A punto de cumplirse el centenario del estreno de El sombrero de tres picos (julio de 1919), el investigador aguileño Antonio Hernández Moreno ha puesto en duda la total autoría de Manuel de Falla. Lo hizo el pasado viernes 14 de junio en una conferencia organizada por el Instituto Cervantes de Londres y celebrada en la Europe House, donde reveló los resultados de una investigación -que está a punto de ser publicada de forma novelada en el libro Treinta castañuelas para Londres- en la que demuestra que «casi un tercio» de la partitura fue compuesta y orquestada por Maurice Ravel y Ottorino Respighi.

Hernández Moreno, que lleva veinte años luchando por limpiar el nombre del enigmático bailarín español Félix García -apodado «injustamente» 'El Loco'-, se topó, buscando esclarecer la historia de este personaje, con una partitura manuscrita que es el germen de esta afirmación. Fue hace «unos siete años», en la Houghton Library de la Universidad de Harvard, cuando el también músico murciano residía en Estados Unidos. Se trata de un documento, explica, con la música completa del ballet en versión para piano y que lleva por título Le chapeau tricorne, y de la que ni siquiera la Fundación Manuel De Falla tenía constancia de su existencia, afirma.

En una nota difundida ayer, Hernández Moreno asegura que «la investigación demuestra, una vez analizadas las características caligráficas y las modificaciones que sufrió la obra original, que Ravel y Respighi arreglaron, terminaron y orquestaron la obra que daría lugar a la partitura definitiva del ballet El sombrero de tres picos». Los pormenores de la investigación verán la luz con Treinta castañuelas para Londres, pero en declaraciones a LA OPINIÓN, su autor asegura que, «concretamente al final del ballet, uno puede darse cuenta de que, además de española, hay música de estilo francés [Ravel] y de estilo ruso, de la que Respighi era un experto», apunta el aguileño, que subraya que ambos, además, eran «dos de los mejores orquestadores del momento».

Para continuar con la historia, hay que identificar a un nuevo personaje en esta «telenovela»: el empresario ruso Sergei Diaghilev, principal responsable de los Ballets Rusos, compañía que se encargaría de estrenar en el Alhambra Theatre de Londres la obra de Falla. «Es una historia muy curiosa porque, por aquel entonces, Respighi estaba orquestando otra obra para él, La Boutique fantasque, mientras que Ravel estaba trabajando en Noches en los Jardines de Aranjuez», explica Hernández Moreno. Diaghilev acababa de renovar con su compañía en la capital británica tras una larga temporada en el Coliseum Theatre, y El corregidor y la molinera -título de la obra original del compositor andaluz- era uno de los espectáculos que el productor ruso tenía previsto presentar ante el público inglés durante el nuevo curso; de hecho, debía haberlo hecho antes, en enero de 1917 en Roma, pero los bailarines de flamenco españoles contratados para los papeles principales nunca llegaron a la capital italiana. Sin embargo, «nuevos contratiempos y retrasos impidieron que la partitura estuviera terminada» a pocas semanas de que se levantara el telón en el Alhambra, apunta el músico e investigador.

«Falla tenía una situación personal muy grave. Su padre había fallecido y su madre se encontraba enferma», explica el aguileño, y es entonces cuando Diaghilev decide, según su investigación, contratar «en secreto» el trabajo de Ravel y Respighi y cuando la obra deja de llamarse El corregidor y la molinera para convertirse en Le chapeau tricorne ('El sombrero de tres picos'). El francés y el italiano hicieron «importantes cambios en la estructura de la pantomima, suprimiendo música y agregando nueva, haciendo la orquestación de la música completa del ballet», señala Hernández Moreno, quien, eso sí, desconoce por qué se ocultaron los nombres de Ravel y Respighi como coautores de la obra: «Falla se empeñó en publicar en 1921 la versión anterior de El corregidor y la molinera, y supongo que pensarían que las dos eran del mismo autor. Porque, cuando una persona compone la música y otro la orquesta, suelen aparecer ambos; en La boutique fantasque, por ejemplo, Respighi solo era el orquestador, y cuando se publica se hace firmada como 'Rossini-Respighi'».

Un "daño colateral"

En cualquier caso, Antonio Hernández Moreno insiste en que este descubrimiento es simplemente un «daño colateral». «Mi única intención es reivindicar la figura de Félix García y aclarar las causas que motivaron su detención e internamiento en un hospital psiquiátrico» pocos días antes del estreno de El sombrero de tres picos, en el que iba a ser el protagonista. «Mi tesis es que esos cambios tan importantes [los de Ravel y Respighi en la obra original apenas un par de meses antes del estreno] afectaron directamente al destino de Félix», apunta el investigador. Y es que el bailarín español, sometido a una presión intensa por parte de la compañía -debía ensayar con el resto del equipo los nuevos bailes agregados a la partitura de Falla y ayudar a Léonide Massine en el montaje de la coreografía-, «montó un escándalo en público» que terminó con su carrera y ha manchado su recuerdo hasta nuestros días. «Pero puedo afirmar, con documentos, que no estaba loco. De hecho, cuando se le detuvo, se le registraron signos de claustrofobia, no de esquizofrenia [como se ha dicho]. El caso es que en Reino Unido, en esa época, te derivaban a uno de estos centros con que fueras vagabundo o alcohólico», asegura.

Parte de esta cruzada es un ciclo de conciertos de música española que, desde hace tres años, el autor de esta investigación organiza en el Aula de Cultura de la Fundación Caja Mediterráneo y que acumula ya una decena de sesiones. «La única idea es hacer justicia y restituir su buen nombre, reivindicar el papel que desempeñó en el estreno de El sombrero de tres picos y en su gestación», insiste. Y es que al bailarín español se le ha dedicado incluso un ballet titulado El Loco (2004), «y no deberíamos recordarle así», lamenta.