Este lunes se cumplen 40 años desde que la escritora cartagenera Carmen Conde ingresó en la Real Academia Española (RAE). Fue el 28 de enero de 1979, con el discurso 'Poesía ante el tiempo y la inmortalidad', y se trató de la primera mujer que pasó a formar parte de la institución.

Carmen Conde Abellán, nacida en 1907, fue una poeta, prosista, dramaturga, ensayista y maestra española, considerada una de las voces más significativas de la generación poética del 27.

Además, Conde fundó, junto a Antonio Oliver Belmás, la primera Universidad Popular de Cartagena. Falleció el 8 de enero de 1996.

Puedes leer a continuación la primera parte del discurso con el que la escritora entró en la RAE:

Mis primeras palabras son de agradecimiento a vuestra generosidad al elegirme para un puesto que, secularmente, no se concedió a ninguna de nuestras grandes escritoras ya desaparecidas. Permitid que también manifieste mi homenaje de admiración y respeto a sus obras. Vuestra noble decisión pone fin a una tan injusta como vetusta discriminación literaria.No le permitió el Destino a mi ilustre predecesor D. Miguel Mihura, nombrado académico electo, leer su discurso de ingreso. Genial escritor, el que mejor comprendió a las mujeres al interpretarlas en sus inolvidables comedias, don Miguel Mihura fue innovador teatral y no sólo en España.Artista magistral uniendo la suave ironía con la ternura y la ilusión, su especial singularidad posibilitó que la creación de sus personajesfemeninos en particular— sea tan inteligente como repleta de graciosa delicadeza.Imagino su sonrisa acompañándome a! Sillón que la muerte no le dejó ocupar, y en el que desde hoy empiezan a estar las escritoras de nuestros años, tan conflictivos y henchidos de esperanzas renovadoras. A continuación, y apelando a vuestra benevolencia, leeré mis sencillos comentarios a ciertos fragmentos de poesías de algunos autores que en ellas manifiestan su acoso a lo indescifrable del Tiempo, o su preocupación por la inmortalidad de sus obras.Si de la memoria «sólo vale el don preclaro de evocar los sueños» cuando suscito los míos resalta mi entrega a la Poesía. Desde la infancia, «tan lejos como vaya mi recuerdo, he buscado siempre lo que no cambia, he deseado lo eterno» ^ No la inmortalidad sino la eternidad o el sueño de lo inextricable... Por ello, conectar con la vida plena sin apartarme de la Poesía; entregándole cuanto percibía y sentía inmersa en visible totalidad; anhelando aquello misterioso que conduce al hallazgo de palabras que accedieran conmigo o por mí, al todavía un sueño: elmás hermoso y respetado por mi existencia.Padecer por hallar desde el subconsciente cuanto ayudara a intentar o a ser un puente que alcanzara las orillas del misterio creador... La joven inocencia creyó traer, un día, «...palabra redonda y suave como una paloma...» .Eterno e implacable se constataba el Tiempo, aunque todo se creía alcanzable ejerciendo el sueño, germen de lo íntimo, de lo secreto pugnando por nacer. Si recorrer el largo camino acarrearía venturas y desventuras, habría que mantenerse fiel a la Poesía: no como condición adicional, sino porque era supremo logro del ser y del estar en la Tierra. Sin ella me hubiera sido imposible vivir. Por ella, fortaleza y la dulcísima felicidad que inspira imaginarse enlace entre el origen y el fin. Aunque intentándolo ser, como pobre criatura humana, aquella palabra-paloma «acabara quemándose con su yodo y su sal».Así, a través del tiempo, sin hurtarle sacrificios pero sí condescendencias a la entrega: por caminos nunca fáciles, la confiada búsqueda sin temores ni prisas; ajenándola de extemos influjos circunstanciales. Haciéndola pasajera intocable de mi travesía, la Poesía sirvió no solamente a sueños, también a esperanzas y a realidades que por mínimas que fueran bastaban para mantenerme cada día.«En los sueños no hay mañana, es todo ahora...»'. La Poesía, desinteresada de cuanto pudiere enturbiar su luz, es el ahora de todos los sueños, la constancia cordial de la vida viva. Restaña heridas causadas por tiempo o historia, conduciendo desde el amor por un solo ser al amor por lodos los seres, siendo los mejor amados aquellos que constituyen «mayoría silenciosa» o no escuchada cuando reclama su derecho a hablar.Ni evasiones del dolor ni rechazos a la alegría. Quienes lealmente crean poesía porque sí, saben de la necesidad de su verdad y de la defensa desinteresada de las causas perdidas,Mientras se sueña y lucha por el acomodo de lo propio a personal expresión, se va acercando el misterio penúltimo. Y siempre quedarán por amar «... tierras y aguas, naciones sin nacer». Para la apasionada tarea se hizo necesario prescindir de lo superfino, de lo convencional, de lo no auténtico. No admitir o despojarse de cuanto impidiere la espontánea sinceridad. Existe paz en saber que se mantuvo fidelidad a la vocación no traicionada. Vocación que ha ido condicionando la existencia. Que sólo quiso oír la voz de la poesía que no muere.