Dice Juan Bautista Sanz en el catálogo de la muestra que por las venas de Manuel Avellaneda no corría la sangre, sino el color. El color del agua clara, de la tierra..., los ocres. Y es que el artista ciezano, al que mañana se le rendirá tributo en el Museo de Bellas Artes de Murcia (Mubam), no pintaba con una paleta cualquiera, sino con la que construía a través de sus ojos, de su particular mirada a la Región que le vio nacer y morir. Nadie como él supo plasmar esas tonalidades, nuestras tonalidades, en el lienzo; nadie como Avellaneda -como apuntaba esta mañana el comisario Manuel Fernández-Delgado- consiguió domar los malvas "sin que se le amaneraran en rosáceos".

Tal vez por eso, la exposición que quiere recordarle en el Mubam ha elegido al "tercer Avellaneda". "El empieza siendo un fobista tremendo; luego pasa a los secanos, donde se deja influir por Godofredo Ortega Muñoz, entre otros, y, después, hay una cierta dulcificación en sus paisajes. Esta es la etapa que podemos ver en esta muestra", ha explicado esta mañana Fernández-Delgado, que lleva esta muestra junto al hijo del artista, Antonio Avellaneda. Es en esta etapa en la que se puede apreciar cómo el ciezano "pasa de los amarillos a una paleta tremendamente variada" que muestra al que para muchos es el mejor Avellaneda.

La muestra, que se ha titulado Avellaneda en el paisaje y se inaugura a las ocho de esta tarde, está compuesta por cerca de medio centenar de obras, e incluye grabados y litografías. Además, se muestra una escultura titulada Cabeza de Avellaneda, realizada por Luis Toledo, y un retrato del pintor obra de Pedro Serna, reforzando así el carácter de homenaje que tiene la muestra, visitable hasta octubre y acompañada por un amplio programa de actividades completarias -como charlas, visitas guiadas y proyecciones- que tienen por objetivo dar a conocer a entre los murcianos a uno de los grandes de la pintura de esta comunidad.

En cuanto a la colección exhibida, lo que se propone al visitante en el Mubam es un viaje por la Región a cargo del "cronista del paisaje murciano", como le ha definido el director general de Bienes Culturales, Juan Antonio Lorca, que se ha encargado de presentar la exposición ante los medios. Para él, Avellaneda "fue un observador privilegiado de los matices del color de nuestra tierra", un "maestro de la acuarela" y el mejor narrador pictórico que hemos tenido "del campo y de los espacios más áridos" de nuestro entorno.

Sin embargo, Avellaneda en el paisaje es un reflejo también de la evolución del artista durante aquellos años de gran producción. "Para él, conocer a [Ramón] Gaya supone una liberación, y es a raíz de ahí cuando empieza a incoporar el agua al cuadro, primero con sus paisajes de la zona de Ojós y de Ulea -donde empiezan a aparecer los cuadros de los reflejos, de los que hay una gran selección en esta exposición-, y luego con las acuarelas y las marinas, donde soalmente jugando con los azules es capaz de demostrar su maestría con los paisajes", ha señalado Fernández-Delgado, que ha querido recordar lo que dijo del ciezano el poeta Eloy Sánchez Rosillo, y que ilustra a la perfección la esencia de la muestra: "Dijo que era como un higo chumbo, que por fuera pinchaba, parecía muy aspero, muy duro, y que, sin embargo, era dulcísimo por dentro".

Manuel Avellaneda

Manuel Avellanada (Cieza, 1938-Cartagena, 2013) realizó su primera exposición individual en 1957, año en el que se trasladó a Madrid para cursar sus estudios artísticos en la Escuela Superior de Bellas Artes de San Fernando y en el Círculo de Bellas Artes. Residió en Madrid hasta 1966, donde mantuvo una estrecha relación con el grupo de artistas que forman la 'Escuela de Vallecas' y que influyen notablemente en su obra. Manuel Avellaneda destaca también en su faceta como ilustrador para libros: Tierras murcianas de Azorín o Tierras de Castilla.

En la década de los sesenta formó junto con Aurelio, Párraga y Luis Toledo, entre otros, el Grupo Aunar y, a finales de este decenio, recibió el Premio Ciudad de Murcia y el Premio Chys de pintura. En 1970 se le encargó que realizase los murales para la Casa de Murcia en la Feria Internacional del Campo de Madrid.