Ha participado en diversas misiones de paz en el extranjero y, como jefe de los Equipos Operativos de Seguridad de la Armada, ha estado desplegado en el norte de Europa, el golfo Pérsico, el mar Rojo, Turquía, Grecia, Egipto e Irak. Pero también ganó el Premio Valencia Nova de Narrativa con su primera novela, La carcoma, así como otros galardones literarios, a saber el primer premio en el Certamen Internacional 'Ana María Navales' y en el X Certamen de Creación Literaria 'García Gutiérrez'. Y es que gaditano Daniel Fopiani, sargento de Infantería de Marina y escritor, es un hombre (aparentemente) de contrastes, aunque él pelee porque eso deje de ser así: «Lucho cada día para romper con la imagen que se tiene de que el soldado solo sirve para pegar tiros».

Ahora, acaba de publicar su segunda referencia, La melodía de la oscuridad, un vertiginoso thriller psicológico al estilo de Seven en el que un asesino en serie -que orquesta sus crímenes emulando los doce trabajos de Hércules- pondrá a prueba las habilidades de un antiguo sargento en horas bajas. Lo presentará este jueves en Cartagena -donde está destinado- acompañado por el también escritor Antonio Parra Sanz; el acto tendrá lugar en la Librería Santos Ochoa a las siete de la tarde.

P ¿Cómo casa ser escritor y sargento de Infantería de Marina?

R Es muy difícil compaginarlo, debo ser honesto y no quiero mentir. No empecé a escribir de manera profesional hasta que tuve un trabajo estructurado y bien organizado. Mis primeros textos los guardaba en un cajón y no los mostraba. Cuando me sentí con la seguridad suficiente fue cuando empecé a presentarlos a concursos y demás. Ahora, y después de muchos años, quizás pueda considerar que sí tengo dos oficios. Nunca lo he considerado un hobby. Acabo de aterrizar en el mundo editorial de primer nivel y es ahora cuando me está costando más compaginarlo. Lucho cada día para que en el mundo de la armada y en el ejército esto sea un valor positivo, porque en la medida de mis posibilidades lo acerco a la sociedad y al ámbito cultural rompiendo con la imagen que se tiene de que el soldado solo sirve para pegar tiros y que es un tipo un poco inculto. Eso no es así.

P ¿Qué fue antes, el huevo o la gallina?

R Antes fue ser escritor. No me arrepiento de haber sido medianamente inteligente para saber que vivir de la literatura es muy difícil, a pesar de la ilusión. Creo que tomé la decisión acertada de buscar un trabajo, que además me gusta mucho y del cual me siento muy orgulloso, y cuando ya estuve asentado fue cuando enfoqué mi fuerza hacia la literatura.

P ¿Lo defino como militar o como escritor?

R Como sargento de Infantería de Marina y escritor, pero es cierto que siempre he querido ser escritor.

P ¿Su trabajo le influye a la hora de escribir? ¿En cuántas misiones ha pensado que de ahí iba a escribir un libro?

R Mi trabajo es una fuente de experiencias, pero yo diferencio. La mente del escritor nunca para y siempre tienes el piloto de la creatividad encendido. Y, claro, mi trabajo me ofrece una fuente inagotable de experiencias; sin ir más lejos, hace unos días sacamos ocho pateras de inmigrantes del Mediterráneo, pero se nos volcó, la gente se estaba ahogando... Esas son experiencias que vive muy poca gente. En esta novela trato el tema de la inmigración, pero me gusta diferenciar y nunca he escrito sobre mi trabajo. Para mí, la lectura y la escritura son una herramienta de evasión. No me siento preparado para escribir sobre mi trabajo, pero no lo descarto en un futuro cuando ya no pertenezca al cuerpo.

P ¿Qué le supuso ganar en 2017 el Premio Valencia Nova de Narrativa?

R Supuso un antes y un después porque me abrió las puertas al mundo editorial de primer nivel y empecé a colaborar en plataformas como Zenda y contacté con escritores. Antes solo me leía mi familia y mis amigos, y con el premio empezó a leerme gente de toda España. El premio me permitió ganar confianza en mí mismo. Si alguien ha leído La carcoma y le da la oportunidad a La melodía de la oscuridad verá que esta novela es mucho más arriesgada. La idea de escribir una novela desde la perspectiva de un invidente ya era un reto narrativo.

P ¿Su género va a ser la novela negra?

R No, pero me siento muy cómodo en este género. Tengo la experiencia de La carcoma y este género me ofrece la posibilidad de mantener al lector enganchado desde los primeros capítulos con la resolución de los crímenes y la posibilidad de hacer reflexionar sobre el mundo y la actualidad que nos rodea. En la novela trato de acercar la Once al lector, para que conozca un poco ese mundo, y también hablo de temas como la inmigración. Escribir una novela no es solo estructurar una trama que distraiga, y la novela negra ofrece la herramienta de la reflexión.

P Dice Claudio Cerdán que ha creado «al personaje más poderoso de los últimos tiempos».

R Pues algo muy curioso es que yo le pregunté que a quién se refería, porque la novela tiene varios personajes fuertes... Adriano es un sargento de la Guardia Civil que sufrió un atentado de ETA en el País Vasco y perdió la visión; es un detective amargado e invidente. Alceo, el criminal de la novela, también es un personaje con mucha profundidad. Luego está Patricia, la esposa de Adriano, que es una mujer que sufre por la situación de su marido; de hecho, a muchos lectores les llama la atención la relación entre los dos porque es una historia de amor muy original y alejada de los clichés de la novela romántica.

P ¿La novela es una loa a los invidentes?

R Debo ser honesto y reconocer que esto era un reto narrativo para mí. Tuve que aprender muchas cosas sobre invidencia antes de escribir y, una vez que me acerqué a organizaciones como la Once, aprendí tantas cosas que sí volqué mi interés en hacer llegar todo eso al lector.

P Porque usted va más allá y no muestra un invidente de nacimiento, sino a un sargento que pierde la visión.

R Sí, y ahí uno de los retos. Yo me creía que la ceguera era completamente oscura y no lo es. Estaba interesado en el tema de los sueños y cómo se supera, en el dolor cuando viene de una persona muy activa.

P ¿Qué es más difícil, meterse en la cabeza de un asesino o contar la historia desde la perspectiva del invidente?

R No me cuesta meterme en la cabeza de un asesino, creo que todos tenemos un punto de maldad dentro de la cabeza porque todos hemos deseado alguna vez dar una torta a alguien, y los escritores, una de las ventajas que tenemos, es que podemos meternos en el pellejo de otras personas. Cuando pienso en una mente psicótica, que no está bien de la cabeza y pienso en un crimen o en un asesinato, pienso en algo violento. Me gusta que mi narrativa sea directa, real y tenga mucho de visual; no me gusta disfrazar ni edulcorar la escena de un crimen.

P ¿Y cómo ha sido meterse en la piel de Patricia, la mujer de Adriano?

R Es el personaje que más me ha costado, en parte por respeto. Vivimos en un momento en el que hay que andar con pies de plomo, y yo respeto mucho a las mujeres.

P ¿Por qué Cádiz como escenario de la novela?

R Porque soy de allí y me gusta mucho mi ciudad. ¿Sabes que hace poco ha sido catalogada como una de las ciudades más bonitas del mundo?

P Con 28 años, ¿cómo maneja el éxito?

R Aún no me lo creo. Publicar en una editorial como Planeta era mi sueño. He firmado un contrato de traducción al italiano y Alemania y Francia también están interesados. Estoy como en una pompa. De todas formas, el 'éxito' me afecta en la felicidad y en la ilusión que ahora tengo, pero en nada más.

P ¿En el ejército se lee?

R No demasiado, pero tampoco se lee a nivel general.

P ¿Escribe cuando está en una misión?

R Cuando estoy en una navegación de tres meses, algo de tiempo saco, pero es difícil estar escribiendo en una habitación de tres por tres metros con quince personas hablando de fútbol, política, de que la mujer no le hace caso... Me cuesta.

P ¿Por qué hay que leer La melodía de la oscuridad?

R Porque es una obra escrita con un lenguaje directo y visual; porque es muy actual y fresca y funciona como un soplo de aire fresco para el lector.