Escuchar en directo a Los Limones es algo ciertamente gratificante. No solo por lo que evocan sus canciones, sino también por el modo en que interpretan otras que, con el consiguiente arreglo, hacen absolutamente suyas. Dice Teo Cardalda que Santi Santos -líder absoluto de la banda- es el Bruce Springsteen gallego; "por su entrega", aclara. Será por eso que cada concierto de Los Limones es una gran fiesta, así que hoy el pub Cuatro Rosas de Torre Pachecho es el lugar idóneo para pasar la tarde de sábado.

Los Limones, cuando empezaron, eran cuatro estudiantes del colegio Montefaro de Ferrol: Santi Santos (guitarra y voz), José Ignacio Garrote (bajo y después guitarra), Tom Garrote (guitarra solista) y Rodríguez Badía (batería). Posteriormente se unieron al grupo Carlos Vélez (bajo) y Begoña Álvarez (teclado), y con ellos llegó a colaborar el gran Antonio Vega en el single Acelerado. No obstante, de la formación original solo queda Santos, que llega a Torre Pacheco con banda nueva pere idéntica filosofía; y, lo más importante: con las canciones de siempre.

Fue en torno a 1983 cuando Santos lideró su primera formación en Ferrol de, entonces, Los Limones del Caribe. En 1987 vio la luz su primer mini-LP, Sun, y dos años después, su primer LP, Sube la marea. El grupo se disolvió en 1997, y resurgió en 2001 con altibajos, dejando un puñado de temas que los catapultaron a las listas del pop nacional en los noventa, como ¿Qué fue de ti?, Te voy siguiendo, Trenes sin destino, El canto de sirena o Ferrol, un himno generacional tirando a derrotista que sigue todavía vigente. El tema formaba parte del álbum Música clásica (1992), y, cuando se compuso, la Unión Europea le acababa de dar la estocada a Astano, motor económico de una comarca que vive por y del naval. Ferrol es una espléndida canción rematada con unos versos finales que se han convertido en el mantra de muchos gallegos de la diáspora: "Sé que aquí nací, aquí quiero quedarme aquí está mi hogar, donde se acaba el mar".