Muchos estudiantes necesitan tener música de fondo mientras estudian o repasan la lección. Sienten que las notas musicales los llevan a un estado de concentración que no consiguen alcanzar con el silencio.
Sin embargo, en el otro extremo, están aquellos alumnos que se distraen con cualquier sonido, especialmente el de la música y les es imposible centrarse en el temario.
¿Quién de ellos está en lo cierto? La ciencia ha investigado ambos casos.
A principios de los años 90 se desarrolló la teoría de que escuchar música clásica hacía que las personas fueran más inteligentes, lo que se apodó como Efecto Mozart.
El doctor Gordon Shaw llevó a cabo una investigación sobre la capacidad del cerebro para el razonamiento espacial. En un estudio de campo realizado en 1993 comprobó que un grupo de universitarios aumentó su capacidad intelectual hasta nueve puntos tras escuchar la "Sonata para dos pianos en Re mayor de Mozart".
El hallazgo dio lugar al desarrollo de juguetes con música clásica para niños, así como recomendar a mujeres embarazadas que colocaran audífonos en su barriga para que los bebés escucharan este tipo de melodía, ya que supuestamente les hacía más inteligentes.
Tiempo después se demostró que el efecto Mozart podía ser engañoso ya que los estudiantes sólo fueron evaluados en inteligencia espacial, que es sólo un tipo de inteligencia que se relaciona con la capacidad de identificar colores, líneas, formas, espacios...
Un equipo de investigadores recopiló los resultados de 40 estudios realizados sobre el Efecto Mozart y halló poca evidencia de que escuchar música clásica realmente ayudase al desempeño de tareas específicas. En definitiva, no se ha demostrado que escuchar música clásica, o cualquier otra música en realidad, haga a una persona más inteligente o más inteligente.
Quizás la música no nos haga más listos, pero sí mejora nuestro humor y nos hace más felices. Escuchar música desencadena la liberación de dopamina en nuestros cerebros. La dopamina es un neurotransmisor que promueve sentimientos de felicidad y emoción.
Algunos estudios coinciden en que las personas pueden ser mejores a la hora de resolver problemas cuando están en un estado de ánimo positivo en comparación con cuando están en un estado de ánimo negativo o neutral. Por lo que puede convertirse en una buena aliada a la hora de afrontar retos en el trabajo o en el estudio.
En definitiva, la música puede tener efectos tanto positivos como negativos en el estudio, dependiendo del estudiante y el tipo de música. Si se distraen fácilmente, lo más probable es que los estudiantes eviten la música para que puedan concentrarse en su trabajo. Por el contrario, los estudiantes que funcionan mejor como multitarea pueden encontrar que la música les ayuda a concentrarse mejor.
Beneficios de estudiar con música
Inconvenientes de escuchar música mientras se estudia
En resumen, si se considera que escuchar música es una distracción, es mejor no intentar usarla para convertirte en mejor estudiante o más inteligente. No obstante, si la música te relaja y te pone de buen humor, entonces acompáñate de música suave de fondo, sin letras, para que no te distraiga ni te impida estudiar de manera eficiente.
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