Como un tesoro. Como lo que es, vaya. Con la precisión de un cirujano y con el mimo y cariño con el que trataría una enfermera de neonatal a un pequeño que acaba de ver la luz del día por primera vez. Así se desembaló y colgó ayer en el Museo de Bellas Artes de Murcia el retrato que Goya pintó al actor cartagenero Isidoro Máiquez poco antes de su muerte; cuadro prestado por el Museo del Prado, tan de actualidad estos días por la concesión, este jueves, del Premio Nacional de Restauración y Conservación de Bienes Culturales y, ayer, del Premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades 2019.

Y es que la pinacoteca madrileña está de celebración (obvio); concretamente, de bicentenario, y los jurados no han querido perderse la fiesta. No es baladí el dato para la cuestión que nos ocupa, pues, en un lugar destacado de la extensa programación extraordinaria que el museo viene llevando a cabo desde el 19 de noviembre del pasado año -con la que pretende hacer partícipe de la efeméride no solo a Madrid, sino a todo el país- se encuentra la exposición titulada De gira por España, consistente en el préstamo de una pintura de especial relevancia por un período de un mes a diferentes museos elegidos entre «los mejores del país», uno por cada comunidad y ciudad autónoma (a excepción lógica de la capital). Es en este punto, claro, en el que hace su aparición la citada pintura, que aunque ya esté dando lustre a las paredes del Mubam, no se presentará en sociedad hasta la próxima semana.

«Es especial, claro», señalaba ayer Javier Bernal, responsable del Servicio de Museos y Exposiciones de la Comunidad y otrora director del Mubam, cuando se le preguntaba por el Goya. «Pero no solo por el cuadro en sí, que también -puntualizaba el también restaurador-, sino por lo que significa para nosotros este proyecto; porque el Prado ha sido el que ha elegido los espacios a los que prestar un cuadro de su colección -cuál fuera también lo han decidido ellos, nosotros ahí no hemos intervenido-, y que nos hayan elegido a nosotros es un honor», explicaba este viernes a esta Redacción Bernal, quien, evidentemente, no oculta el atractivo que puede tener para el público murciano contar con un cuadro de este calibre a escasos minutos de sus casas: «Por desgracia, nosotros no tenemos ningún Goya que enseñar, así que tener esta obra durante un mes con nosotros es todo un lujo». Además, se da la circunstancia de que Murcia es, junto con Gijón, la única ciudad de esta gira que podrá disfrutar de una pieza del maestro aragonés.

Y es que, en la medida de lo posible, el Prado ha intentado 'prestar' a los diferentes museos que intervendrán en esta gira obra significativas para sus vecinos. Así, el Museo Casa Natal de Jovellanos, en la ciudad asturiana, podrá disfrutar, como es pertinente, del retrato que el aclamado pintor dedicó al escritor, jurista y político Gaspar Melchor de Jovellanos, y, por ejemplo, el Museo de Bellas Artes de Castellón ya acogió a principios de año una obra del valenciano Joaquín Sorolla: Chicos en la playa. Parece evidente, pues, la elección del retrato de Isidoro Máiquez como préstamo en la Región de Murcia; especialmente si tenemos en cuenta que durante todo 2018, el Ayuntamiento de Cartagena salpicó su agenda cultural con actividades relacionadas con actor por el segundo centenario de su muerte. Tener en el Mubam esta precisa pintura de Goya supone, de este modo, la guinda a un año en el que su figura y su recuerdo se han visto más reforzados que nunca en la ciudad portuaria.

Un proceso casi quirúrgico

Oficialmente, el cuadro estará expuesto desde el próximo martes, día 22, hasta el 17 de noviembre, pero como el proceso dista mucho de ser un simple desempacado y la posterior búsqueda de una escarpia libre en la que colgar la obra, el montaje -porque se le podría otorgar esa categoría- se ha adelantado unos días para que todo esté listo de cara a la inauguración. Para ser más exactos, la pieza llegó este jueves al Mubam, pero no fue hasta ayer por la mañana cuando los técnicos iniciaron el proceso de exposición. «Esto no es: 'Te lo mando' y ya está. No. Hay un protocolo, un expediente, anexos, solicitudes, seguros..., hasta una empresa especializada en el transporte de obras de arte. Y aunque hace ya un día desde que nos lo trajeron, lo habitual en estos casos es dejar el cuadro en su embalaje unas 24 horas para que se estabilice, para que se 'acostumbre' a la temperatura y humedad de nuestro museo», explicaba este viernes Bernal.

En cualquier caso, ni siquiera el personal del Mubam tiene potestad para manipular el lienzo, así que desde la pinacoteca murciana solo podían esperar hasta la llegada del 'correo' del Prado, que hizo su aparición a primera hora de la mañana de ayer. «Él es la persona que comprueba que la obra no ha sufrido ningún daño durante el traslado y el que da el visto bueno para que, ahora sí, los especialistas -también llegados desde Madrid- saquen el cuadro de la caja, hecha a medida», apunta el restaurador.

La última fase de la operación consiste en la instalación -previo minucioso cálculo- de un paramento especial, «creado específicamente para la ocasión», y, ahora sí, la colocación del cuadro. «En total, un par de horas», señala Bernal, que asegura que todo el proceso no es debido a que la pieza en cuestión esté firmada por Goya. «Es la mecánica habitual tanto para cuando recibimos obra, como para cuando prestamos. En este caso, todo el procedimiento ha corrido a cargo del Prado, pero si es el Mubam el que cede una o varias piezas, somos nosotros los que nos ocupamos de todo y enviamos al 'correo'», aclara el experto.