No todo es mitología en la obra de Pepe Yagües; también hay poesía. Bueno, y erotismo, provocación, ironía..., pero, sobre todo, lirismo. El molinense ha forjado entre ninfas y minotauros una personalidad artística indiscutible, arrolladora a veces. Tremendamente polifacético -no hay formato que se le resista-, es, por todo ello, uno de los creadores murcianos más reconocidos fuera de nuestros límites territoriales y, consecuentemente, uno de los más solicitados, como demuestran varios 'encargos' que este próximo viernes reúne por primera vez en un mismo espacio; en concreto, en la Biblioteca de Andalucía de Granada.

Se trata de la muestra titulada Sembrado de lunas (ordeño versos), y no es casualidad que, para verla, haya que ir a una biblioteca, en lugar de a una galería o un museo. Y es que lo que allí va a mostrar Yagües son libros, 'libros de artista', que les llaman los entendidos-, pero libros al fin y al cabo. «De hecho, este concepto tiene que ver con el libro tal cual surgió hace siglos, cuando lo hacían monjes de forma completamente manual, artística», señala el pintor y escultor murciano, que en esta ocasión pone su 'mundo' al servicio de cinco titanes: Pablo Neruda, Federico García Lorca, Jorge Luis Borges, Virgilio y un último gigante de la poesía en castellano que ejerce -si se permite el símil musical- de bonus track.

En primer lugar, Yagües expondrá en Granada los siete trípticos realizados al aguatinta que conforman el libro de artista titulado Silencio enamorado, basado en los Veinte poemas de amor y una canción desesperada de Pablo Neruda, junto con el texto introductorio que escribió especialmente para esta edición el escritor chileno Antonio Skármeta. También se mostrarán en la Biblioteca de Andalucía los diecisiete aguafuertes que conforman la espectacular Guitarra abierta -ésta, con prólogo de Miguel García-Posada-, todos ellos inspirados en versos de Federico García Lorca.

El 'Dédalo del deseo', que adopta la forma de un 'laberinto', como el texto de Borges que lo inspira.

El tercero de los libros de Yagües que articulan esta exposición es Dédalo de deseo, un políptico de 48 aguafuertes basado en el poema Laberinto de Borges; edición más que limitada, como el resto de los títulos expuestos -se mueven entre los cincuenta y los setenta y cinco ejemplares-, que cuenta con la colaboración de la viuda del erudito argentino, María Kodama. Y en cuanto a Virgilio, Yagües muestra su admiración por el poeta clásico con los veintiún grabados de la serie Caballo de Troya, ideados en base a los versos del libro segundo de la Eneida.

El quinto en discordia, el bonus track, es, como no podía ser de otra manera, Miguel Hernández, cuya presencia en esta muestra es casi una 'imposición' del molinense. «Los de Lorca, Neruda y Borges los hice con una editorial de Barcelona, igual que Caballo de Troya, pero el de Miguel Hernández es distinto... Varios editores me han propuesto hacer cosas con ellos, y yo siempre les digo de hacer algo sobre él, pero nunca quieren, no sé por qué... Así que he decidido hacerlo yo por mi cuenta, porque me da la gana», explica Yagües acerca de Alma de cabra, un libro de artista «recién terminado» y compuesto por cincuenta acrílicos inspirados en «versos mitológicos y eróticos poco conocidos» del poeta oriolano; vamos, textos que pedían a gritos que el murciano les metiera mano.

El libro 'Guitarra abierta', que se muestra en una caja de acero y madera con forma de dicho instrumento.

Es éste último, por su carácter inédito, el que centra gran parte de la atención de Sembrado de lunas (ordeño versos); de hecho, es tan reciente que apenas existe una copia de Alma de cabra -la que este viernes verá la luz en Granada-, y, por si quedara algún incrédulo, merece la pena destacar dos pinturas de esta serie que incluyen una burla de rabiosa actualidad: las dos que obedecen al verso hernandiano «De un viejo y jocondo sátiro», y que en la mente de Yagües solo podían ir dirigidos al tenor español Plácido Domingo, sobre el que pesan ya cerca de dos decenas de acusaciones de acoso sexual por parte de algunas compañeras cantantes. Menos incisivo se muestra con el propio Miguel Hernández, que en este libro -«que refleja, como dijo Antonio Muñoz Molina, 'una desvergüenza sexual campesina'»- aparece caracterizado como un fauno, «mostrando su lado dionisíaco y caprino», explica el artista.

En total, Yagües muestra en esta exposición más de cien obras entre grabados, pinturas y esculturas, como la propia Guitarra abierta que, efectivamente, es una caja de acero y madera de veinte kilos con forma de guitarra, o Dédalo del deseo, cuyos grabados conforman un «laberinto interactivo» en el que, según la posición del espectador se aprecian unos dibujos u otros. Por suerte para quienes acudan a la inauguración, y aunque las obras estarán expuestas en vitrinas gigantes, Yagües permitirá a sus 'lectores' manipular y tocar los libros, aunque solo en su presencia: «Son delicados...», señala.

La idea de todo este proyecto es explorar «hasta qué punto un verso te puede motivar a hacer una imagen», explica el artista. Y, por lo que cuenta, las motivaciones son máximas. Y es que Alma de cabra no quedará en una simple pieza de museo. «La idea es presentarlo 'oficialmente' en 2021, cuando se cumplen 111 años del nacimiento de Miguel Hernández. Pero este libro será tan solo una parte de lo que pretendo exponer...», desvela Yagües, que, de hecho, ya está trabajando en varias piezas escultóricas dedicadas al poeta oriolano. Pero, para eso, aún queda algo más de un año. «Porque es que 111 mola más que 100 o que 110, ¿no?», se pregunta el artista.