Entre Cuerdas y Metales, el prestigioso certamen de música clásica para jóvenes intérpretes de la Región, celebra esta tarde su tradicional 'concierto extraordinario' en el Auditorio El Batel de Cartagena, y lo hace con un aliciente adicional, un plus a lo que habitualmente ofrece esta cita. Y es que desde la organización del concurso no han querido pasar por alto la fecha: 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer. Así, la Orquesta Sinfónica de la ciudad portuaria -formada por 45 músicos- rendirán homenaje a Clara Schumann, una pianista y compositora alemana del siglo XIX, con el estreno mundial del arreglo de su obra Piano Trío OP. 17, adaptado por Gines Martínez Vera. Además, se interpretarán sobre el escenario del Batel el Concierto para viola y orquesta de Hoffmeister y la Sinfonía N.º 3 de Mendelssohn, conocida como 'La escocesa' y en la que se narra la historia de dos mujeres históricas: María Estuardo y la Reina Victoria. Se trata, pues, de un programa creado o inspirado por mujeres y que, por supuesto, tendrá como protagonista a una joven murciana -»aunque granadina de nacimiento», matiza-: la violista Ana Mba Flores, ganadora de Entre Cuerdas y Metales en su décima edición ymiembro fundador de Cammerata.

Antes de nada, hábleme un poco sobre usted. ¿De dónde le viene su pasión por la música? ¿Cuándo comenzó a tocar?

Pues a ver... Yo creo que pasión por la música he tenido siempre. Recuerdo que mi madre tocaba el piano de pequeña, y se dio cuenta de que yo sacaba la música de los anuncios de oído; además, me gustaba mucho bailar y, entre unas cosas y otras, al final me apuntaron al Conservatorio. Y hasta el día de hoy [Ríe].

¿Y por qué la viola? Aunque sea, por tamaño, mayor, muchas veces los no entendidos la ven como la hermana menor del...

Del violín [Risas]. Sí. Pues mira, la verdad, si soy franca, es que me apunté a viola porque no quedaban plazas en las demás especialidades. Cuando haces el examen de selección para el Conservatorio hay un cupo de matrículas limitado para cada instrumento, y de lo que quedaba no sabía qué elegir. En el último momento, mi madre me explicó, en un minuto -no más- qué era la viola, y a por ella fui. Y en ningún momento dudé o quise cambiar de instrumento; fue muy fácil para mí adaptarme a la viola, o que la viola se adaptara a mí.

Pese a su juventud -cumplió este martes 29 años-, en la Región acumula unos cuantos reconocimientos, quizá el más importante ese primer premio en la décima edición de Entre Cuerdas y Metales. ¿Qué supuso para usted, entonces, ganar este certamen?

Pues, en el momento en que se me dio este premio, que tenía 17 años, un impulso muy grande; un empujón tremendo hacia la profesionalización. Teóricamente, al año siguiente debía empezar los estudios superiores, y ganar Entre Cuerdas y Metales fue como un punto de inflexión, de partida, hacia lo que es ya la dedicación exclusiva a la música. Porque, claro, antes de comenzar los estudios superiores vas compaginando el Conservatorio con el instituto, y cuando te encuentras en la encrucijada siempre aparecen los fantasmas que te hacen dudar sobre seguir con el instrumento o coger una carrera; pero ganar el concurso me reafirmó en mi idea de dedicarme a la música, y me hizo ver que podía tener opciones de que fuera bien.

También ha hecho carrera en Alemania, un país con mucha tradición en cuanto a música clásica se refiere. ¿Cómo es la aceptación aquí y allí, comparativamente hablando? ¿Todavía existen ciertos prejuicios, especialmente entre la gente joven, con la música clásica?

A ver, es indudable que en Centroeuropa tienen mayor tradición musical que en España. De todas formas, creo que aquí podemos presumir de tener grandes orquestas y grandes melómanos. En cualquier caso, la falta de educación musical en los colegios y el que no se fomente desde el principio la cultura de la música clasica es una tendencia general. Es verdad que allí, en Alemana, quizá sea menos acusada porque la tradición es más fuerte, pero tambien es nuestra responsabilidad -y hablo de los músicos- tener siempre un pie en la parte formativa: no solo debemos estar para dar conciertos, sino para inculcar a los jovenes, y también a los de mayor edad, lo que es la cultura musical clásica, el esfuerzo que supone ser músico, los valores que ello implica -al igual que una carrera deportiva, por ejemplo, que requiere de un enorme sacrificio- y lo que es la clásica en sí, que es verdad que puede resultar difícil de primeras, pero es una música de una calidad, una tradición y una profundidad enorme. En definitiva, que es un bien común y debemos valorarlo.

Bueno, usted, por su parte, también trabaja activamente en esa difusión y acercamiento de la música clásica o la música de cámara con Cammerata, de la que es miembro fundador. ¿Qué supone para Ana Mba Flores este proyecto?

Para mí es el enlace más directo que tengo con la ejecución aquí, en Murcia. Después de tantos años años viviendo fuera [actualmente reside en Valencia], Cammerata es una orquesta a la que siempre vuelvo y a la intento aportar lo mejor de mis conocimientos; y siempre es un gusto poder compartir con mis compañeros -entre nosotros nos hacemos llamar 'cammerotos'[Ríe]- un escenario. Al final, somos el resutlado de lo que se invirtió en la formación de los jóvenes músicos.

Y un ejemplo de que en la Región hay nivel.

¡Mucho! La Región tienen una cantera de músicos muy importante.

No obstante, en esta ocasión es protagonista, no como miembro de Cammerata, sino como solista de la Orquesta Sinfónica de Cartagena para el concierto extraordinario de Entre Cuerdas y Metales, que, además, este año, tiene un valor añadido por coincidir con el 8 de marzo y tener un programa creado o inspirado en la mujer. ¿Qué significa para usted haber sido elegida para este cometido?

Pues un orgullo tremendo, la verdad. Como muchísimas otras mujeres en toda España, el año pasado me uní en Valencia a las manifestaciones por el Día de la Mujer, y aunque afortunadamente puedo decir que yo tengo una situación privilegiada en mi vida profesional en cuanto a igualdad se refiere, soy consciente de la necesidad de impulsar a la mujer en ciertos espacios; es decir, no solo a nivel interpretación, sino también en la dirección, en la composición... Y, bueno, en otros sectores profesionales, claro.

Revisando los conciertos programados cada semana en la Región, un amplio porcentaje de las bandas que actúan en Murcia, Cartagena y el resto de los municipios están exclusivamente compuestas por hombres. ¿Es la música sinfónica también un espacio dominado por los hombres, hay también algo que reivindicar con este concierto?

Con respecto al concierto de Cartagena, lo bonito es que la figura central del programa es Clara Schumann, una pianista muy reconocida en su tiempo, famosa también por ser la mujer del compositor alemán Robert Schumann y por tener mucha relación también con Brahms. Pero claro, es muy curioso leer textos o cartas de ella en las que decía cosas como: «Si ninguna mujer ha conseguido ser compositora hasta ahora, ¿por qué iba a conseguirlo yo?», y este pensamiento es una constante en la historia de la música. Sabemos, por ejemplo, que Mozart tenía una hermana a la que admiraba y que era muy buena compositora, pero cuya carrera se truncó cuando tuvo edad para casarse. La mujer en la música clásica siempre ha estado relegada a la interpretación, o a la enseñanza, pero nunca a la composición, y menos en la dirección. En el ámbito de la interpretación ya lleva unas décadas siendo algo habitual, y creo que igualamos el número de hombres -aunque los datos dicen que no es así, yo donde he trabajo he tenido la suerte de encontrarme con muchas mujeres-, pero, por ejemplo, en la dirección, solo ahora está empezando a naturalizarse. Y luego está el tema de los puestos de jefes de sección: sin tener datos concretos, es verdad que, por lo general, un puesto como el de concertino suele estar ocupado por hombres. En cualquier caso, creo que es una cosa que con el devenir de las generaciones futuras se va a solucionar; confío en ello.