Los festivales de música en España adoptan cada vez más medidas en pro de la sostenibilidad para «reducir su impacto en el medio ambiente»; un reto, por cierto, «nada fácil» de conseguir -reconocen distintos promotores consultados-, ya que estos macroeventos movilizan a miles de personas, véase el Warm Up de Murcia o La Mar de Músicas de Cartagena, con 80.000 y 45.000 asistentes, respectivamente.

La recogida de residuos, proyectos de reforestación o la participación en iniciativas solidarias son algunas de las cuestiones que los responsables de estos eventos intentan implementar para «sensibilizar a los asistentes» y que puedan «trasladar el mensaje» ambiental a sus ciudades, pueblos o familias para favorecer «un cambio más profundo». Quien habla es Fiachra McDonagh, el coordinador de solidaridad y acciones verdes del Rototom Sunsplash, «el rey de los festivales españoles en preocupación por la sostenibilidad», confiesan desde 'La Mar'.

El Rototom -centrado en la música reggae-, tiene lugar en Benicasim (Castellón) este fin de semana bajo el lema 'Stand up for Earth' (en castellano, 'Levántate por La Tierra'), y no exageran los responsables del festival cartagenero al referirse a él como «un ejemplo para todos». La progresiva reducción del uso de plásticos en sus pasadas ediciones ha llevado al Rototom a declararse este 2019 'Libre de plástico', tras eliminar la presencia de este material en las máquinas de venta y en las barras de bebidas, siendo sustituidas por 50 puntos de suministro de agua «microfiltrada para rellenar botellas y cantimploras».

El consumidor podrá disponer de seis vasos de agua de 30 centilitros por tres euros, además de acceder a dos fuentes de agua potable gratuita, explica McDonagh. Además, este apartado incluye otra novedad: pulsadores temporizados de agua para «llevar un control y no gastar más de la necesaria», aclara. Estas propuestas están incluidas dentro de la filosofía 'GreenPlash', un compromiso que «promueve buenas prácticas sostenibles» desde los comienzos del festival.

El desperdicio alimentario también está «en el punto de mira», y han creado «puntos de trueque» para intercambiar objetos o alimentos, y también contará con la colaboración del Banco de Alimentos de Castellón, subrayan sus responsables.

Otros festivales son posibles

Siguiendo la idea de McDonagh de que «otro mundo es posible», otros festivales españoles situados en la vanguardia de las tendencias musicales han adoptado medidas similares. El FIB, celebrado en julio también en Benicasim, considera «totalmente necesario» que los eventos sean sostenibles, por lo que elaboran mensajes de concienciación y clasifican los residuos llegando a alcanzar la cifra de 18.340 kilógramos de envases recogidos en la pasada edición, según el responsable de prensa Gustavo Navedo.

Por otro lado, el Bilbao BBK Live -celebrado cada julio- participa en proyectos solidarios e intenta «reducir la infraestructura» con el objetivo de «mimetizarse con la naturaleza», aprovechando el emplazamiento del evento -en el monte Kobetamendi-, señala el director del festival, Alfonso Santiago. Y el Dreambeach, que tuvo lugar el pasado fin de semana en Villaricos, tenía este año por objetivo «multiplicar» las cifras de reciclaje alcanzadas en la pasada edición: 4,5 toneladas de envases ligeros y de papel y cartón recogidas que evitaron 4,16 emisiones de dióxido de carbono (CO2), según el director de comunicación Ibai Cereijo.

Entre los que están por venir, el DCODE -7 de septiembre en Madrid- promueve la movilidad sostenible para «compensar las emisiones originadas en el festival» y contará con las botellas de material 100% reciclado de Auara, cuyos dividendos se destinan a proyectos de acceso a agua potable.

La Región también se aplica

Sin embargo, no hay que irse lejos para asistir a un festival sostenible o, al menos, respetuoso con su entorno y el medio ambiente. Es el caso del Warm Up - Estrella de Levante, que también cuenta con una política al respecto: «Trabajamos para llevar a cabo un festival diseñado para reducir al máximo el impacto medioambiental. Para ello, ponemos en marcha diferentes acciones que nos permiten desarrollar un evento sostenible y comprometido con nuestro entorno. Nuestro objetivo es cuidar el recinto que nos acoge e involucrar a todos los asistentes y trabajadores en todas las patas de la sostenibilidad», afirman desde la organización.

Especialmente popular es su sistema de vasos reutilizables: «Dejando una fianza de 1,25 euros, ofrecemos un vaso por el que, al retornarlo, el asistente recuperará un euro. Además, destinamos los 0,25 euros restantes a ONG o asociaciones de la Región de Murcia (Ancebaem, Hippocampus...). Con este sistema evitamos el uso de vasos de plástico de un solo uso, ahorrando recursos (casi un tonelada de petróleo, H2O y emisiones de CO2) y reduciendo residuos, evitando que toneladas de plástico acaben en la basura», explican. De hecho, todos aquellos puestos de comida que no quieran formar parte de esta acción -reducir los plásticos de usar y tirar en el recinto- deben pagar un cannon.

Entre otras cuestiones, el Warm Up también promueve actividades como la recogida de basuras o el canje de botellas de plástico por premios, reutiliza buena parte de los elementos decorativos y de montaje de ediciones anteriores y en torno al 80% de la iluminación que utiliza es tecnología led, con el objetivo de reducir el consumo energético.

Tampoco es ajena a esta realidad La Mar de Músicas, que tuvo lugar durante prácticamente todo el mes de julio en diferentes días y recintos; una peculiaridad que, sin embargo, no impide al festival (y a sus asistentes, y a la ciudad de Cartagena) gozar de una política férrea en cuanto a sostenibilidad. Por supuesto, el servicio de bares hace separación de los residuos y utiliza materiales biodegradables. Además, imprime toda su programación y cartelería en papel 100% reciclado, sin cloro y respetuoso con el medio ambiente.

No obstante, el festival dio este año un paso más en esta lucha. Si bien volvió a organizar un taller infantil en torno al medio ambiente -enmarcado en su programa 'La Mar Chica'-, acción que empieza a ser habitual en cada edición, también impulsó este año, por primera vez, actividades de recogida y clasificación de residuos en las playas de Cabo de Palos. Una escultura gigante con forma de pez sirvió de contenedor durante los dos días de batidas -el 25 y el 27 del mes pasado- en las que participaron voluntarios de la empresa Soltec, de la asociación Región de Murcia Limpia y del colectivo Mi Costa sin Plásticos. «El objetivo era hacer ver que el problema de los residuos en el mar es muy grave y compete a todos; y que, entre todos, ciudadanos, empresas e instituciones públicas, es necesario darle la vuelta y aportar soluciones reales», explican desde el festival.

Por otro lado, La Mar de Músicas también cuenta con una política interna dedicada a la reducción del consumo y las emisiones de CO2, hasta el punto de que aseguran que los vehículos utilizados para mover a sus artistas son vehículos eficientes. No obstante, desde la organización se asegura que realizarán una compensación de las emisiones en Cartagena con la plantación de árboles de especies autóctonas bien adaptadas a la sequía.

Para finalizar, conviene mencionar que ambos festivales colaboran con Ecoembes, entidad que gestiona el reciclaje de envases en España y que cuenta con el apoyo de 59 festivales de música a la hora de clasificar sus residuos. En concreto, el año pasado se reciclaron 459.300 kilos gracias a esta iniciativa, aunque «aún queda mucho por hacer», coinciden los entrevistados.