Para Javier Guillamón Álvarez, catedrático de Historia Moderna de la Universidad de Murcia y director de la macromuestra de carácter histórico Floridablanca, la sombra del rey, está claro que la figura de José Moñino, el conde de Floridablanca, es la del personaje más importante de toda la historia de Murcia. Por su ascendencia en la corte de Carlos III, por sus acciones como figura clave del gobierno español, por su labor política y diplomática y por su papel como dinamizador de todo tipo de instituciones estatales de carácter artístico, histórico y académico.

La muestra, que se expone desde comienzos de año en el Palacio Almudí y en la sala Verónicas y que permanecerá abierta hasta finales de este mes, es un intento de conseguir mostrar de manera gráfica, atractiva, rigurosa y documentada el significado de un hombre de Estado que, a decir del profesor de la UMU, es probablemente, no sólo el murciano, sino el español más universal. O uno de los que más influencia ha tenido a lo largo de la historia de nuestro país. Su sola correspondencia es una muestra de ello, dado que se carteaba con personajes como María Antonieta, George Washington o Benjamín Franklin, que le exponían sus inquietudes.

Guillamón pone de relieve el carácter ambivalente de un hombre de estado y de acción: muy alejado de ser un simple teórico, pasó su vida tomando decisiones. Y en momentos especialmente difíciles, como los de la invasión napoleónica, «todos estuvieron de acuerdo en que Floridablanca llevara la nave del estado». Y es que, a decir del profesor Guillamón, se inspiraba en la tradición para acometer reformas y procurar el avance de España en multitud de frentes entre un período histórico que periclitaba y otro que surgía.

La exposición Floridablanca, la sombra del rey es un intento de mostrar su importante papel en la historia de España y de profundizar en la rica y poliédrica personalidad de una figura que modernizó con su obra, su trabajo y su tesón las instituciones del país. Un hombre, en fin, que, según Guillamón, constituía «ese tipo de persona que en los momentos más turbulentos puede servir de concordia a una nación».

La primera pregunta parece obligada: ¿por qué esta exposición de Floridablanca?

Murcia puede vanagloriarse de tener un murciano verdaderamente universal, conocido en el mundo entero. Fue durante más de quince años el Primer Secretario de Estado, es decir, el Primer Ministro, y gobernó la Monarquía hispánica de Carlos III con un gran poder, que finalmente fue una de las causas de su defenestramiento. Se caracterizó por ser un Jefe de Estado, no un teórico de la política; alguien que tomaba decisiones, y que lo hacía en relación a una sociedad que estaba obsolescente. Y hacía lo que la lógica pedía, es decir: traer la modernidad a partir de las ideas ilustradas para que progresara el Estado a través de la Monarquía de Carlos III.

Háblenos de cómo se ha organizado y montado la exposición y quiénes la han hecho posible.

Hace diez años ya se hizo en Murcia una gran exposición, Floridablanca. La utopía reformadora, comisariada por el profesor de la Universidad de Murcia Cristóbal Belda. Aquella fue una muestra sobre la época de José Moñino, pero ésta es una exposición sobre el personaje; no hay una sola pieza de las 340 que componen la muestra que no esté relacionada con lo que hizo Floridablanca. La exposición ha sido posible gracias a la Comunidad Autónoma, el Ayuntamiento de Murcia y Acción Cultural, fundamentalmente. Aunque el recorrido ha sido inspirado por mí, está diseñada por dos expertos de lujo que han trabajado mucho y muy bien; me refiero claro está, a los comisarios de la muestra: Isidro Bango e Ismael Gutiérrez.

¿Quién fue realmente José Moñino y Redondo?, ¿fue un hombre de su tiempo, alguien que se adelantó al período en el que vivió o un hombre que defendía unas ideas ya anticuadas?

Fue un hombre de la Transición. Lo más interesante de la Historia son los momentos de cambio. El cambio más importante que se ha dado en la historia de la Humanidad fue probablemente la Revolución Francesa. A él le tocó vivir precisamente esa transición de lo que se llama el Antiguo Régimen al Régimen Liberal, y las transiciones siempre se hacen desde dentro, transitadas por los que están; por tanto, Floridablanca es realmente un reformista.

En el siglo XVIII hay tres 'R': Reacción, Reforma y Revolución. Esta última consiste en cambiar de forma radical la sociedad vigente; la Reacción es la resistencia a esos cambios, y la Reforma es aquella que, a través de medidas, sobre todo técnicas, transforman lo que existe para dar paso a la modernidad. Floridablanca se sitúa justo ahí, en primer lugar porque fue el todopoderoso ministro de Carlos III y, después, porque en 1808, primero Murcia, y después todos los españoles, lo elegirían como presidente de la Junta Central.

Ese fue prácticamente su último servicio a España.

Sí, después de dar un programa de gobierno en Aranjuez en 1808 y marcar el camino a seguir, dijo que se volvía a Murcia porque tenía ya 80 años y estaba enfermo, pero el congreso de todas las Juntas de España le eligieron a él por unanimidad como presidente con el título de Alteza Serenísima. Y así fue: el 30 de diciembre de 1808 moría en Sevilla, y fue enterrado en la Capilla Real de la Catedral de Sevilla junto a Fernando III el Santo y Alfonso X el Sabio.

Pero antes había dejado su impronta en toda la política española.

Floridablanca no solo marca a Murcia, sino que también es marca universal, porque es un personaje clave de la Independencia y el nacimiento como nación de Estados Unidos, y aporta unas medidas que son auténticos baipás, como el que hizo con la Iglesia Católica desde el Regalismo, y también el trato con el mundo islámico: por primera vez en la historia de España, propició que existieran relaciones comerciales y diplomáticas con el Islam.

¿Qué espíritu de servicio podía tener una persona que, ya con 80 años, y gravemente enfermo, se apresta a entregarse a una empresa tan tremenda y ardua como aglutinar todas las provincias y los poderes de un país invadido y en guerra contra el invasor?

José Moñino era un hombre de Estado, un hombre de acción, no un hombre de pensamiento, como lo eran muchos liberales; él percibía la realidad y proponía las decisiones las decisiones a tomar. Vivió la experiencia del Despotismo Ilustrado y se dio cuenta de las consecuencias que tenía eso para la monarquía hispánica, y tras los grotescos repartos de Bayona, se percató de que lo más interesante era hacer una Junta Central Suprema como depositaria de la representación nacional en tanto el Rey estaba fuera de España. Porque Floridablanca tenía un objetivo, y ese objetivo era España. Podemos calificarlo como el icono del patriotismo español, porque este país alcanzó la independencia precisamente tras la invasión de Napoleón.

Hay quien lo tilda de anticlerical, pero...

A pesar de las cosas que se dicen de él, Floridablanca era muy católico; de hecho, él pasa sus últimos años intentando escribir en su celda un tratado de teología sobre la santísima Trinidad. Todos aquellos que piensan que Floridablanca era un masón o que era un anticlerical se alejan mucho de la realidad. Floridablanca lo que quería era que la Iglesia fuera la Iglesia de los pobres, y respetó los bienes de la Iglesia. Es más: él creó el Fondo Pío Beneficial con bienes eclesiásticos administrados el Estado, de ahí surgieron las casas de Misericordia, hospitales, fundaciones de pobres?

Y, sin embargo, fue la figura que acabó con los jesuitas en España.

Tras el motín de Esquilache, él pregunta a los jesuitas quién es su soberano, si el papa o el rey, y la respuesta era clara: el papa. Carlos III consiguió expulsarlos de España y mandar a Roma a los 6.000 jesuitas que había en la Monarquía Hispánica.

¿Fue una buena medida?

No creo; era como darse un disparo en el pie. Pero hay que distinguir entre el poder temporal de la Iglesia y su poder espiritual. Hoy día todo el mundo acepta que el Vaticano se dedique a lo espiritual, o sea, que no era tan descabellado. Lo que consigue Floridablanca con su actividad como embajador en Roma es convencer al papa para que haya una Bula de extinción de los jesuitas. Como en la Curia romana había una mayoría de jesuitas, consiguió que el papa Clemente XIV hiciera un Breve Pontificio llamado Dominus ac Redemptor que extinguía la Compañía de Jesús. Por esa acción él recibió precisamente el título de Conde.

Con el pensamiento actual, ¿cómo podríamos definirle ideológicamente?

En historia es muy complicado poner etiquetas. En cualquier caso, los historiadores partimos de la historiografía, es decir, de lo que se ha dicho antes que nosotros; y lo que está muy claro es que Floridablanca no tiene una historiografía positiva... Lo consideran un hombre del Antiguo Régimen y un obcecado absolutista, incluso un reaccionario, pero nada más lejos de la realidad. Él es un gestor del día a día, y por lo tanto tiene un objetivo: que España fuera un único cuerpo de nación, por eso su pensamiento con respecto a América es tan importante.

A Floridablanca hay que situarlo siempre en el terreno de la Reforma, y, si acaso, como un modernizador, es decir: un conservador que sabe que para el progreso es necesaria la tradición. Era ese tipo de persona que en los momentos más turbulentos puede servir de concordia a una nación, como así demostró. En unos momentos especialmente difíciles, la izquierda, la derecha, los de centro, los reaccionarios?, todos estuvieron de acuerdo en que Floridablanca dirigiese la nave del estado.

Si pudiéramos hacer un recorrido por los lugares más significativos de Murcia relacionados con Floridablanca, ¿cuáles serían los hitos y los sitios más significativos?

Todavía se puede caminar por las mismas calles por las que él lo hizo. Nació justamente detrás de la iglesia de San Bartolomé, lo que hoy es la sacristía; un lugar en el que actualmente hay una lápida que recuerda el nacimiento de Sánchez Madrigal, y sin embargo no hay ninguna que recuerde a Floridablanca, el único personaje español del siglo XVIII al que conocen en Estados Unidos, el hombre que mantenía conversaciones diplomáticas con Georges Washington y con Benjamin Franklin.

Además, él ayudó muchísimo a Murcia, por ejemplo, en la conexión con Cartagena, el puerto de la Cadena; hizo el Camino Real, que comenzaba justo de donde está en estos momentos la estatua de Floridablanca. Y siempre estuvo muy preocupado por Murcia, sobre todo en lo relacionado con las inundaciones: las mejoras del Malecón, del Puente y toda una serie de medidas relacionadas con el agua. De hecho, junto a su cuñado, el lorquino Robles Vives, hizo posible la construcción de pantanos, puesto que el agua era privada y era propiedad de la iglesia o de la nobleza, y no de los campesinos, y con los pantanos de Puentes y Valdeinfierno, el agua pasaría ser propiedad de los campesinos.

Se preocupó mucho por Murcia, y Murcia está habitada por la sombra de Floridablanca, como trasluce el título de la exposición.

¿Cómo le gustaría que salieran de la exposición las personas que se acercan a verla?

Me gustaría que esto fuera como abrir ventanas. El murciano debe conocer su historia y a uno de los protagonistas más importantes de ella. Si existe una marca de Murcia se llama Floridablanca.

¿Hay alguna pieza de la que esté especialmente orgulloso?

Al margen de lo ocho Goyas, hay un retrato de Carlos III que estaba en el Ministerio de Hacienda y que es la primera vez que ha salido fuera, por ejemplo. También está el cuadro de Floridablanca de propiedad privada que es el icono de la Exposición, otro que actualmente preside la sala Capitular de la Real Academia de Jurisprudencia. También hay ausencias, claro, como un retrato de Floridablanca de Pompeo Batoni.

¿Qué espera que consiga esta exposición?

El peso específico de este personaje histórico es tan transcendental, que espero que la propia historiografía, cuando se conozca nuestro catálogo y el estudio introductorio, colocará en su sitio a Floridablanca por esa importancia universal que tiene.