Pascual García es, ahora mismo, un escritor feraz. Él mismo lo reconoce, aunque lo cierto es que no sería honesto decir lo contrario. Y es que en apenas unos pocos meses, los últimos de 2018, se publicaron dos libros bajo su firma: Aniversario en París y El orden de la vida, un poemario y una novela. Pero, no contento con ello, el mes pasado la editorial Los Libros de la Frontera dejó una nueva referencia en su bibliografía, Monólogo del que reza a la muerte, un texto oscuro, obsesivo y con una llamativa peculiaridad: los puntos y aparte brillan por su ausencia. En una charla con LA OPINIÓN, el escritor moratallero explica el porqué de una arriesgada apuesta que, según dice, no estaba planeada, y nos habla de su último libro, así como de su proceso creativo.

La última vez que le entrevisté, en 2017, lo hice por dos libros que salieron en nada de tiempo, no sé siquiera si con unas pocas semanas de diferencia. Entonces me dijo que había sido por «una cuestión editorial», más que por algo que dependiera de usted. Ahora le pregunto por Monólogo que reza a la muerte, su último trabajo, pero tras un 2018 en el que publicó otros dos libros: El orden de la vida y Monólogo que reza a la muerteEl orden de la vidaAniversario en París

[Ríe] Sí, en esta ocasión ha ocurrido algo parecido. La cuestión es que los recorridos de la edición y la creación son muy distintos: son libros que están escritos mucho antes de que se publiquen, y, lógicamente, con cierta distancia entre ellos, pero por circunstancias -y ojalá no fuera así, pero esto es algo que yo no controlo- casi se superponen. Uno estaba en una editorial, el otro en otra, y por casualidad casi se juntan. Pero, insisto, siempre son circunstancias externas al proceso creativo. Otra cosa es que me apetezca escribir todos los días -que para mí es un placer- y estén saliendo varias cosas.

¿Siempre ha sido tan prolífico o está en un momento de, digamos, 'efervescencia creativa'?

Seguramente algo de eso hay, porque yo, cuando empecé a escribir, lo hacía con mucho esfuerzo y pasándolo muy mal. Últimamente lo digo mucho, pero es que es así: antes de publicar mi primer libro ya había escrito algunas cosas que nunca salieron, y me costó mucho trabajo que por fin uno de mis textos viera la luz. Mucho. No sé si es que antes era muy consciente de lo que hacía y de lo que significaba y ahora menos, o por qué me costaba tanto... También es que ahora domino más la técnica, pero, sobre todo, como decía Muñoz Molina, que ahora escribo con la confianza de que lo que estoy haciendo saldrá, tarde o temprano. Antes no lo pasaba bien y hoy disfruto mucho.

En cuanto a estos últimos libros, el de poesía (Aniversario en París) se escribió en el verano de 2016, y los otros dos (El orden de la vida y Monólogo del que reza a la muerte) en tres o cuatro meses en 2018. Pero bueno, se han reunido en este tiempo, en estos meses de invierno, pero no porque estén escritos a la vez.

Ahora le preguntaré por el libro, obvio, pero me genera curiosidad esta cuestión. ¿Qué supone para usted escribir? Quiero decir, hay escritores para los que se convierte en toda una necesidad, y usted, desde luego, le dedicas horas...

Pues ya te digo, yo empecé como una especie de 'necesidad ciega', de llamada irracional e inconsciente. Mis padres me enseñaron a leer cuando tenía 4 años, y para mí siempre ha sido un placer, pero había una atracción oscura, o luminosa, si se prefiere, con respecto a la escritura durante mi infancia, adolescencia y juventud. Pero hasta que pude deshacerme de determinadas ataduras no pude ponerme escribir; eso fue cuando tenía 25 años, y en aquel momento era una cosa inexplicable, y hoy también: no gano dinero con esto y la fama no es importante. Escribo por gusto, y más en este momento; si alguna vez lo he hecho por gusto es, desde luego, ahora, y no puedo explicarlo de otra manera. Para mí escribir es un placer a la altura de otros placeres como el sexo, una buena comida o una buena copa.

¿Y cuánto tiempo le dedica a escribir? Porque usted es profesor, tanto de instituto como de universidad, así que imagino que dispone para ello de un tiempo muy concreto... ¿Es algo metódico, programado, o es más 'caótico'?

Pues la verdad es que yo soy caótico, desordenado..., siempre lo he sido; nunca he podido desarrollar una actividad que requiera una cierta estabilidad, y quizá por eso la escritura me viene bien, porque cuando consigo -y no lo hice hasta hace unos años- escribir sin atenerme a unos horarios es cuando realmente me libero: simplemente enciendo el portátil, o cojo el boli, y lo hago en cualquier momento (por la mañana, de madrugada o por la tarde), y eso me ayuda a ir desarrollando un par de obsesiones que tengo cuando me deja el trabajo. Y no se trata de no descansar, es que yo lo paso bien escribiendo, así que si tengo un par de horas por la tarde las dedico a escribir. Y me siento justificado cuando estoy acabando algo que había proyectado, por eso ya no me acucia tanto el tiempo o el ritmo. Como te decía, los primeros libros piensas que no los vas a acabar, y como ahora sé que sí, lo hago de una manera más tranquila.

Más allá del ritmo, casi va a novela-poemario-novela-poemario... ¿Esto es algo meditado o también fruto de la casualidad editorial?

[Ríe] Bueno, lo primero que hay que decir es que el ámbito editorial está bastante mejor que nunca. En Murcia, por ejemplo, hay un puñado de editoriales pequeñas con mucho brío, y eso en los años ochenta no existía. Por otro lado, en cuanto a la cuestión novela-poemario, creo que esto parte también de mi concepción con respecto a la literatura: creo que no hay separación genérica entre la poesía y la literatura; todo es poesía. Esto no es una idea original mía, ¿eh? Existía ya en la antigua Grecia y en Roma: los escritores eran poetas -poetas líricos, dramáticos, etc.-, pero se perdió con el tiempo y luego, en el siglo XX, se han vuelto a reunir. En mi caso particular, yo empecé escribiendo poesía, publiqué relatos, novelas..., pero hace bastante tiempo que trato a la palabra literaria como si fuera poesía. Otra cosa es que no haya rima, pero siempre tendrá ese peso específico de la palabra poética, con ritmo e intensidad. Entonces, para contar una historia de manera más compleja, usamos la novela, pero para transmitir emociones es mejor un libro de poemas. Pero al final todo ocurre en los dos: en las novelas se expresan emociones y en la poesía se cuentan historias. De hecho, yo no noto mucho la diferencia, así que tengo facilidad para cambiar. Y luego la casualidad: Sí, han ido apareciendo de una manera alternativa, pero sin un 'programa' previo.

En esta ocasión viene de Aniversario en París y nos metemos en Aniversario en ParísMonólogo del que reza a la muerte

Pues, como su nombre indica, es un monólogo de casi 200 páginas, y retrata la obsesión casi retorcida de un maltratador y sus causas, las razones por las que ha llegado hasta donde ha llegado. Es un personaje complejo, y duro, y su discurso también lo es. Pero no hay un proyecto previo detrás de este libro, sale así sin más. Es verdad que hay unas circunstancias familiares que pueden ser referencia -mi exmujer, Francisca Fe Montoya, me dice de hacer algo así-, pero en el fondo se trata simplemente de eso, de las obsesiones de un personaje complejo y oscuro que cuenta una historia totalmente disparatada que se formaliza en un monólogo interminable con muchos vericuetos. Y, aún así, creo que se entiende muy bien; otro caso es que se lea con mayor o menor gusto...

Cuando hojeas el libro hay algo que llama especialmente la atención: no hay un solo punto y aparte.

Claro. Es un monólogo que no puede tener un punto y aparte, es un discurso ininterrumpido. No se hizo de manera previa, no lo concebí así, sino que surgió: simplemente empecé a desarrollar el personaje y ese discurso no se acababa. Era circular, repetitivo, entraba en bucle, adoptaba nuevos temas, retrocedía... Era el discurso descarriado de una persona que no está bien y, claro, no puede tener puntos y aparte. El punto se lo puse al final y tiene sentido; ahí ya no hay más vuelta de hoja. Pero, mientras tanto, el personaje está desvariando, porque precisamente se trata de eso, del caos de la palabra convertido en poesía, así que, como mucho, tiene comas, para respirar, pero nada más. Y salió así, salió natural; espero que no esté forzado... De todas formas, al escritor que no se debe a ningún público concreto esto le da igual; como no gano dinero con esto, yo hago mi novela y, como al editor le gustó, ahí está.

Hábleme un poco más del protagonista, de este anciano, casi esperando ya a la muerte, y enfrentado al mundo. Al principio pensé que era, en cierto modo, una reflexión sobre la vejez, pero conforme avanza la novela gana peso la cuestión de la degradación del hombre...

Sí, esa sería la idea. La historia de una persona con unos traumas juveniles duros, que ha ido desarrollando a lo largo de su vida y que ha volcado contra su familia, en forma de castigo, y que se encuentra solo y transformado en una 'fiera humana' que se defiende pero que está esperando a la muerte. Pero espera a la muerte que él desea, y solo al final sabremos cuál es. Y es una especie de guerrero constante y violento que podría identificarse con uno de tantos maltratadores que vemos todos los días en la televisión; pero la condición humana es, en general, oscura, torcida y violenta, y no porque lo diga la prensa, sino porque así ha sido de siempre. El hombre es malo y se porta de manera terrible con los otros hombres, especialmente con la gente que quiere.

¿Y qué le motiva un libro así, un monólogo tan oscuro?

Por una parte hay alguna referencia familiar que prefiero dejar en suspenso porque no es lo más importante. Pero no hay más que prender la televisión cualquier día para saber qué lo puede haber motivado. Y luego, por otro lado, digamos, buscar cuál sería la causa primera de estas terribles noticias. En el fondo -y no quiero frivolizar- es un viaje a la bestia humana, esa que llevamos dentro y que a veces salta y convierte al hombre en una especie de alimaña. De hecho, me interesa más la justificación de todos esos crímenes desde el prisma de la condición humana -que ha actuado siempre de manera violenta- que porque sean machistas. Luego ya le podremos poner los adjetivos que queramos -sexismo, racismo...-, pero al final una persona que mata a otra saca lo peor del ser humano. Algo que, insisto, tenemos todos porque venimos de la naturaleza; es nuestra parte más primitiva. Afortunadamente, nos vamos acercando a pasos muy lentos a la cultura.

Por último: Por todo lo que me ha contado, es tontería pensar que no tiene aún algún otro libro entre manos, ¿no?

[Ríe] Últimamente estoy bastante feraz. No me gusta decir 'productivo', pero es verdad que están saliendo las cosas bien, y las circunstancias de mi vida están acompañando a que así sea. Me separé hace un año y estoy viviendo solo desde finales de agosto. Ahí empecé a escribir un libro de poemas que está casi acabado. Antes de eso, tenía una novela a la que le había dado ya dos redacciones, y que ahora mismo tengo en suspenso -a veces es importante dejar a algunos textos reposar, dormir, durante unos meses-, pero lo recuperaré. Así que sí, hay un par de cosas por ahí que están tomando cuerpo, pero como no tengo prisa, supongo que saldrán a finales de este año o principios del que viene.