En poco más de un año de vida, la Two Art Gallery se ha revelado con una de las salas más impactantes de la Región. Alejados de cualquier tipo de convencionalismo, el equipo capitaneado por la historiadora del arte Eva Hernández ha apostado firmemente por el arte contemporáneo; pero no aquel que nos es familiar, sino ajeno. Ahí reside la clave de esta galería, que ha reafirmado sus convicciones en todas y cada una de sus muestras. Entre ellas está, además de su devoción por lo bizarro y lo grotesco, el gusto por la escultura -demostrado desde el primer día con la multidisciplinar colección Asia Tercer Milenio-, que alcanzó su máxima expresión en enero de 2018 con De brujas, monstruos y asesinos, primera exposición en Europa del artista norteamericano Thomas Klueber.

Ahora, un año después, Two Art vuelve a reservarse íntegramente para un escultor de talla internacional, en este caso el genio de origen serbio Marc Sijan, artista de referencia y una de las figuras principales del hiperrealismo internacional. Bajo el título American people, la galería murciana presenta ''por primera vez y en exclusiva'' el trabajo de Sijan a través de un recorrido formado por catorce piezas clave en su trayectoria profesional.

''Considerado como uno de los máximos exponentes del llamado hiperrealismo americano -lugar que comparte con Duane Hanson y John de Andrea-, el trabajo de Marc Sijan no sólo forma parte de importantes colecciones, sino que ha sido motivo de más de cincuenta exposiciones individuales realizadas en destacados museos de todo el mundo'', explican desde la galería. ''Partiendo de una escala real, tal y como aprendió en sus inicios como ayudante en el estudio del propio Duane Hanson, allá por los años setenta, sus obras ofrecen una visión detallada de cómo ha evolucionado la sociedad americana desde un punto de vista totalmente objetivo, y alejado de cualquier tipo de idealización, a través de esculturas tan reales que en algún momento parecen hasta respirar debido a su asombrosa calidad técnica'', aseguran los responsables de esta muestra, que no escatiman -y no es para menos- en elogios a su impecable definición: ''Pocos artistas tienen esa capacidad de superar las barreras de la propia realidad, de tal manera que es casi imposible no caer en la tentación de acercarse lo máximo posible (a la obra), traspasando así esa línea de lo normalmente permitido''. Aunque, aseguran, para poder extraer toda su ''esencia'' es imprescindible mantenerse inmóvil, a cierta distancia, y mirar sus ojos, ''sólo así la obra de Marc Sijan se desvela en su totalidad''.

Cada detalle, cada peca, las manchas de la piel, las arrugas..., en definitiva, el paso del tiempo expresado en sus diferentes etapas, es atrapado por el artista gracias a una compleja y minuciosa metodología, que puede alargarse durante seis meses para cada obra, lo que le supone tener una reducida producción anual. Es que, con un gran conocimiento del cuerpo humano, este artista no se limita a ofrecer una perfecta y extrema representación de la realidad, ''sino que va más allá y es capaz de captar la parte más íntima de cada uno de sus personajes, sus defectos y carencias, sus estados de ánimo'', de manera que el espectador, al enfrentarse a sus piezas, ''consigue empatizar con ellos traspasando así los límites físicos marcados por la escultura para intentar descubrir su parte más humana, el porqué de esas miradas melancólicas, perdidas, quizás el motivo de su aparente frustración y soledad''.

Repertorio

Y si a esto sumamos una increíble capacidad para representar las diferentes texturas de la piel, en un arduo proceso de trabajo creado a partir de más de veinticinco capas de pintura extremadamente finas que, a modo de veladura, el artista va superponiendo con un gran dominio técnico, el resultado es más que impactante... Y eso que su repertorio no excede aparentemente de lo cotidiano: policías, señoras de la limpieza, bañistas y gentes de oficios varios nos trasladan de inmediato al día a día de esas personas que configuran la llamada América profunda y a las que Sijan dedica esta muestra.

Y es que, a través de sus esculturas, el artista dibuja una crónica social del contexto donde se desenvuelve: hombres y mujeres, jóvenes y ancianos, personas normales que forman parte de su entorno quedan así inmortalizadas como principales protagonistas de su galería de personajes, como el caso de la obra Securitiy guard, retrato de su propio padre. Tampoco olvida aquellos iconos más representativos de la sociedad americana, como jugadores de fútbol americano, de la NBA o cowboys; hasta encontramos entre sus obras a un Cristo crucificado en el que el propio artista asume el protagonismo de la imagen. En definitiva, esculturas que en su conjunto suponen ''una crónica objetiva de la sociedad de su tiempo, de su entorno y de su propia vida'', y que en algunas ocasiones se han visto envueltas por la polémica, como le ocurrió con una serie de desnudos de jóvenes mujeres cargados de un gran erotismo y sexualidad, o aquella que representa a un hombre muerto sobre una camilla olvidado en la morgue.