Habla de «los mal llamados ‘ninis’» y de «la mal llamada crisis», y también de «rebelión». Tú futuro empieza aquí (2017) no es nada condescendiente, como tampoco lo es su autor, Isaac Rosa, que en esta ocasión llama a los jóvenes a la movilización y a la acción colectiva. Para ello, el escritor sevillano se ha aliado en esta ocasión con el ilustrador valenciano Mikko, la otra mitad de un tándem que mañana inaugura en Cartagena los encuentros con los finalistas del Premio Mandarache -cuyo jurado está conformado por miles de jóvenes de entre 15 y 30 años-, dedicado en esta edición a la novela gráfica.

P Bueno Isaac, cuéntenos: ¿Qué se va a encontrar el particular jurado del Mandarache en Tu futuro empieza aquí?

R Tu futuro empieza aquí es un cómic, una novela gráfica -aunque me sigue gustando más lo de ‘cómic’, lo otro es una etiqueta editorial-, sobre los mal llamados ‘ninis’; jóvenes que han crecido con la crisis y que no es que ni estudien ni trabajen, sino que no les dejan ni estudiar ni trabajar. A través de ellos, Tu futuro empieza aquí abre el campo de visión y ofrece una mirada de conjunto a qué ha venido pasando en España en los últimos años, y especialmente en el mercado laboral, y se acaba convirtiendo en un mensaje de optimismo y esperanza que, de alguna manera, llama a su movilización.

P Se trata del segundo cómic de su bibliografía, publicado apenas un año después del anterior, Aquí vivió (historia de un desahucio) (2016), junto a Cristina Bueno. Tras más de media docena de novelas al uso, parece que la experiencia fue buena y ha querido repetir.

R Sí. Los dos libros surgen a partir de una propuesta de la editorial Nube de Tinta, que quería abrir una nueva colección de novela gráfica con temática social enfocada principalmente hacia un lector más joven, aunque nosotros hemos tenido lectores de todo tipo y edad. Y, a partir de la buena acogida que tuvo Aquí vivió (historia de un desahucio) -muy especialmente en institutos de Secundaria, entre estudiantes y profesores, con quienes realizamos numerosos encuentros, así como también entre afectados y activistas-, decidimos probar con otra historia. Pensando en esa misma línea, en hacer un cómic social, dirigido a los jóvenes y que nos permitiera pensar juntos qué nos está pasando como sociedad, tuvimos claro que queríamos hacerlo sobre los mal llamados ‘ninis’; además, pensamos que era un colectivo que tenía mucho que ver con los desahuciados, en el sentido en que ambos son, probablemente, los dos grupos más afectados por la crisis, los que más han visto en peligro su futuro y, al mismo tiempo, son dos colectivos invisibilizados, de los que no se ha hablado hasta que han hecho ruido -en el caso de los jóvenes, ni eso- y que, además, comparten una cierta estigmatización sobre lo que les ha ocurrido: a los primeros se le acusaba de ser culpables de su mala suerte por «haber vivido por encima de sus posibilidades» y, en el caso de los jóvenes, por haber dejado los estudios o no haberse formado lo suficiente. En esas semejanzas lo que buscábamos eran dos colectivos, dos lugares a través de los mirar lo que nos está pasando, para pensar colectivamente.

P ¿Qué le aportó a Aquí vivió (historia de un desahucio) Cristina Bueno y qué le ha aportado Mikko a Tu futuro empieza aquí? En definitiva, ¿cuál es el plus que le aporta el añadido 'gráfica' a la novela?

R A mí lo que más me gustó de la propuesta inicial era, por un lado, utilizar recursos visuales gráficos, herramientas que no suelo manejar cuando escribo novelas, pero también, y sobre todo, lo de trabajar en equipo -cosa que yo aprecio mucho-, haciendo un trabajo, no a dos, sino a tres bandas, junto al editor y el ilustrador. En el caso de Aquí vivió (historia de un desahucio) buscábamos un tipo de dibujo que nos permitiera contar aquella historia sin caer en lo previsible; no queríamos un dibujo dramático u oscuro, sino algo más amable, más claro, porque también nos interesaba representar, además del drama de los desahucios, esa parte que entendíamos más positiva que es la lucha de los afectados. Ahora queríamos un dibujante diferente, no buscábamos seguir una ‘serie’; queríamos cambiar de estilo y Mikko encajaba por su línea de dibujo claro, que yo creo que conecta muy bien con los jóvenes. Además, tanto Cristina como él son coautores; en ambos casos no se limitaron a dibujar, sino que hicieron sus propias aportaciones a la narrativa.

P El caso es que, aunque solo sea por el uso del color, encontramos ciertas similitudes entre ambos estilos; y, si a eso le añadimos la temática -social o incluso política-, casi parecen dos obras de una misma serie. ¿Es indisociable la obra de Isaac Rosa de cierto activismo?

Sí. Yo diría que más ‘política’ que ‘social’. El arte social se queda más en la elección del tema, mientras que el político entra en la forma; la literatura política es aquella que no solo politiza el tema, sino también la propia escritura. Creo que la diferencia está en lo formal, en las decisiones más estéticas, no solo en el tema. Quiero pensar que sí que hago un tipo de literatura política, que contra el lugar común de este genero no sacrifica lo bello; y es que solemos pensar en esta literatura como una balanza de dos platos a la que si le añades ‘política’ le quitas ‘arte’. De todas formas, creo que, al final, toda la escritura que se quiere publicar no deja de ser un posicionamiento, una forma de estar en el mundo y de contar tu tiempo, tanto cuando lo haces de forma consciente como cuando lo evitas.

P En esta ocasión reflexiona sobre los jóvenes y ese salto al vacío que en la actualidad supone el final de los estudios. Yo lo sé, porque soy joven, pero dígame: ¿tan mal está la cosa para los millennials?

R Sí. Pero para mí el tema no era tanto una cuestión de deterioro del mercado de trabajo, de la precariedad -que también-; a mí lo que me preocupaba a la hora de hacer Tu futuro empieza aquí, con las limitaciones que nos imponíamos -no queríamos un ensayo-, era más una cuestión de fondo: la transformación que se ha producido en el mundo laboral y educativo en las últimas décadas -que viene de antes, pero se ha agudizado con la crisis-; la desaparición de un cierto ‘relato lineal de vida’, esa ecuación que decía que si uno estudiaba conseguiría un buen trabajo y que si se esforzaba obtendría un buen sueldo. Ese relato coherente que tenían los trabajadores durante generaciones se ha roto y, para muchos jóvenes, esa ecuación ya no funciona: esforzarte ya no es garantía de tener un trabajo, y ni siquiera conseguirlo te asegura unas condiciones dignas, y eso tampoco facilita tu proyecto de vida. A mí eso me preocupa más, el derrumbe de todo un modelo social que funcionó -con sus claroscuros y altibajos- y que ahora enfrenta a los jóvenes a una situación que a algunos les puede llevar al desánimo -como al protagonista de Tu futuro empieza aquí- o a minimizar esfuerzos y compromisos porque saben que no van a obtener resultados a la altura.

P No puedo evitar preguntar por la opinión que le merece el actual modelo educativo. ¿Es solo un problema del mercado laboral o la 'generación mejor preparada' no está tan preparada?

R Evidentemente también tenemos un problema con el sistema educativo, claro. Por un lado están esos ‘ninis’ que no terminaron los estudios porque en algún momento las posibilidades del mercado laboral antes de la crisis ejercían un efecto disuasorio, y, por otro, un fracaso que no es de cada uno, sino del sistema, que no ha sido capaz de ofrecer cauces para que no se desenganchen tantos alumnos durante la Secundaria. Pero para los que siguen estudiando, tenemos un sistema que ha estado cada vez más orientado al mercado laboral; y no solo en la universidad o el instituto, sino desde la Primaria, con el bilingüismo, por ejemplo. Se está vinculando la educación a lo laboral, pero luego al terminar todo ese ciclo no encuentras un mercado que te reciba; algo falla, evidentemente. Pero la respuesta, por parte de la administración, siempre es la misma: no está suficientemente volcado a lo laboral. Llevamos años olvidándonos de las humanidades, de las enseñanzas artísticas, pero cuando te das cuenta que el sistema no funciona, optamos por volcarlo todavía más al mercado laboral. Y lo que ocurres es que hemos pasado a tener una generación que está sobreformada, por encima de lo que el mercado necesita. Hay un claro desajuste en el propio sistema y en la zona de encuentro entre la educación y el mundo laboral.

P Es el primero de los finalistas del Mandarache que visita Cartagena y, hasta mayo, aún queda tiempo para que el jurado -buena parte del cual está formado por estudiantes que están a punto de entrar en ese mercado- lea Tu futuro empieza aquí. Así que, ¿qué les diría sobre este tema a los miles de jóvenes que van a coger su libro?

R Me gustaría que leyeran el libro como lo que pretende ser: una propuesta, no solo para criticar, para lamentarnos, sino de movilización colectiva. Tu futuro empieza aquí contiene una incitación a la rebeldía, a que usemos más la imaginación, en este caso política y social. Igual soy demasiado optimista, pero yo tengo muchas esperanzas puestas en que quienes van a acabar tomando la iniciativa y planteando una rebeldía para cambiar el estado de las cosas van a ser los jóvenes. Llevamos mucho tiempo con una inevitable sensación de malestar a este respecto, y esa sensación es una especie de combustible que está a una chispa de prender, como ocurrió con el 15-M. Los últimos meses han sido los jubilados, un colectivo inesperado que se empieza a movilizar; en Francia hemos visto en las últimas semanas con los ‘chalecos amarillos’. Ahora, en España, estamos a la espera de ver qué prende, y creo que van a ser los más jovenes, que son al mismo tiempo los que menos tienen que perder; porque nosotros tenemos más miedo de perder lo que hemos conseguido, pero ellos no tienen nada. Así que sí, me gustaría que lo leyeran como una incitación a la rebeldía de los jóvenes y a la acción colectiva.

P En cuanto al certamen: usted que lleva unos cuantos años en el mundo literario, y que ya ha sido finalista, ¿que opina de este modelo de premio, del Mandarache?

R Yo soy un entusiasta del Mandarache desde que lo conocí. Todo lo que pone en marcha y todo lo que le rodea -el proceso previo, los encuentros con los estudiantes y todas esas iniciativas que han surgido de forma paralela- me parece extraordinario. De hecho, me extraña que no hayan salido más ‘Mandaraches’, tanto que hablamos y se nos llena la boca con el fomento de la lectura... Y para los escritores, qué te voy a decir. El primer encuentro, en el Paraninfo de la Universidad con 600 estudiantes, es algo fabuloso; encontrarse con todos esos chavales, que han leído, discutido y que tienen ganas de hablar, es maravilloso. Es un proyecto que merece mucho la pena.

P El objetivo, precisamente, no es otro que el fomento de la lectura, y siempre solemos terminar estas entrevistas con una pregunta: ¿Tan poco leen los jóvenes de hoy en día como algunos dicen? Le aviso que nos han respondido de todo: hay optimistas y apocalípticos.

R Yo en eso soy optimista. Será porque voy a muchos institutos y lo que me encuentro son jóvenes que, cuando son estimulados, cuando se trabaja con ellos y cuando se les deja elegir, leen y leen bien, y, sobre todo, tienen ganas de hablar de libros. ¿Que hay muchos jovenes que no leen? Como ocurre en todas las sociedades, pero realmente creo que leen más de los que parece y más de los que creemos.