Cartografiar lo cotidiano, poner límites a lo inasible o trazar una arquitectura que contenga el terreno movedizo de los pensamientos son algunas de las tareas que concienzudamente despliega Ester Belmonte en su último trabajo artístico. La arquitecta y diseñadora murciana lo ha titulado Arquitectura luminosa para las obsesiones; una exposición que, según su creadora, le ha funcionado como un diario personal durante los últimos años.

Para más señas, se trata de una numerosa serie de dibujos y apuntes que de manera continuada «han dado fe de las aventuras, emociones y obsesiones que habitan su día a día», señalan desde la galería Artnueve, que acoge desde ayer esta muestra en su espacio Transversal. Una suerte de cuardeno -utilizando sistemáticamente el mismo tamaño de papel- en el que la joven artista toma nota de aquellas situaciones que la invaden, y las dibuja.

A veces en clave de humor, otras veces usando formas más descriptivas -pero siempre con decisión y rapidez-, en sus dibujos aparecen personajes y contextos disparatados y surrealistas. «Dibuja con la energía de un rayo que quisiera aprehender una idea, cazarla para poder domesticarla y que quede atrapada en el cuaderno», apuntan los galeristas.

Se genera así un «sistema temporal» que le ha permitido describir lo que está ocurriendo en ese preciso momento, pero también volver al pasado a través de un «recetario de las emociones». «Como si de una coleccionista de obsesiones se tratara, recopila minuciosamente cada una de sus experiencias», concretan sus principales valedores. Y para entender sus dibujos desde un punto de vista estético, en Artnueve remiten al espectador al concepto de 'uncanny', o siniestro, según lo enuncia Freud, que tiene que ver con la vivencia en el ámbito familiar donde lo extraño se nos presenta como conocido y, contradictoriamente, lo conocido como extraño. «Es ahí mismo, en un terreno confortable, donde la vida transcurre con normalidad -en el lugar que ocupa la casa, las relaciones personales, la familia y los objetos más cercanos- donde aparece el destello de lo siniestro, lo fantasmal y lo dislocado», especifican.

En este sentido, Ester Belmonte narra en esta exposición todas las influencias que conforman su mundo. Alicia, los viajes, la familia, los objetos cotidianos conviven de manera ordenada en una gran sucesión de microhistorias, retos y aventuras que el espectador tiene que desentrañar. Una oportunidad para acercarse al adorable fantasma que la artista ha logrado domesticar.