Quienes conocen su nombre suelen asociarlo con una tragedia. Cuando apenas era una veinteañera que recién había dejado el conservatorio para entrar en el punk neoyorquino, conoció al cantante Jeff Buckley, se enamoraron y él poco después se ahogó en el río Mississippi. Para Joan Wasser esa muerte fue el disparador de su carrera: el duelo la llevó a cantar. Ya lleva cinco discos como Joan As Police Woman, y en ese camino también se ha convertido en una violinista de lujo, tocando con Lou Reed, Norah Jones, Damon Albarn, RZA o Beck.

Viene al Cartagena Jazz Festival a presentar Damned Devotion (Maldita devoción), donde sigue mostrando un pop sofisticado donde se filtra un feminismo de reafirmación más que combativo. "El disco es más oscuro y más pensativo", dice Joan Wasser, basándose en la máxima de que "si te da miedo decirlo, es lo que debes decir" para componer. "El título es innegablemente dramático pero hay una cuestión con la que he estado lidiando toda mi vida: Cómo alguien vive una vida devota sin obsesionarse o perder la cabeza?".

Ya conocida como una excepcional artista y una escritora de letras crudas, Damned Devotion muestra a Wasser en su punto más crudo. Mientras su álbum de 2014, The Classic, fue una celebración de la vida y su álbum de 2011, The Deep Field, una expansión de su exuberante temperamento, este nuevo álbum la muestra despiezando sus composiciones de vuelta al núcleo, el lirismo desnudo y melodías eternas remontándose a su galardonado álbum To Survive (2008) y su universalmente conocido disco de debut Real Life (2006).

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