¿De qué va el Adiós Arturo? «De lo mismo de siempre». «Lo cierto, es que nos repetimos 'como loros'», apunta, con sorna, la compañía. Jordi Milán, su fundador y director lo aclara: «Todos nuestros espectáculos son muy distintos, pero todos hablan de lo mismo. Te das cuenta después de haber hecho diez o doce obras: todas hablan de teatro; del teatro que hacemos en nuestra vida cotidiana, del teatro que hacemos con la familia, los amigos, en el trabajo...». La Cubana, que aterriza mañana en el escenario del Teatro Romea de Murcia -para quedarse hasta el próximo 16 de diciembre-, se ríe (a carcajadas) de esas construcciones sociales, de esos papeles que asumimos a pies juntillas para cumplir debidamente con nuestro rol en determinadas situaciones, incluso con un guion prefijado y seguido línea por línea «desde los tiempos de Maricastaña». «Yo alucino mucho cuando veo que para expresar nuestros sentimientos lo hacemos con frases hechas: 'Te acompaño en el sentimiento', 'Mi más sentido pésame'... Son expresiones creadas de antemano, ¡no tienen nada que ver con el sentimiento que tienes en ese momento!», señala Milán.

Y es que, tras Campanas de boda (2012), La Cubana aborda esta vez el mundo de los entierros, lutos y funerales; pero, ojo, sin dramatismos. «En Adiós Arturo hablamos de lo que es la parafernalia que nos montamos para despedirnos de este mundo, pero alejándonos de la cosa triste», advierte el director, remarcando y subrayando esta idea en varias ocasiones durante una charla con LA OPINIÓN. «Antes de ponernos manos a la obra, quisimos encontrar una fórmula que distanciara al espectador de cualquier recuerdo personal relacionado con el tema. Y creemos que hemos encontrado esa fórmula», señala la compañía.

Para ello, La Cubana ha elegido a Arturo Cirera Mompou, un polifacético artista, muy famoso internacionalmente, que «después de haber asistido a gran cantidad de entierros, funerales y homenajes póstumos, llegó a la conclusión de que no quería para él lo que veía que les hacían a los otros. Si en vida no le gustaban los halagos, aún menos le iban a gustar que se los hicieran una vez muerto», explica La Cubana en el dossier de prensa. «Es un hombre que ha visto mucho mundo, que ha vivido muy al día y que quiere, en lugar de un funeral, una fiesta de despedida con sus amigos en el teatro y en la ciudad donde nació. Y, por supuesto, habrá mucha música, mucho color, mucha participación del público..., vamos, los elementos característicos de la compañía», asegura Milán, que además de director es autor de Adiós Arturo.

El caso es que Arturo, protagonista de la obra y del sepelio -por si todavía no había quedado claro...- nació hace 101 años en Murcia, por lo que el público asistirá como invitado de excepción, y junto a un elenco actoral de primer nivel (Jaume Baucis, Xavi Tena, Toni Torres, Nuria Benet, Alex Gonzàlez, Babeth Ripoll, Montse Amat, Toni Sans, Edu Ferrés y Virginia Melgar), a una ceremonia que, en realidad, es «un canto a la vida; una invitación a aprovechar el minuto, el instante en el que vivimos. Da igual que vivas 20, 70 o 101 años; la vida no es un derecho, es un privilegio, y vivas lo que vivas hay que celebrarlo», señala Jordi Milán.

Amor por Murcia y el teatro

Como en cada lugar que visita la gira, La Cubana ha adaptado su obra a Murcia, a sus historias y sus peculiaridades. «Es un guion casi nuevo», asegura Milán, que ya ha pasado con su equipo por Valencia, Pamplona, Torrelavega, Vitoria, Bilbao, Logroño, Castellón, Altea, Elche y Elda, con gran éxito de público. El caso es que con la capital del Segura tenían una deuda que saldar: la compañía lleva sin pisar la ciudad diez años, y tenía ganas de volver. «Teníamos muchas ganas porque nos encanta Murcia. Y esto no es el peloteo típico, sino que sencillamente nos gusta mucho la ciudad, de verdad. Por lo menos a los más antiguos, los que llevamos mucho tiempo viniendo... No sabemos por qué, pero nos gusta; la gente es muy especial y la ciudad, claro, es preciosa. Además, la gente aquí sabe disfrutar; es muy mediterránea, muy huertana. Os gusta mucho el humor y os gusta la vida, y aquí nos sentimos bien», asegura Milán, que reconoce que es el público, la gente de a pie, la que inspira esta historias.

«Nos inspiramos en la gente, en esas conversaciones que escuchamos en el metro, en el autobús o que le oímos a la vecina por el patio de luces», añade el creador de Adiós Arturo y de buena parte de la obra de esta compañía con casi cuarenta años de trayectoria. Y lo hace porque, como se ha apuntado en las primeras líneas, «la vida es teatro». «Todos en el fondo llevamos un personaje, una careta... Las señoras que venden en el mercado, por ejemplo: ¿Tú te crees que son así, que van por ahí gritando: '¡Nena, pescado!'? Tienen que ser así porque si no, no vendería pescado, pero en otras situaciones no se comportan así. O el maestro: si no se prepara la clase como una función, con un guion, y lo hace ameno, puede ser muy catedrático, pero si los alumnos no se van a enterar de nada... ¡O los políticos ! Y acepto que tienen que hacer teatro, pero que lo hagan bien hecho... Todo el mundo hace teatro», opina Milán, quien, lejos de ver en esto algo negativo, considera que es algo «divertido, un juego». «¡No es una visión pesimista! ¡Es algo bueno para la vida! Es fantasía, hacer funcionar la imaginación», se reafirma.

«Por eso, cuando alguien me pregunta si el teatro está en crisis... ¡Que va a estar en crisis! Mientras exista el ser humano existirá el teatro. A lo mejor no iremos a verlo a los teatros, pero lo veremos en nuestras casas, en la universidad, en el trabajo...», concluye Milán. Que, por cierto, también cuenta con un actor un tanto especial en el elenco: Ernesto, el mejor amigo de Arturo. Un pista: tiene pico y plumas. ¿O acaso os pensabais que lo de repetirse como 'loros' era una simple metáfora?