lentamente -explica-, apenas con unos pequeños papeles donde anotaba y dibujaba ideas. Cuando alguna de ellas me agradaba, dibujaba y pintaba sobre un suporte más definitivo. Opté por papel hecho de fibras de bambú porque me pareció lo más cercano a la primera idea que tuve de recolectar cañas en el río Segura para sostener las banderas. Estos diseños son las primeras obras para Anima Mundi», señala.

«De pronto percibí que el espacio no era favorable para una exposición clásica y que una instalación sería lo indicado -revela-, mas tenía que ser humilde, ligera, simple, pero también alegre y llena de energía para dar [...] Finalmente, encontré una solución imaginando un pequeño bosque de paños de limpieza de tintas y pinceles, recuperados como pequeñas banderolas trémulas salidas de las tinajas, las cuales presentarían figuras humanas unidas hacia un vuelo destinado a ser espiritual. El visitante tendrá que pasar entre ellos, tocarlos y recibir, en respuesta, el sonido de pequeñas campanas. Esta figuración, podrá representar la comunión generacional estratificada, que vive en ese espacio; nosotros, los que están antes y los que están por venir», expone sobre su obra, visitable hasta el 8 de diciembre.

¿Qué narran esas voces materializadas en las piezas textiles? ¿Son voces entendidas como diversidad cultural, de experiencias y de sensaciones a las que va dando orden? «La audición de la voz es una forma de acentuar o poblar el espacio. El visitante no está solo. La humedad del espacio lo hace más ameno, más humano, convirtiéndolo en menos incómodo. Además, sobre todo, obliga a los sentidos a diversificarse y libera la mente para poder volar con las figuras. Las voces narran un poema de amor en siete pasos que trata sobre no existir diferencia entre amante y amado. Cada parte está escrita en portugués y en castellano, interpoladamente, porque me gustó el contraste de los dos idiomas», señala Dora, que tiene muy claro qué pretende provocar en el espectador con esta instalación: «Quedaré muy bien si el espectador siente placer en la visita y la recuerda recreando en su proprio universo lo que ha visto (valió la pena). Pero tengo la aspiración de provocar sorpresa, placer intelectual, emoción poética, contemplación estética, ser puente y camino, e inspiración, porque el arte es un medio de trascendencia».