Pamplona acogerá este viernes el estreno absoluto de El Cascanueces de la Compañía Nacional de Danza (CND), una versión «completamente nueva» para el elenco que dirige el cartagenero José Carlos Martínez y en la que destaca la «magia» que se ha recreado con la danza e incluso con números de ilusionismo.

Así lo presentaron ayer en conferencia de prensa los responsables de este montaje, que a falta de teatro de residencia para la CND han trabajado durante toda esta semana en el Baluarte de Pamplona, cuya fundación pública se ha implicado con toda su infraestructura y ha aportado además a la Orquesta Sinfónica de Navarra (OSN) en el foso para interpretar en directo la partitura de Tchaikovsky.

José Carlos Martínez enmarcó la elección de El Cascanueces en la nueva etapa de la compañía, que cumple 40 años, tras su anterior perfil de obras más contemporáneas y, tras recordar el Don Quijote de 2015, indicó que este nuevo clásico que incorporan a su repertorio «es el espectáculo más grande de los ocho años» en los que él lleva al frente.

El cartagenero recordó que la CND hizo un 'Cascanueces' hace tres décadas, pero señaló que esta versión «es una producción totalmente nueva», sin ningún resto de la anterior ni en coreografía ni en vestuario, y valoró lo «bonito» que es el que no siempre se hagan los estrenos en Madrid, aunque la obra girará a partir de Pamplona -estará en el Auditorio Víctor Villegas de Murcia del 20 al 22 de diciembre-, de donde se llevarán grabada la música con la OSN para utilizarla allí donde actúen sin músicos en directo.

Sobre el montaje, el director dijo que este 'Cascanueces' «sigue la tradición, con libreto de Marius Petipa aunque con pequeños cambios», y con una escenografía que «evoca los sitios a donde vamos sin demostrarlos demasiado», dijo tras recordar que la obra recrea los viajes que en sueños hace la protagonista, Clara, en una noche de Navidad en la que sus muñecos cobran vida.

Por ello, Martínez destacó que este ballet rezuma «magia» en dos niveles, el que aporta la danza y la escenografía, pero también el personaje de Drosselmeyer, un prestidigitador que regala a Clara un cascanueces con forma de soldadito de madera, y que sobre el escenario se muestra con números propios de un mago. Todo ello hace de este «un espectáculo para niños» por sus números de magia, pero «también para adultos», por sus «momentos oscuros y de intriga».

También de magia habló la escenógrafa Mónica Boromello, que reconoció que tras los «infinitos cascanueces» que se han hecho hasta la fecha se trataba de «buscar el nuestro», lo que se ha conseguido con una «dramaturgia plástica, un poco simbólica o abstracta, pero que creo que está en la atmósfera de la Navidad» que prima en este «cuento» que es la obra.

Dadas las características del montaje, se ha contado con un director de magia, Manu Vera, quien avanzó que se podrá ver «un número técnicamente muy complejo» de ilusionismo, en una «superproducción» cuyo vestuario ha diseñado Iñaki Cobos, un joven navarro que ha ideado los 140 trajes diferentes que vestirán los 45 bailarines sobre el escenario.

La responsable de la iluminación, Olga García, explicó que su trabajo ha consistido en poner la luz para apoyar «el viaje de fantasía, elegancia y magia» que es esta obra, con «cambios atmosféricos dentro de una luz sobria».

Al frente de la Orquesta Sinfónica de Navarra se pondrá Manuel Coves, quien advirtió del «punto de dificultad» que supone para los músicos una actuación en la que no ven el escenario, donde también intervendrán alumnos de una escuela de baile local, al igual que la Coral de Cámara de Pamplona desde el foso.

Con todo ello, el gerente de la Fundación Baluarte, Félix Palomero, valoró la «confianza» que supone la elección de este escenario para el estreno absoluto del ballet, que ha permitido poner a disposición del montaje grupos navarros, crear «sinergias», convivir con el proceso de creación y no asumir el papel de «mero contenedor» que muchas veces desempeña un recinto escénico.