Irreverente hasta las últimas consecuencias, Albert Pla niega ser ‘polémico’. Puede sorprender, pero el de Sabadell ha difuminado tanto la línea entre la persona y el personaje que hace tiempo que es indisociable de ese niño macabro de la música de nuestro país; y ser polémico a veces implica voluntariedad. El catalán despista; es inocente y despiadado, claro y escalofriantemente oscuro.

Por eso Miedo, su última propuesta, es una de las que mejor le representan dentro de su dilatada carrera sobre los escenarios. En ella, Pla nos propone un viaje íntimo y muy personal, desde la infancia hasta más allá de la sepultura, por las sensaciones, las emociones y los sentimientos que nos produce ese fantasma que vive en nuestra mente alimentado por nuestros pensamientos: el miedo.

Teatro musical, concierto o recital teatralizado -ni siquiera su agencia de management se aclara a la hora de definir este espectáculo-, en Miedo el cantautor catalán se vale de la música, de las canciones, así como de textos teatrales y tecnologías vanguardistas, para crear un espectáculo multimedia de poética sorprendente que mañana llega al Teatro Romea de Murcia. Una historia de ‘fantasmas’, de los horrores más profundos del hombre, pero también de liberación, de catarsis, y humor, con esa ironía habitual del inclasificable Albert Pla, tan cándido como perverso.

P ¿Qué es el miedo para usted?

R Una palabra que sugiere tantas cosas como amor, guerra, basura, muerte... Drama, comedia y tragedia en una sola palabra.

P Se lo pregunto porque no es la primera vez que juega con este concepto -es casi una constante en su obra-, pero siempre lo hace desde un punto de vista, entiéndame, infantil, como mezclando esa inocencia de niño con el lado más oscuro del ser humano. ¿A medida que crecemos perdemos esa luz de la niñez para adentrarnos en nuestro lado 'más bestia’?

R Sí. Está claro que de mayores seguimos con mucho miedo, no es solo cosa de niños. Si no, ¿cómo explicarse que la gente vaya a votar, por ejemplo?

P Llega a Murcia apenas una semana después de presentar el disco, aunque ya lleva unos meses girando con este espectáculo. ¿Qué ha motivado a qué, la obra teatral al álbum o al revés?

R Primero fue el espectáculo. Primero fue el espectáculo. Y después el culo.

P En su última visita a Murcia, por mucho que fuera en una sala (REM) y tuviera un formato eminentemente musical, demostró que es incapaz de abandonar su faceta teatral. ¿Este tipo de espectáculos, en grandes escenarios, permiten ver al Albert Pla más liberado?

R El escenario en sí, sea más grande o más pequeño, da muchas ideas que van mas allá de cantar. Además, toco fatal la guitarra y me veo obligado a tirar de otros recursos para disimular...

P En la nota de prensa se presentan las canciones de este espectáculo como una forma de «enfrentarse o espantar a los propios miedos». ¿La música ha sido para usted una terapia, le ha hecho también superar sus mayores temores?

R ¡Que va! Jamás utilizo el escenario como terapia, ni como psicoanalista. Y tampoco intento redimir al público. Surge todo de mi inconsciente, o de mi inconsciencia...

P ¿Y a qué le tiene -o le tenía- miedo?

R A resbalar con una mierda de perro y al caer agarrarme a un cable de alta tensión húmedo.

P En este espectáculo aborda temas que no hace tanto eran tabú, como la muerte. ¿El arte debe provocar?

R Cuando subes ahí arriba tienes que provocar algo en la gente que te escucha. Si no, ¿de qué sirve subirse a un escenario?

P ¿Y el arte debe siempre mandar un mensaje? Me refiero a que si vale con el mero entretenimiento o cree que los artistas están obligados a ofrecer su opinión sobre ‘x’ tema (político, social, espiritual…).

R Para nada. Yo, como artista, debo hablar sobre cosas de las que no se hablan ni en la tele, ni en los periódicos, ni en la radio ni en las redes sociales. Y cuesta un huevo, porque la información últimamente es muy, pero que muy invasiva.