La Galería Artnueve de Murcia hizo ayer un alto en el camino; un ‘Corte’ -nombre del proyecto- en su programación habitual «con la finalidad de acoger un proyecto específico de un artista invitado, enriqueciendo así la contextualización del proyecto de la galería y mostrando nuevas miradas sobre el hecho artístico». El objetivo, aseguran sus responsables, es «profundizar y disfrutar» del trabajo de artistas tanto emergentes como de una dilatada trayectoria; aunque, en esta ocasión han preferido apostar por un hombre consolidado en el mundo de las artes plásticas.

Y es que el protagonista de ‘Corte’ es Antonio Ballester, uno de los grandes creadores murcianos de las últimas décadas. El pintor, dibujante, escultor y fotógrafo presentó en la céntrica galería su colección titulada Robot, una serie de obras en papel creadas específicamente para esta ocasión y que sigue la línea de sus exposiciones pasadas. Así, cuatro cabezas totémicas de grandes proporciones ocupan el espacio de Artnueve; presencias que interpelan al espectador como si de ancestrales efigies se trataran.

«La fisicidad de la pintura, intencionadamente dispuesta sin disimular el gesto, de manera vehemente y directa sobre el papel, parece que se desborda de sí misma, acotando unas formas sencillas y sintéticas que son cuatro rostros de un robot», detallan los responsables de la exposición.

La paradoja entre la idea de tecnología y artesanía, entre la inmaterialidad de la imagen y la materialidad de la pintura son los temas a los que el artista vuelve una y otra vez; y en esta ocasión no iba a ser diferente. «Construir un prototipo de un coche a través de los oficios más elaborados o dibujar grandes engranajes a modo de cadenas industriales son ejemplos de la reivindicación de este hacedor de imágenes, que siguiendo la tradición de los antiguos cartelistas, construye las imágenes a partir de procedimientos en los que el cuerpo toma parte», apuntan sus valedores.

Así, los robots de Antonio Ballester se imponen como «grandes iconos de nuestro tiempo». Imágenes pre-digitales, enteramente analógicas que nos advierten de las amenazas de la tecnología. «Su fisicidad, a la que no podemos escapar, nos atrapa en instrumentos repletos de pantallas que dependen de nosotros para ser activados», advierten.

Y es que, según las palabras del propio artista, «hoy la inteligencia artificial fotografía nuestro lugar y monitoriza nuestra existencia. ¿Cuándo seremos incapaces de diferenciarnos de los robots venidos a sustituirnos?», se pregunta el artista, nacido y formado en París e hijo del ilustre Mariano Ballester.

Y es ese autorretrato-robot el que nos interpela para estar atentos a los cambios de nuestros días; una alerta para no convertirnos sin darnos cuenta en una suerte de autómatas. «Antonio Ballester parece querer decirnos que necesitamos las imágenes, pero también los cuerpos, el cuerpo de la pintura como el depósito del gesto, la calidez de la carne como una forma de visualidad contrapuesta a la frialdad transparente de la tecnología», explican desde la galería.

El artista

Antonio Ballester (1952) es un creador de imágenes. Todas sus obras tienden a un solo propósito: crear imágenes icónicas. Las series que presenta hacen las veces de crónica diaria e incluyen obras relativamente polimórficas, con muy diferentes medios, alrededor del mismo tema. «La estilización de las formas tiene como objetivo facilitar la lectura, permite al espectador centrar la atención directamente en lo esencial, dejando al descubierto la sustancia original que compone todas las cosas y puede identificar», apuntan los responsables de la exposición.

De naturaleza multidisciplinar, Antonio Ballester ha tenido siempre una atracción a la imagen publicitaria, cartel y mensaje urbano por su sencillez y perpetua búsqueda de iconos prominentes. Quizá por ello, el análisis social es una constante en la obra del murciano, lo que hace que su trabajo esté marcado por la sociedad española de su tiempo, su experiencia en el ejército en Melilla y la censura bajo el régimen de Franco.