Hace unos días, el profesor Vicente Vicente Ortega, de la Real Academia de Medicina y Cirugía de la Región de Murcia, disertaba de forma magistral, en el Aula de la Fundación Caja Mediterráneo de la capital, dentro del ciclo La Medicina en la pintura, y nos contaba el ilustre médico el estudio reflexivo que había hecho dentro de su especialidad analizando más de mil obras de arte pertenecientes a infinidad de autores de la historia de la pintura. Evidentemente, haciendo hincapié en la necesaria observación de las condiciones mentales de los artistas bajo su lupa. Sabíamos, porque así lo habíamos constatado, cómo el artista que realmente lo es necesita descargar su cerebro dibujando o pintando. Podría dar y contar casos locales, pero prefiero no hacerlo; quiero llegar a decir algo que existió y sigue existiendo y que personalmente me cautiva: el Art Brut, a partir de 1972 llamado, también, Arte Marginal.

Aunque pueda parecerlo, algunos aspectos del arte de hoy no llegan a la categoría del que fue llamado Art Brut, nacido para la sorpresa colectiva en los manicomios y cárceles del mundo; también en los palacios dictatoriales del planeta. Contrariamente a la idea clásica, creemos que los impulsos que llevan a la creación artística, lejos de ser privilegio de individuos excepcionalmente dotados, abundan en cada uno de nosotros, pero a veces se ven frenados, alterados o deformados por la coacción social o la sumisión a los mitos dominantes.

El pintor Jean Dubuffet, nada sospechoso de irreflexivo, creyó firmemente en esta teoría y experimentó sobre ella de una forma admirable. Durante años, fue reuniendo de forma personal más de 20.000 obras de arte creadas en las penitenciarías y los hospitales psiquiátricos de todo el mundo. Él las llamó las 'obras maestras del Art Brut'.

¿Qué es el Art Brut? El propio Dubuffet lo definió como «la producción de artistas que no saben que lo son y que, bajo el impacto de un shock psicológico, dan bruscamente cuerpo a visiones que llevan en el alma». Es decir, estamos afirmando que se trata de autenticidad, cualidad escasa en mucho del arte que se avala hoy, por los teóricos, como tal. Estos artistas espontáneos y puros son individuos incultos (la mayoría), sin educación artística, pero que sienten una irrefrenable necesidad, en un momento dado, de expresarse. Con esta obra se formó el extraordinario museo de la esquizofrenia y la paranoia, solo asequible a la inteligencia o a quienes demuestran ser sensibles de una forma especial.

Por una filosofía de condolencia, por respeto a su dolor, en principio se silenciaron los nombres de los autores o se limitaron a su referencia bautismal. Auguste For entró en el manicomio por haber hecho descarrilar un tren. En su centro de internado organizó un laboratorio en el que fabricaba muñecos y objetos diversos con trozos de madera y desperdicios seleccionados en el cubo de la basura. ¿No les suena el procedimiento en el arte actual?

Clement es otro artista brut que intentó pegar fuego a la casa paterna con un puñado de billetes de banco. Encerrado durante años en una celda cuyas paredes eran de madera, Clement empezó a esculpirlas con el mango de la cuchara y las convirtió en un retablo de figuras genial.

Henrich Antón se volvió loco porque le robaron la idea de una máquina inventada por él y «los malvados se hicieron ricos». En el jardín del psiquiátrico, Anton construyó varias máquinas, entre ellas un telescopio. Durante el invierno, recluido en su celda, pintaba cuadros, notables por una deformación poética de la realidad. Fueron miles los genios descubiertos por Dubuffet y no todos se llamaron Vincent.

  • Arte y Medicina. FUNDACIÓN CAM. MURCIA. Todos los segundos miércoles de mes.