Lo consciente y lo inconsciente se dan la mano en El Cascanueces, un espectáculo que la Compañía Nacional de Danza (CND) presenta mañana -y hasta el próximo sabado- en el Teatro Romea y que supone el regreso de esta obra, treinta años después, a la agenda de la compañía, bajo la dirección del cartagenero José Carlos Martínez.

«Queremos que sea un viaje. La idea es hacer soñar a la gente que venga a ver el espectáculo», apunta el bailarín y coreógrafo de la ciudad portuaria, que considera que el éxito de El Cascanueces radica en que es un ballet «para niños y para adultos» y que «desarrolla un gusto especial por la danza». Las representaciones, que contarán con 48 bailarines en escena y tres dobles parejas que se alternarán en la interpretación de los papeles protagonistas, estarán apoyadas musicalmente por la Orquesta Sinfónica de la Región.

« El Cascanueces que presenta la compañía representa la evolución y el trabajo que hemos realizado durante ocho años», aseguró Martínez, que escogió esta producción para desarrollar el segundo programa clásico completo que ha afrontado la compañía porque «tiene algo de especial».

El director de la CDN se siente «orgulloso» de la «evolución y la identidad» que ha conseguido tener la compañía y por su «repercusión nacional e internacional», aunque asegura que todavía «hay mucho camino por recorrer». «Cuando empezamos hace ocho años la compañía llevaba 25 sin ponerse las zapatillas de punta y no había hecho ningún ballet clásico», detalla el cartagenero, que opina que su cuerpo de bailarines ya tiene «el nivel suficiente» para poder representar obras como Giselle o Un lago de los cisnes.

La obra

La obraLa acción se sitúa en 1910, en el seno de una familia burguesa, en la que la realidad y los sueños de la joven protagonista conviven y se enfrentan, en un ballet «tradicional» en el que Martínez ha tomado como referencia el libreto original de Marius Petipa, en el cuento de Hoffman y la adaptación de Aleixandre Dumas.

Sin embargo, el de Cartagena ha querido realizar una coreografía «adaptada a la versatilidad de los bailarines de la compañía» y a la capacidad de estos bailarines de transmitir emoción. A nivel de dramaturgia, Martínez también ha realizado «pequeños cambios» y en el segundo acto ha recreado «el mundo de los sueños» en el que el personaje de Clara, la protagonista, está «dormida» y en el que el público podrá observar «su inconsciente». «Me parecía que había cosas del cuento que tenían que estar dentro del espectáculo para que no fuera un ballet completamente naif, pero creo que también tiene que ser un título en el que los niños disfruten», afirma, en este sentido, Martínez.