Dice Rocío Hellín -y lo hace haciendo suyas las enseñanzas de sus sobrinos- que «compartir es vivir»; y ella vive y sueña flamenco. Y, por supuesto, lo comparte. Lo lleva haciendo desde 2014 a través de su blog www.flamencolica.com; un proyecto que, hace algo más de un mes, cruzó la línea entre lo digital y lo físico para convertirse en el primer libro de la lumbrerense, colaboradora de LA OPINIÓN. En él, en Flamencólica, Hellín no pretende dictar cátedra, sino abrirse a sus lectores como una aficionada más a este género, el más «mestizo y puro» que hay. Asegura que esa contradicción fue la que le «atrapó» en un momento crucial de su vida. Y su honestidad, su sinceridad, ha encandilado a la exigente crítica del mundo flamenco.

¿ Flamencólica es más un libro sobre flamenco o sobre Rocío?

Bueno, Flamencólica es un proyecto que habla de cómo ve el flamenco Rocío Hellín. Es un libro de vivencias y de opinión, de actualidad, de cómo la afición al flamenco me ha llevado a llenar la maleta. Pero también tiene una parte que ahonda mucho en el lado personal.

¿Qué se van a encontrar los lectores en él?

Pues una serie de relatos cortos, fluidos y fáciles de leer, donde pueden conocer a una aficionada al flamenco. No importa que lector no conozca a fondo la cultura flamenca para disfrutarlo porque es un proyecto más humano que técnico.

¿Qué le ha llevado a volcar sus sentimientos en un libro? A muchos de los que se lanzan por primera vez a una aventura así les cuesta abrirse y prefieren apostar por otro tipo de temáticas menos personales...

Llevo más de ocho años escribiendo en un blog y ahí se ha forjado la experiencia de abrirme en canal. Es una carta de presentación arriesgada, lo reconozco, pero a mí me gusta precisamente eso... la verdad, la valentía, la personalidad. Me decanté por mudar mis relatos al papel por experimentar algo menos efímero y caduco que el mundo virtual. Y sentí vértigo..., porque mis palabras van a perdurar en el tiempo. Tiré de amigos que aportaran otra visión sobre Flamencólica: Javier Osuna me ha escrito un prólogo precioso y Susana Patricia se ha encargado de crear y proyectar mi imagen, una verdadera obra de arte.

Hábleme de su pasión por el flamenco. Dice que en su casa siempre se ha escuchado, pero hace veinte años hubo algo que le hizo sumergirse de lleno en este mundo...

Sí, en mi casa hemos vivido el flamenco de manera natural, como una forma de expresión, como una música vital. Dicen que el flamenco te elige, y a mí me eligió probablemente en un momento crucial. Cuando tenía trece años, mi padre sufrió un infarto y nuestra rutina cambió por completo, lo jubilaron con cincuenta años. A esa edad hay muchas cosas que no entiendes y no asimilas, así que decidí tomar el camino flamenco para construir otros hábitos y una banda sonora distinta. Comencé a escuchar, a observar y a leer sobre flamenco, pero esta vez con conciencia y con el propósito de que mi padre reconstruyera su vida con una motivación. Aprendimos que a la vida hay que acariciarle el lomo aunque en ocasiones nos muerda y 20 años después aquí estamos, disfrutando en código flamenco de esa segunda oportunidad que nos dio el destino.

¿Qué es para usted el flamenco? ¿Qué tiene que no tienen otros géneros?

El flamenco transmite un sentimiento que yo soy incapaz de sentir con otras músicas. Me emociona, me hace llorar, me hace reír y hasta me hace olvidar. El flamenco es un sentir, es algo que va más allá de un concepto musical. Es una emoción, un estado de ánimo, una forma de comunicación, de expresar. No creo que otros géneros no tengan esa sensibilidad o ese poder de transmisión, lo tendrán, pero a mí es el flamenco el que me cala; quizá porque se ha forjado a base de diferentes culturas, músicas y folclores. El flamenco es la música mestiza más pura que hay, y esa contradicción me atrapa.

El flamenco es más que música; es baile, es cultura, es tradición... ¿también son textos?

Es mucho más que todo eso, claro. Por supuesto que es texto, es palabra, es una letra, una copla, un tercio. Mi mayor reto cuando escribo es transmitir con las palabras, porque eso es el flamenco; aunque no siempre lo consigo... Me gusta la idea de acercar el flamenco utilizando todos los recursos que están a mi alcance.

He leído varias críticas y todas insisten en una cuestión: en que el flamenco necesita libros como este. ¿A qué cree que se debe?

Pues mira, yo creo que se debe a que Flamencólica no es un libro didáctico, ni de historia, ni de investigación, ni de artistas. Este proyecto es para saborear y descubrir, pero no es para aprender ni es un manual de consulta. No se convertirá es un best seller del flamenco ni estará considerado imprescindible entre la afición. Y eso es lo que me gusta, la libertad de poder elegir. En el flamenco no hay libros humanos que hablen de personas corrientes y éste es un libro de una aficionada que escribe, por lo que el lector puede sentirse identificado y empatizar. Hay que permitirse sentir..., no todo es memorizar, machacar, estudiar. Creo que es el primer libro de una bloguera flamenca que escribe sobre su afición y de cómo el flamenco ha cambiado su historia.

Supongo que, entonces, está satisfecha con el feedback que está recibiendo de los lectores...

Es un sueño; para mí ha sido imprevisible. El riesgo existía. Y existe, como todo, pero no esperaba que los lectores, los medios de comunicación o la afición respondiera así. La primera tirada que saqué eran 100 modestos ejemplares que se agotaron en un par de semanas, no me dio tiempo a realizar ni una presentación. La felicidad me desborda aún. Me siento bendecida y agradecida. Llegar hasta aquí ha merecido la alegría y la pena.

Y, ahora, ¿cuál es el siguiente paso? ¿Seguir con el blog?

El blog es una constante, después de tantos años no quiero ni puedo abandonarlo. Ahí han nacido mis lectores, me gusta mimarlos y sorprenderlos; escribir en mi blog 'Flamencólica' forma parte del aprendizaje. En los próximos meses voy a presentar Flamencólica: el libro en varios sitios porque es lo que buscaba, acercarme a la afición flamenca y enriquecerme. Arrancaré en mi tierra (Puerto Lumbreras), seguiré con Alhama de Murcia y comenzaré el año en la Peña Flamenca Antonio Piñana de Cartagena. Tengo propuestas en Jerez y Barcelona... Estoy aún cerrando fechas. Es un buen momento para que los sueños me guíen.

¿Puede ser Flamencólica tan solo la primera referencia de su bibliografía?

Nunca se sabe, los proyectos surgen cuando menos lo esperas. Si me lanzo a una segunda aventura será algo más reposado y más estudiado, no voy a estar hablando de flamenco en primera persona constantemente; sería una pedante. En cualquier caso, Flamencólica ha sido un buen punto de partida. Tengo algunas cosas guardadas en el cajón, quizá me anime algún día a que vean la luz y compartirlas. Como dicen mis sobrinos, compartir es vivir.